Aniversario

Generación 11-M: así son los jóvenes nacidos el año de los atentados de Madrid

Se cumplen hoy 18 años del atentado terrorista ocurrido en Atocha y LA RAZÓN ha hablado con ocho jóvenes nacidos ese año sobre terrorismo y las preocupaciones que tiene una generación marcada por la crisis y la pandemia

11 M Generacion 2004
11 M Generacion 2004CidonchaLa Razón

Se cumplen hoy 18 años de un hecho que cambió la vida de todos los españoles y, en particular, de los madrileños, cuando en la mañana del 11 de marzo de 2004, un grupo de terroristas colocó 13 bolsas con explosivos en cuatro trenes de la red de Cercanías de Madrid. Diez terminaron explotando. Se convirtió en el atentado de mayor magnitud jamás perpetrado en España. Dejó tras de sí 191 fallecidos y 1.857 heridos. El paso de los años no ha sido suficiente para borrar la huella que dejó este hecho ya no sólo en las vidas de los cientos de afectados, sino de la sociedad en general. Una tragedia que marcó un antes y un después en el transcurso de las vidas de todo un país, paralizado y en «shock» aquel 11 de marzo.

Mucho se ha hablado, escrito y documentado sobre este acontecimiento y muchos son los homenajes y monumentos que la ciudad acoge para recordar a las personas que perdieron la vida de manera injusta. Pese a que nada ha podido ser igual desde aquello, la vida ha seguido su curso y, con ella, han llegado nuevas generaciones que, por suerte, apenas han oído hablar de terrorismo dentro de nuestras fronteras. Pero, ¿saben estos jóvenes qué ocurrió exactamente aquel 11 de marzo de 2004?, ¿qué percepción tienen ellos del terrorismo? o ¿cuáles son sus preocupaciones actuales? Estas son algunas de las cuestiones que LA RAZÓN ha planteado a ocho jóvenes, seis de ellos del IES Las Musas, nacidos aquel año marcado por la tragedia, en el que llegaron al mundo.

Seis de los jóvenes nacidos en 2004 del IES Las Musas
Seis de los jóvenes nacidos en 2004 del IES Las MusasEnrique CidonchaLa Razón

Por desgracia, sus nacimientos no trajeron la «paz total» y no sólo han sido otros atentados los que han tenido que afrontar durante su corta vida, también otros desafíos que este periódico ha querido conocer y dar voz para así tener la visión de una generación marcada por la crisis económica, la pandemia, la inestabilidad laboral o el creciente porcentaje de jóvenes con problemas de salud mental.

Shamira Fernández de Velasco, no ha cumplido aún los 18 años pero sabe perfectamente de qué le estamos hablando. «Sé que ocurrió a una hora punta, muy temprano, en la estación de Atocha, que estallaron cuatro trenes y murieron cerca de 200 personas y hubo muchísimos heridos», comienza a relatar. Esto dice saberlo por haber visto imágenes en las noticias, haber mantenido alguna conversación con sus padres acerca de ello y por los últimos documentales que las plataformas digitales han producido. Sin embargo, en el caso de Marina Fanegas, que acababa de nacer en aquel entonces, lo conoce por la versión de su propia madre. «Ella lo vio de forma inmediata cuando pasó porque estaba en casa cuidándome», apunta.

Algo similar le ocurrió a la madre de Carlos Pesquero, ingresada ese mismo día en el hospital pues tenía programado el parto para el 12 de marzo. «Ella se enteró de todo desde dentro, veía muchísimo movimiento de gente en el hospital y recuerda que las enfermeras le pedían que no pusiese la televisión para que las imágenes que iban saliendo no le alterasen», y añade que, «recuerdo que fue muy duro».

En el caso de Andrea Barrios, el hecho de que asiduamente –por el trabajo de su padre– viaje mucho desde la estación de Atocha ha propiciado que su familia hablase de forma espontánea de lo sucedido allí, así como del significado del monolito que conmemora a las víctimas. Muy distinto es el recuerdo sobre ello de Laura Martil, de sus padres hablando sobre las manifestaciones que hubo tras el atentado. «Decían que había un total silencio, nadie hablaba, algo chocante en una manifestación y que el ambiente era muy duro: como que nadie era capaz de procesar lo que acababa de pasar», señala.

Andrea Barrios nació en junio de 2004
Andrea Barrios nació en junio de 2004Enrique CidonchaLa Razón

Algo destacable es que exceptuando uno de ellos, Lucía Valbuena, señalan que sea un tema tratado en las aulas. Sí coinciden en algo es en que no es uno de los que ocupan las conversaciones corrientes que suelen tener entre amigos. Concretamente Thalía Tejero, destaca sí haberlo hablado con una amiga, que perdió a su padre aquel 11-M pero asegura que «en gente de nuestra edad si no hay un motivo justificado no se suele hablar de este tema». Así lo corrobora Alejandra Castellano, nacida aquel mismo 11 de marzo: «No es un tema que solamos tratar, pero por ejemplo, sí se habló más cuando ocurrieron en Cataluña». Barrios considera que esto es así pues al ser algo que ya paso hace tiempo, su generación no es algo que piense. Sin embargo sí considera que «la falta de seguridad y el montarte en un tren y no saber si vas a llevar a tu destino, perdura». Lo asemeja a lo ocurrido recientemente en la ciudad con las bandas latinas, «la inseguridad y el miedo al ir por la calle está a la orden del día», sentencia.

Lucía Valbuena junto al monumento homenaje a las víctimas del 11M
Lucía Valbuena junto al monumento homenaje a las víctimas del 11MEnrique CidonchaLa Razón

Pero, ¿entra el terrorismo dentro de sus preocupaciones cotidianas? «A mí si es algo que me preocupe, porque por ejemplo cuando ocurrieron los de Barcelona, un día antes yo había estado en Las Ramblas. Me libré de una cosa así solo por un día de diferencia. Ver que me podía haber ocurrido perfectamente hace que me preocupe por la gente que se ha podido ver afectada, porque lo he vivido más de cerca», relata Tejero.

El último atentado de ETA en España fue en 2009. Sin embargo, un año después fue la primera vez en su historia que la banda terrorista mató en territorio extranjero, en concreto en la localidad francesa de Dammarie-lès-Lys y dónde culminó su sangrienta carrera. Por esto, se podría decir que estos jóvenes pertenecen a una de las primeras generaciones que ha crecido prácticamente sin terrorismo activo.

Sin embargo, a Castellano le preocupa más allá de nuestras fronteras. «Recuerdo que desde pequeña me asustaba y me daba miedo verlo por la televisión y ahora me sigue pasando. Creo que siempre hay ese pensamiento de que puede volver a ocurrir», sentencia. Fernández de Velasco coincide con su compañera: «La preocupación sigue ahí sobre todo ahora con lo que está pasando en Ucrania. Es algo que no esperábamos que pudiese pasar y ha pasado. Con el terrorismo pasa igual».

Marcados por la crisis

Por desgracia, esta es sólo una de las preocupaciones de estos ocho jóvenes. Su generación está marcada por la crisis y en especial, por la pandemia, que llegó para quedarse en una etapa clave en sus vidas, en la que se encuentran en la recta final de sus estudios secundarios y a punto de abrir la puerta a un futuro universitario y laboral.

Castellano se muestra tajante ante esto: «Creo que nuestra generación en general somos muy conscientes de que nos va a ir muy mal económicamente en el futuro. Sabemos las crisis que nos espera a raíz de la pandemia y del conflicto en Ucrania». A lo que Fanega le rebate: «Y no lo deberíamos tener tan asumido. Deberíamos empezar a movilizarnos, reivindicar para que las instituciones empiecen a ser conscientes de este gran problema que ya existe y que nosotros seguro que heredaremos para que empiecen a tomar medidas. Nosotros mismos nos vemos abocados a un futuro muy negro. Si desde ya estamos pensando que no vamos a poder hacer nada por la situación va a llegar el momento en el que lo vamos a tener que hacer y no vamos a ser capaces», apunta.

La motivación es algo que Valbuena cree que también escasea en su generación: «Necesitamos que nos den herramientas para que podamos ver que nos espera un futuro mejor», señala. Ante esto, Barrios lo tiene claro: «El futuro profesional lo veo complicado. La crisis que hay ahora está obligando a que la gente emigre fuera de España por trabajo. En especial en Madrid, aunque sea más grande hay mayor concentración y hace que sea más complicado encontrar trabajo. No descarto llegado el momento irme a trabajar al extranjero».

Inacción de las instituciones

A la pregunta de si consideran que las instituciones estén teniendo en cuenta su futuro o estén tomando medidas para ayudar a los jóvenes, también coinciden. «El problema es que están ocupados con lo que tienen enfrente, les da igual lo que pueda ocurrir en el futuro», apunta Pesquero. Por su parte, Tejero considera que siempre se les culpa de todo. «Si hay más contagios es culpa de los jóvenes, si hay un paro juvenil alto, también. Siempre se nos culpa de todo pero nadie se para a ver la situación en la que estamos ni se toman medidas en los problemas que nos pueden ir surgiendo, como en los efectos que pueden tener en nosotros la crisis», relata.

Esta es otra de las preocupaciones que dice compartir Martil con sus amigos: «hablamos mucho del día que nos independicemos. Los problemas que tendremos, primero, para encontrar piso y después para poder pagarlo. Somos conscientes que esto dependerá del trabajo que tengamos y de que lo que nuestros padres pudieron hacer a los 25 años nosotros no podremos hacerlo hasta los 35. Es duro de asimilar pero creo que todos lo asumimos». Ante esto, Fanegas lo tiene claro: «Las instituciones tienen que empezar a tomar medidas, necesitamos una educación que nos enseñe a buscarnos nuestras propias salidas para que se nos quite la idea de que existe la posibilidad de que a los 40 sigamos en casa de nuestros padres», sentencia. Valbuena creía que de todo lo que nos ha pasado saldríamos mejores, y así lo creíamos todos. Aún estamos a tiempo de cambiarlo.