Denuncia

Chueca, entre «tolerar» el Orgullo o adelantar vacaciones

Los vecinos de la plaza de Pedro Zerolo se quejan 
de la falta de limpieza de las calles y del incumplimiento de la normativa de ruidos del Ayuntamiento de la capital

Ambiente en Chueca en los preparativos de las fiestas del Orgullo. Para algunos vecinos les supone bastante transtorno el ruido y la suciedad asi como la organizacion del evento.
Ambiente en Chueca en los preparativos de las fiestas del Orgullo. Para algunos vecinos les supone bastante transtorno el ruido y la suciedad asi como la organizacion del evento.Jesus G. FeriaLa razon

Un anciano sale del portal junto a su hija a escasos metros de la plaza de Pedro Zerolo. Van a pasear, despacio, ella a su lado y él ayudado por un bastón. A su alrededor la calle está engalanada con coloridas banderas por las fiestas del Orgullo LGTBI+. La plaza está coronada por el escenario de las celebraciones, y, aunque aún no ha llegado la gran fiesta del fin de semana, se vislumbran los restos de la noche anterior, que los equipos de limpieza se afanan por eliminar. Las decenas de aseos portátiles instalados en la plaza no han logrado que las calles se mantengan limpias. «He dormido bien estas noches, pero habrá que ver qué tal este fin de semana», dice el anciano LA RAZÓN. Reconoce, además, que las calles están sucias, aunque cree que, a pesar de todo, «hay que aguantar y ser tolerantes unos días al año». Del olor también se quejan las dependientas de una tienda que está en la misma plaza. «Es terrible, sobre todo por la tarde», aseguran. «Aunque lo limpian, tenemos los aseos prácticamente en la puerta, así que es casi imposible que no huela», aseguran.

Igual que ellas opina Faustino, portero de uno de los edificios colindantes a la plaza. «Yo porque no vivo aquí, sino que llego, hago mi trabajo y me voy, pero realmente la suciedad que hay por las mañanas es impresionante, y eso que aún no ha llegado el fin de semana», afirma mientras señala al tramo de calle que hay frente al edificio: «esto es lo único que está limpio, y es porque lo acabo de hacer yo». Y es que, aunque el Ayuntamiento ha reforzado este año los equipos de limpieza para las fiestas del Orgullo, lo cierto es que «es tanta gente bebiendo, haciendo sus cosas y por tantas calles que es imposible mantenerlo bien todos los días».

Más disgustada aún se encuentra Magda, cuyo negocio, el restaurante Lixus, colinda con el portal de Faustino. Justo en la puerta un grupo de operarios ultiman el montaje de las casetas de Protección Civil, las cuales interrumpen totalmente el paso por la calle. «La tienda de rótulos que hay enfrente directamente va a cerrar, y nosotros tendremos que hacer lo mismo porque la calle está totalmente anegada», explica Magda. «Los del bar de al lado, que acaban de abrir, me han dicho que ya habían hecho la compra con las previsiones para la fiesta, pero ahora no le van a poder dar salida porque la gente no va a poder entrar», añade. El hotel que hay en la esquina, con entrada al parking a pie de calle, corre la misma suerte: un absoluto bloqueo en su acceso. Magda, de hecho, está convencida de que para colocar las casetas en esta ubicación «han utilizado el mismo proyecto, con los mismos planos, que otros años, y ni siquiera se han molestado en comprobar si estos locales estaban ya en activo o no». «No han contado con nosotros para nada, no se nos ha notificado en ningún momento», protesta. «Estoy desesperada, porque podrían haber puesto las casetas en el tramo anterior de la calle, que da a la trasera de un centro comercial y no hay locales a los que molestar», señala. Desde la organización del MADO, encargada de la programación de las fiestas del Orgullo, se han limitado a contestar que hablarían con el Ayuntamiento. Pero estando ya montadas las casetas, Magda duda mucho que haya solución. «Esperemos que para el año que viene lo tengan en cuenta», dice, resignada.

Ellos no son los únicos afectados por lo que supone celebrar unas fiestas de estas características en el centro de la ciudad. Desde la Asociación de Vecinos de Chueca, uno de sus portavoces, que prefiere no revelar su nombre, explica que el MADO no es un institucional ni una iniciativa pública, sino que está fomentado por un grupo de empresas con el apoyo de varios colectivos LGTBI+. «Hay una pata política que le da apoyo y una pata empresarial, esencialmente del mundo del alcohol y la noche», dice este vecino. «Solo hay que ver que toda la publicidad, salvo la institucional, es alcohol», apunta. De hecho, para este hombre, «estaríamos hablando de una cosa distinta si quien organizase esto fuera, por ejemplo, un colectivo LGTBI en apoyo al deporte, que existe, pero es importante entender que estamos ante un evento puramente comercial y puramente orientado al alcohol». Se trata, entonces, de un evento privado que «no tiene nada que ver con orientaciones políticas». «Yo soy gay, estoy casado con un hombre», dice, por lo que «no hay aquí ninguna cuestión de homofobia ni muchísimo menos». Lo que sí hay es indignación, asevera, porque una reivindicación por los derechos del colectivo «se haya convertido en un negocio». «Estamos hablando de una cosa muy diferente, que es un fiestón de drogas y alcohol que ocupa todo el centro de la ciudad. En la plaza Zerolo hay una lona que dice ‘amigos y extraños, nos vemos en los baños’. Es evidente lo que se está vendiendo», explica.

Ambiente en Chueca en los preparativos de las fiestas del Orgullo. Para algunos vecinos les supone bastante trastorno el ruido y la suciedad así como la organización del evento.
Ambiente en Chueca en los preparativos de las fiestas del Orgullo. Para algunos vecinos les supone bastante trastorno el ruido y la suciedad así como la organización del evento.jesús g. feriaLa Razón

Del mismo modo, este portavoz de la Asociación de Vecinos de Chueca subraya que, para que un evento de estas características se desarrolle en la vía pública, al ser privado, necesita dos permisos fundamentalmente: uno es el derecho al uso del espacio público. «La tasa que han cobrado este año durante una semana –aunque días atrás ya colocaron baños previendo que iba a haber un botellón– es de 1.093 euros. ¿Es tan barato liar la que lían por ese dinero? Es un disparate», denuncia. Por otro lado, está el tema de medio ambiente, que es el que se encarga de que cumpla la normativa de ruidos. A nivel municipal está puesta a través de ordenanzas, las limitaciones emanan directamente de la Comisión Europea, y llegan al ordenamiento español vía ley. De esto saben mucho en esta asociación, ya que es la única formación de estas características que forma parte, en toda Europa, de un grupo de trabajo erigido por la Comisión Europea que se encarga de revisar cómo está funcionando esta normativa sobre la contaminación acústica. «Tenemos un máster en este tema», asegura, y señala, además, que «está tasado que en Europa cada año mueren 20.000 personas de forma directamente relacionada con el estrés acústico, además de los problemas psiquiátricos que se genera». Por eso, desde la asociación lo tienen claro: «no puede ser que los intereses de alguien estén por delante de la salud de toda la población».

En cuanto a las críticas acerca de la normativa de ruidos, este vecino subraya que «al Orgullo no se le limita, sino que se les está obligando a cumplir la ley como se hace con cualquier otro evento, porque la única excepción que contempla la normativa son los festejos populares, y esto no lo es». De hecho, un festejo popular tiene su propia normativa con un matiz muy importante: que cada año su organización sale a concurso público, «y ellos no quieren salir cada año a concurso».

«Es una cosa aberrante», dice el portavoz. «Cada año, en cuanto mi empresa pone disponible el calendario para las fechas de las vacaciones, yo tengo que mirar la programación del MADO para poder irme de Madrid». Le resulta «gracioso», además, que esta programación no coincida con el Día del Orgullo, que es el 28 de junio. «Nos tenemos que ir de vacaciones porque es imposible dormir, es imposible salir de tu casa, porque cuando no están las calles colapsadas están absolutamente llenas de suciedad», asegura. «Y lo peor es que, semanas después de acabar todo esto, sigue el barrio oliendo a estercolero», dice, «porque, aunque han puesto un centenar de cabinas de baño, a un metro de las puertas de los edificios, y de los negocios, la gente hace sus cosas en la vía pública». Para ellos, la solución está clara: «es la misma que tienen todas las organizaciones masivas de gente. Por ejemplo, el MadCool, que es un festival muy exitoso, se celebra alejado del centro de la ciudad para evitar el impacto acústico, que es un delito».

Para el portavoz de la asociación, «como está mezclado lo que es el mensaje de la reivindicación con la fiesta, se quiere hacer ver que es todo lo mismo, pero no lo es. La manifestación y los actos para reclamar los derechos del colectivo son una cosa, tienen un horario y son necesarias, pero la fiesta es otra». Además, señala que esto es un sentir muy común entre los vecinos. «Está claro que cada vez hay más vivienda turística, por lo cual les parece fenomenal porque vienen y tienen el fiestón al lado de casa. Pero, más allá de lo que cada uno piense, está la ley, y está para cumplirla y por encima de las opiniones de la gente», dice. Y pone otro ejemplo muy claro: «Gran Canaria fue uno de los primeros sitios donde se legisló en relación al ruido y se llevaron el carnaval a otra parte. Eso no es porque quisieran acabar con el carnaval, sino para cumplir la ley». Curiosamente, un padre sale también de un portal cercano a la plaza de Pedro Zerolo con sus hijas. A ellos el tema del ruido no le afecta, porque su vivienda da a un patio de luces, aunque sí reconoce que las calles, por estas fechas, siempre suelen estar bastante sucias. «Soy de Tenerife y estoy acostumbrado al carnaval, así que entiendo que estas cosas hay que aguantarlas unos días».