Entrevista
Luis Merlo: “Lo mejor del teatro es que no hay ‘corten’, los silencios y las risas del público”
El madrileño acaba de estrenar ‘El método Grönholm’ en el teatro Alcázar de Madrid a la vez que graba la temporada 13 de ‘La que se avecina’
Pese a haber crecido muy cerca de las tablas de un escenario al formar parte de una familia de artistas, para Luis Larrañaga Merlo (56 años) cada estreno sigue teniendo un poso de incertidumbre, pero sobre todo de ilusión. Su prolífica carrera, que comenzó con Salomé en 1985, cuenta con personajes tan populares como Mauri en Aquí no hay quien viva o Héctor en El Internado. Ahora acaba de estrenar la tercera temporada de El método Grönholm en el teatro Alcázar de Madrid, una obra de Jordi Galcerán que versa sobre cómo los últimos aspirantes a conseguir un cargo ejecutivo en una multinacional se someten a la prueba final del proceso de selección. La pieza ha visto la luz en más de 60 países y su argumento, que puede sonar familiar, se convierte en un retrato en el que la estrategia, la crueldad y la falta de escrúpulos parecen no tener límites. Las entradas se pueden adquirir haciendo click aquí.
¿Qué hace esta obra tan universal?
Es el teatro dentro del teatro, hay muchísima trampa argumental, lo que parece verdad finalmente es mentira. Además, analiza desde la sátira y el humor lo que somos capaces de hacer las personas por conseguir lo que queremos. Estoy con Lázaro Ortiz, con Marta Belenguer, con Jorge Bosch e Ismael Martínez... y solo puede quedar uno. Afronto este papel con muchísima ilusión, siempre existe esa duda sobre si vendrán o si les apetecerá que les sigamos contando este cuento. Yo tengo muchas ganas de contarlo y de presentar a mi personaje.
¿Y cómo es su personaje?
Alguien a quien quieres odiar, pero no puedes y acabas amándolo. Es aquel que quizá diga lo que todos pensamos y no nos atrevemos a decir. Puede resultar ofensivo, pero es tan inteligente y su mente tan veloz para conseguir lo que quiere y derrotar al otro a través del ingenio que no se puede odiar.
Se atisba un componente de crítica.
Siempre, y es una función en la cual el público se ríe muchísimo. Hay momentos de hilaridad absoluta, pero creo que también la audiencia se lleva algo a casa. Ha habido público que nos ha comentado que luego se queda en la cena o en la copa posterior al teatro pensando y dialogando sobre qué serían capaces de hacer para convertirse en ese último que se queda en pie, hasta dónde llegarían... creo que es bueno llevarse un poquito de reflexión aparte del humor.
¿Se han recuperado ya los escenarios de la pandemia?
Estamos en ello. La pandemia ha dado paso a una crisis que ha parado muchas cosas y ha habido mucho tiempo de dificultades económicas. Ahora quizá la pandemia sea una de las cosas que menos preocupe y somos un país ejemplar con el tema de la vacunación, pero ha dado lugar a una crisis que a veces se nota. Eso sí, aquí hemos estado bien y vamos a hacer una tercera temporada, eso significa algo. No queda más remedio que ser optimista, sale por el mismo precio que no serlo.
Esa crisis afecta también a los actores noveles. ¿Algún consejo para ellos?
Que se formen, que jueguen, que se diviertan, que tengan mucha suerte, porque ahora mismo hay muchísima gente que quiere dedicarse a esto. Empezar en esto es algo mágico y el ansia por conseguir llegar te quita el placer de disfrutar de la magia del principio.
Su carrera abarca todo tipo de géneros, pero ¿hay algo que siga en su lista pendiente?
No, no soy una persona que tenga cuentas pendientes, estoy contento. No soy un actor de repertorio. Quizá haber hecho algo más de cine, pero ya no tengo edad para empezar a hacerlo. Tengo mi vida muy basada en el teatro y no querría interrumpirlo.
¿Qué le aportan las tablas frente a las cámaras?
Que no puedes decir “corta, me he equivocado”. Aquello que se produce, se produce en el recuerdo del que lo hace y del que lo vive desde el patio de butacas. Queda una imagen a la que no puedes dar a la pausa o al rebobinado. Solo tienes una oportunidad y en ella tienes que darlo todo ahí arriba y vivirlo desde abajo con ese grado hasta de ingenuidad por parte de un público que ha comprado una entrada, pero que al poco de sentarse en el espectáculo es nuestra responsabilidad, pues ya ha entrado en la historia y está viviendo aquello que le cuentan como si fuera una verdad.
¿Cómo es la interacción con el público?
La gente siempre habla del “aplauso del público”, y se agradece muchísimo, sí. Pero los silencios y las risas... desde arriba se vive de una manera muy especial.
¿Incluso hoy, tras tantos años de carrera?
Sobre todo a día de hoy. Cuanto más tiempo pasa, más privilegiado te sientes de poder ganarte la vida con lo que siempre has soñado.
✕
Accede a tu cuenta para comentar