Exposición
Recorremos los pueblos de Madrid a través de postales con un siglo de historia
Juan Molina desvela a LA RAZÓN el origen de su colección de 40.000 postales y de las cuales, algunas estarán expuestas hasta el 9 de octubre en el Centro Comercial Moda Shopping
Saber cómo eran hace más de un siglo Aranjuez, Chinchón, Alcalá de Henares, San Lorenzo del Escorial, Ciempozuelos, Colmenar Viejo, Cercedilla… y así hasta treinta seis pueblos más de la Comunidad de Madrid es posible gracias a las postales que circulaban por aquel entonces. Ahora y hasta el 9 de octubre será posible conocerlas gracias a una colección de 500 que estarán expuestas en el Centro Comercial Moda Shopping. Las más antiguas datan de 1892, cuando esta nueva forma de comunicación dio comienzo, y algunas muestran desde los paisajes con más encanto que aún alberga la ciudad o estampas nunca antes vistas y que formaban parte de la cotidianeidad de la época.
Juan Molina, comisario y propietario de la colección recuerda a LA RAZÓN la forma anecdótica en la que comenzó a recopilar estas tarjetas gracias a un cliente asiduo de la librería que regenta junto a su mujer en El Rastro, Librería Vitorio. “Había un señor que venía a vendernos libros de toros del siglo XIX con un el único afán de destinar ese dinero a invitar a su mujer a comer o cenar en diferentes lugares”. Hasta que un día y a pesar de haberlo prolongado en el tiempo, los libros que este poseía se acabaron. “Entonces vino diciendo que ya no le quedaban más libros y que lo único que le quedaba era un álbum muy valioso para él con cerca de 200 postales”, relata el librero. Reticente y con poco interés en un principio, fue contemplándolas con mimo y finalmente decidió quedarse con ellas. Ahí comenzó cómo el mismo define su “perdición” y varias décadas después ha logrado reunir 40.000.
Como a todo, tuvieron que ponerle un punto y final y ahora es el turno de que otros las disfruten. El pasado mes de enero, ya expuso todas aquellas que reflejan cómo era el Madrid capital de entonces y ahora es el turno de los pueblos. “Todo cobró sentido. Suscitó un gran interés en el público y despertó la nostalgia de los más mayores”, confiesa emocionado. Ahora, su única ilusión es encontrar un comprador que de la visibilidad que este legado se merece. Un recorrido hasta 1972 por monumentos, profesiones, plazas y espacios rurales que fueron captados por profesionales como Óscar Hauser, Adolfo Menet, Hermenegildo Miralles, Jean Laurent o José Lacoste, entre otros. “Puse de límite esa época porque de ahí en adelante ya lo he vivido y lo que me interesaba era conocer cómo había sido mi ciudad antes”, asegura.
Sin duda, una de las características más destacables de la colección es que todas ellas están selladas, han circulado y cuentan con dedicatorias. “No he leído ninguna de ellas, por respeto a la privacidad de las personas y porque mi único interés ha sido siempre la fotografía”, confiesa Molina. Aún así, también se puede apreciar la propia evolución que ha tenido la postal a lo largo de los años cuándo la propia fotografía servía de mensaje y sólo estaba permitido escribir detrás de ella la dirección del destinatario -y que en ocasiones muchos decidían escribir encima de ella- hasta la división del reverso en dos partes, una para las señas y otra para la escritura.
Consciente de que su profesión de librero le facilitó la labor de búsqueda así como relacionarse con otros coleccionistas, Molina reconoce que con el paso del tiempo era cada vez más complicado encontrar tarjetas distintas. “Antes había grupos de postaleros o coleccionistas de postales que nos juntábamos en un bar de la calle almirante y allí nos las intercambiábamos o hacíamos negocios”, detalla entre risas. Pero reconoce que hay algunas que por su contexto eran muy difíciles, de las que se hacían muy pocas y que solo en esos círculos se podían encontrar o intercambiar o acababan por perderse. “Recuerdo a una vendedora de gaseosa en el puente de Segovia o la poda de El Retiro. Evidentemente esas no eran las que los enamorados escogían para enviar a sus novias o familiares”, y añade, “también lo son estas que ahora están expuestas, ten en cuenta que por entonces los pueblos eran cuatro casas muchos de ellos no tenían interés para que alguien fuese a sacarles una foto”.
Entre todos los coleccionados, solo 36 han sido los escogidos. Así, en esta muestra podemos ver varias de Aranjuez, declarado Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2001, con capturas del Palacio Real, la Casa del Labrador, y de otros edificios como el Palacio de Godoy, el Palacio de los Duques de Osuna o el de Medinaceli. También de Alcalá de Henares ciudad natal de Cervantes y Patrimonio de la Humanidad desde 1998. El coleccionista cuenta con tarjetas postales de sus calles, plazas, y monumentos como la Plaza de Cervantes, la Universidad de Alcalá, el Corral de Comedias, el Palacio Laredo o de la Catedral, que describen su vínculo con la historia, la arquitectura y la cultura.
La riqueza de la arquitectura y la singularidad de los edificios de Chinchón también tienen un lugar destacado en la muestra. La Plaza Mayor, el Monasterio de los Agustinos, la Torre del Reloj, el Castillo de los Condes o la Casa de la Cadena, entre otras postales.
San Lorenzo de El Escorial y El Escorial también cuentan con su espacio. Más de 50 postales entre las que destacan las del Monasterio y el Real Sitio, declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984. Además, se exponen tarjetas postales del Valle de los Caídos, de las Casas de Oficios, de la Ermita de la Virgen de Gracia o de la Silla de Felipe II.
El Conjunto Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural de Buitrago de Lozoya; los Siete Picos, la Bola del Mundo, o La Peñota de Cercedilla; la Ermita de Nuestra Señora de los Remedios o los yacimientos arqueológicos de Colmenar Viejo; el Convento de Las Clarisas, el hospital psiquiátrico, o la Plaza de la Constitución de Ciempozuelos; el Palacio Real, la Casita del Príncipe o el Palacio de la Zarzuela de El Pardo…
El ocio y la restauración también cuentan con su representación en la exposición. Entre la recopilación hay capturas de bares, restaurantes y del ambiente que rodeaba las fiestas populares de los pueblos. Así como postales de diferentes profesiones de la época. En definitiva, un agradable viaje en el tiempo para conocer cómo fueron los pueblos aledaños a la capital.
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