Gastronomía

El 90 cumpleaños de Lucio: "He disfrutado tanto, que soy uno de los hombres más ricos"

Recibió ayer un homenaje organizado por los hosteleros de La Latina y presidido por Almeida

Pepa Muñoz, Marian Reguera, Paco Roncero, Mario y Rafa Sandoval, Sacha Hormaechea, Chicote, Hugo Muñoz, Iñaki Gorrotxategi, Carlos García, Ricardo Vélez y Nino Redruello, quien aseguró que «estos homenajes hay que hacerlos en vida», además de numerosos hosteleros del barrio, rindieron ayer tributo al gran Lucio Blázquez (Serranillos, Ávila. 1933). Durante el acto, organizado por la asociación de empresarios de La Latina (Adela) y presidido por José Luis Martínez-Almeida, el restaurador recibió una placa conmemorativa en compañía de sus hijos (María del Carmen, Javier y Fernando) pocos días antes de llegar a los 90. Los cumple el domingo. A pesar de haber sido algo accidentado, estuvo simpático, entrañable y divertido como acostumbra. Amable como pocos, agradecido y con ese don de gentes que le caracteriza, se sentó ante un nutrido grupo periodistas, que le esperaban ante la puerta del templo que es Casa Lucio (casalucio.es), a pesar del frío helador: «No hay una persona en el mundo más feliz que yo. Veros me llena de orgullo», dijo con una sonrisa contagiosa durante un discurso en el que confirmó que ha vivido tanto, ha disfrutado tanto en la hostelería, «que soy uno de los hombres más ricos de España», añadió poco antes de señalar la esquina en la que charlaban una noche Simeón de Bulgaria y el Rey Juan Carlos, con quien mantiene una estrecha relación: «Se ha portado de maravilla conmigo. Es un fenómeno. Fijaos, alguien ha dicho que él y yo somos los mejores relaciones públicas. Puedo contar tantas cosas bonitas, que alguna noche lloro acordándome de mi vida», prosiguió antes de sentarse en la mesa que ocupa a diario. Porque sí, almuerza todos los días en el restaurante, que inauguró en 1974, y luego juega al chinchón con sus amigos. Si se quiere apuntar, sepa que son cinco euros la partida.

Desde Serranillos llegó a Madrid a los nueve años para trabajar. Le fichó el Opus Dei, porque le veían listo y espabilado: «Cuando iba al colegio, mi maestro le dijo a mi padre, que era el alcalde: “Tú que vas tanto a Madrid, ¿por qué no te llevas a tu hijo para que trabaje allí?». Primero, le colocaron en la Taberna de Parrales antes de entrar en el Mesón El Segoviano, propiedad de doña Petra. Mismo espacio que hoy ocupa Casa Lucio, ya que después de pasar unos años en El Chotis, adquirió el local. Empezó como botones y echaba una mano limpiando y sirviendo mesas. Fue donde aprendió el oficio de tabernero, porque, dice, observaba lo que le gustaba de la gente: «Durante trece años dormía en una buhardilla de aquel edificio», recuerda señalando la acera de enfrente. Trabajaba diecisiete horas al día y libraba dos cada quince días». No estudió cocina pero, a cambio, ha viajado a EE.UU, Francia e Inglaterra, entre otros países, para conocer los mejores restaurantes y ver cómo se hacían las cosas: «Y te prometo, que España es en el que mejor se come del mundo», insiste. Empezó cocinando sopa de ajo y cochinillo «y dando jamón del malo, pero he sido el más simpático del mundo y la gente me quería mucho. Mis relaciones públicas son los mismos comensales. ¡Mi caso es único!», apunta orgulloso. A ellos debe fidelidad, porque si las paredes de Casa Lucio hablaran…: «Siempre hay que ser discreto y trabajar de una manera honrada», explica. Su éxito tan bestial no tiene secreto: «Para triunfar en la vida, hay que trabajar».

Homenaje al restaurador Lucio Blazquez de Casa Lucio con el descubrimiento de una placa en su honor en la puerta de su restaurante. Asisten al actos el alcalde Martinez Almeida la vicealcaldesa Villacis y numerosos chef entre otras personalidad y amigos del hostelero.
Homenaje al restaurador Lucio Blazquez de Casa Lucio con el descubrimiento de una placa en su honor en la puerta de su restaurante. Asisten al actos el alcalde Martinez Almeida la vicealcaldesa Villacis y numerosos chef entre otras personalidad y amigos del hostelero.Jesús G FeriaLa razón

«Lucio ha abierto las puertas de Madrid al mundo», cuenta Marian Reguera, de Taberna Verdejo. Reyes, jefes de estado, políticos nacionales e internacionales, premios nobeles, cantantes y actores y actrices de Hollywood han traspasado las puertas del templo de esta leyenda viva. En concreto, Bill Clinton, quien alucinó con el ambiente que encerraba el local, apuntó en uno de sus viajes que «venir a España es una alegría». Kofi Annan, Severo Ochoa, García Márquez, Tom Cruise, Sarah Jessica Parker, Eva Longoria, Isabella Rossellini... Todos han probado sus emblemáticos huevos estrellados. Y sus callos. Y sus chuletitas de cordero. Y el cocido. Incluso, uno de sus privados lo ocuparon Mariano Rajoy, José María Aznar, Zapatero y Felipe González, quienes invitaron a cenar al Rey Juan Carlos.

La receta más copiada

Ayer, no faltó Alberto Chicote y nos desveló una divertida anécdota, que le ocurrió hace años durante una visita de George Clooney a la capital: «Entró en Nodo, salí a saludarle y al ver el restaurante dijo que se quería ir. ¡Pero si no he tenido ni tiempo de meter la pata!, pensé. Lo que ocurrió es que había almorzado en Lucio y le pareció un lugar maravilloso. Sin embargo, restaurantes como el mío los tenía en Estados Unidos». Con todos los rostros conocidos se ha sentado y le han llegado a preguntar la clave para estar siempre lleno: «He bailado con todos los artistas en los tablaos», presume, mientras vemos una foto en un escenario con Lola Flores.

Su secreto no es otro que ofrecer el mejor producto para alimentar una cocina tradicional española. Es más, al preguntarle sobre si ha probado el ceviche, el ramen o el sushi, mira un plato de jamón, que voló en cuestión de segundos. Lo mismo que la ración de huevos estrellados, cuyo precio es de 14,50 euros, una receta tan sencilla como imitada, aunque en ningún lugar están tan ricos como aquí: «¿Hay algo más rico, sencillo y barato que un plato de huevos fritos?», nos pregunta. La receta original la ideó su abuela Modesta. Cuando se le estropeaba algún huevo, para aprovecharlo lo rompía y lo echaba sobre unas patatas: «Por aquellos tiempos era un lujo comerlos». Lucio no los cocina, pero sí los rompe y los come en la misma mesa tres veces a la semana ¡y no tengo ni colesterol ni hostias, solo 90 años!». Por último, para continuar con el festejo, nueve restaurantes de la Cava Baja se han unido a este tributo y servirán la reinterpretación de los huevos de varios cocineros. Así, desde el viernes hasta el 19, en Capitán Alatriste encontraremos la versión de Mario Sandoval; en Julián de Tolosa, la de Juanjo López; en la Posada de la Villa, la de Marian Reguera; en la Posada del Dragón, la de Pepa Muñoz; en la Posada del León de Oro y Hopper, la de Nino Redruello; en Lamiak y en Los Secretos de Lola, la de Juan Pozuelo y en La Gran Cava, la de Sacha Hormaechea.

Estos son los míticos huevos estrellados

El cocinero Andrés García emplea la mejor patata agria gallega, dulce no vale, mientras que los huevos proceden de una granja de Ávila. Ver cómo da la vuelta en el aire a tres huevos en una sartén con poco aceite, si la ración es pequeña, y a ocho si es grande, sin que se rompa ninguno, tiene su aquel. Luego, cubren las patatas recién hechas en la sartén, de freidora nada. Es una de las claves. También, hacer las patatas con mucho aceite de oliva suave 0,4º para que queden blanditas, mientras que los huevos se hacen con poco para que no se lleguen a freír. Las patatas, ni se pochan ni han de freírse mucho para que el huevo cale en ellas.