SUMMA

Los ángeles que salvan vidas desde el aire

Acompañamos a una de las dotaciones sanitarias que el SUMMA tiene en su base de Las Rozas y que trabajan con uno de los dos helicópteros de rescate preparados para atender emergencias

Sale el sol en la base que el SUMMA tiene en Las Rozas. El amanecer allí solo puede significar una cosa: comienza un nuevo turno y ya están operativos para atender cualquier emergencia que pueda surgir. El equipo pasa lista para comprobar que no falta ningún compañero, se revisa el helicóptero y llevan a cabo un «briefing» conjunto para intercambiar opiniones o resolver cuestiones que hayan podido surgir en turnos anteriores. En las doce horas posteriores, hasta la puesta del sol, este helicóptero medicalizado prestará servicio junto al otro del que dispone la Comunidad de Madrid, con base en Lozoyuela. El primero, con prioridad para cubrir la zona sur de la región y el último, la norte, asegurando así su acceso si las condiciones meteorológicas no permitiesen atravesar la sierra.

Las características y el equipamiento de este servicio implantado hace algo más de treinta años, permite trasladar prácticamente una UCI Hospitalaria al punto más alejado de la Comunidad en menos de veinte minutos. Lo que posibilita la estabilización del paciente y un traslado ágil y seguro al centro hospitalario idóneo para la patología del paciente. Especialmente, las «tiempo dependientes», en las cuales el inicio de los síntomas o el accidente hasta la llegada al hospital depende el pronóstico del paciente. Es decir, aquellas en las que cuanto más tiempo pase peor será el pronóstico y si pasa poco tiempo el paciente tendrá más posibilidades de salir adelante en mejores condiciones.

Lejos de la tensión justificada que puede suponer un trabajo como este en el que escasea la previsión, en la base de Las Rozas se respira control, experiencia y compañerismo. El primer aviso de la mañana llega desde el Centro Coordinador a través del walkie-talkie: un accidente de tráfico. En solo ocho minutos, la dotación está en al aire. Al frente de este aviso están Nicolás Riera, Médico de Emergencia, Susana Navalpotro, Enfermera de Emergencia y la Técnica de Emergencias Sanitarias, Ainhoa Burgueño. En el control de la aeronave está el Comandante, Juan José Melguizo y el Tripulante HEMS (Helicopter Emergency Medical Service), Javier Martín. El papel de cada uno de ellos es fundamental, así como el del Técnico de Mantenimiento Aeronáutico en base, para resolver cualquier tipo de incidencia mecánica y garantizar la seguridad y el mantenimiento de los aparatos.

Helicóptero de SUMMA 112 en Las Rozas
Helicóptero de SUMMA 112 en Las Rozas Gonzalo Pérez La Razón

«Atender un paciente en una situación de emergencia en el aire, es igual que hacerlo en tierra, pero con las peculiaridades del transporte en helicóptero», explica Riera. Las vibraciones forman ya parte de su forma de trabajo, sus maniobras se han vuelto más pequeñas por la falta de espacio y han adaptado la forma de comunicarse con los pacientes, a través de miradas o del contacto, por la reducida comunicación verbal posible tras el ruido de las hélices. «Mi sitio es privilegiado porque tengo contacto directo con el paciente. Puedo darle la mano, para tranquilizarle y todo está accesible para poder atenderle en caso de que fuese necesario. En vuelo pueden surgir muchas cosas», añade Navalpotro. Tras más de treinta años de experiencia, dice haber vivido avisos de todo tipo. «Me he encontrado con personas que se negaba a subir al helicóptero, hemos trasladado presos y he disfrutado con muchos pacientes que pese a su patología, estaban complacidos por la experiencia de estar volando». Aunque de lejos, lo más impactante de su carrera han sido los accidentes de tráfico de los años 90. «Eran atroces. Por suerte, la ingeniería ha evolucionado muchísimo, cada vez tenemos avisos de tráfico y son muchos más leves. Antes era impensable que tras dos vueltas de campana una persona saliese del coche por su propio pie».

Dentro del helicóptero, el riesgo que corre el paciente es el mismo que tendría en una UVI móvil. Su equipamiento es similar y cuenta con la última tecnología de la medicina de emergencias. Además, están especialmente diseñados para atención a pacientes críticos tanto en el lugar como el propio vuelo y destaca el material de movilización e inmovilización. Sin olvidar la Tablet PC, que les posibilita la consulta de la información clínica del paciente en el lugar y poder cumplimentar su informe. También cuentan con una incubadora para traslados neonatales de alta complejidad que puede ser utilizada en ambos helicópteros. «Nuestra función es llevar al paciente que atendamos en las mejores condiciones posibles hasta el hospital donde se le dará el tratamiento definitivo», sentencia Riera. Para ello, la anticipación y el «hacer equipo» es un fundamental para que todo funcione de forma correcta. «El helicóptero es un vehículo más de prestación sanitaria, pero es cierto que tiene unas especializaciones y unos riesgos. Si en una UVI es importante que se haga equipo, en un helicóptero más», señala el Comandante. «Hay mucho ruido, levantamos mucho aire, aterrizamos en cualquier sitio: todo eso genera una situación de estrés que hace que sea indispensable que nos comuniquemos prácticamente con la mirada y que sepamos qué esperar de cada miembro de la tripulación».

Helicóptero de SUMMA 112 en Las Rozas
Helicóptero de SUMMA 112 en Las RozasGonzalo Pérez La Razón

Pero, ¿quién decide si un helicóptero debe ser lanzado a un aviso? El Centro Coordinador. La distancia, el tiempo, la proximidad y disponibilidad de unidades son los factores que valoran para saber si es viable o no enviar la aeronave. «La UVI de San Martín de Valdeiglesias tiene una hora de traslado al hospital. Para un politraumatismo sería un traslado demasiado largo, por eso merecería la pena lanzar un helicóptero para que haga el traslado y la unidad vaya atendiendo», ejemplifica Burgueño. En cuanto a las patologías, no tiene una típica de rescate de helicóptero. «Podemos hacer desde accidentes de tráfico o rescates de montaña, hasta avisos más cotidianos, como puede ser un infarto o un ictus», apunta Martín. Los avisos de estos últimos dicen haber aumentado, pese ser diagnosticados solo un 50% de los casos –cuatro mil al año- y ser la mayor causa de muerte en mujeres. Ante esto, Riera destaca la importancia de la prevención y atención temprana. «Es fundamental que ante cualquier síntoma (hormigueo, pérdida de visión o del habla) lo comuniquen al 112. Una detección tardía puede suponer que estos se agraven».

Helicóptero de SUMMA 112 en Las Rozas
Helicóptero de SUMMA 112 en Las RozasGonzalo PérezLa Razón

En lo que va de año, el mes de julio ha sido el mes en el que más avisos han recibido, 122. Seguido de abril y junio con 104 y 96, respectivamente. Datos inferiores con respecto al año anterior. «Es un trabajo que va por temporada, no está ligado a una época del año. Hay turnos tranquilos, en los que igual no salimos y otros en los que podemos salir hasta ocho veces», explica Martín. En 2022 atendieron un total de 1.141 avisos. Mientras que en lo que va de año, hasta el mes de julio han sido 477. Sin embargo, no todos los avisos implican la atención de pacientes, en este aspecto en julio han sido atendidas 76 personas, 74 en abril y 77 en junio.

Con el paso de los años, estas cifras solo son el resultado de una operatividad muy rápida que no sería posible sin un equipo humano detrás. Personas que salvan vidas a diario y que con su trabajo solo pueden lanzar un mensaje de tranquilidad a la población. «Es importante que conozcan nuestro trabajo, que confíen porque todo lo que hacemos es por algo, como se debe hacer y siempre por su bien. En definitiva, estamos aquí para ellos», sentencia Navalpotro.