Muslo o pechuga

El buen comer en Galaxia-cocina Pepehillo

Destaca la merluza a la sevillana, la soberbia tortilla de ibéricos y el contundente rabo de toro en una tierra tan torera

José María, el dueño del establecimiento, cuida hasta el extremo los detalles
José María, el dueño del establecimiento, cuida hasta el extremo los detallesLa Razón

Cuando en un lugar se conjugan la estética galáctica con el mundo taurino, algo realmente singular ocurre. Cuando en cada uno de los ojos de buey del fuselaje de la nave espacial encontramos una evocadora imagen taurina, sólo pueden pasar cosas buenas.

De tal suerte en este bar llamado Galaxia se dispersa alegría en cada una de sus tres zonas. Terraza, sublime barra y acogedor comedor con reservado hacen de este lugar el más icónico de los templos gastronómicos pacenses. Con más de 40 años funcionando es toda una institución. Siempre ambientado con personajes de nivel, pues se respira tertulia de la buena y se intuye que siempre se cuece algo interesante. José María, su dueño, cuida con esmero y detallismo elevado el tramo de tiempo y cada actuación. Pura pieza de arqueología barrista, de iniciático sendero de la coquinaria de siempre, en Badajoz, hay felicidad y culto.

Todo en su armonía funciona, pero sin duda el mostrador y su magia son la verdadera alma y santo y seña de esta casa. Seguro la mejor de Extremadura, y en la lista de esas diez mejores barras de España. Dicho queda que para entrar a formar parte de esta santa lista se tienen que conjugar con maestría muchos ingredientes, presencia o estética, servicio y atención, ambiente y tronío; hasta aquí lo que castizamente sería una barra de postín.

Junto a ello, a anotar la calidad y presentación de los alimentos, la amplitud y bocados de la carta, la variedad y servicio de la fundamental parte líquida, aunque está quizá sería la parte más objetable.

Por último estaría el arte y finura del manejo del comensal por parte de los oficiantes, o infinita capacidad de seducción a un comensal viajante y a veces escéptico.

Estas dosis de gastronomía antigua están en un restaurante de producto excelso. Maravillosas chacinas y productos del cerdo ibérico, como no podía ser menos, del que destacaríamos por su calidad y excepcionalidad el exquisito lomo doblado.

Sublimes mariscos y pescados cuidadosamente seleccionados y traídos de las mejores lonjas; he de decir que aquí he tomado de los mejores percebes con aroma atlántico. El resto de la carta se compone de buenas carnes, ricas frituras, alguna sorpresa,y estupendos guisos hechos con cariño y tiempo como mandan los cánones. Destacaríamos la merluza a la sevillana, la soberbia tortilla de ibéricos y el contundente rabo de toro, compendio de un lugar de esencia tan taurina y en una tierra tan torera.

En el apartado enológico, sin ser la mayor virtud de este lugar, hay digna representación de todo lo necesario para completar el hedonismo antes expuesto.

Galaxia como símbolo en la capital pacense que no se puede dejar de visitar y que perdura, por encima de modas y nuevas propuestas como firme estandarte gastronómico de la ciudad.

No siendo una plaza de precios contenidos, si fuésemos capaces de cuantificar o valorar esa difícil ecuación que conforman el buen comer y el buen rollo, el resultado es absolutamente satisfactorio, más aún cuando irremisiblemente nuestro querido país se está inundando de restaurantes sin alma en los que impera sin vergüenza el «todo a cien» y no estoy hablando ni de bazares chinos ni de pesetas. Desde un Madrid viajeros buscamos estos maravilloso y auténticos destinos fuera de foco, en este caso planetario, del buen hacer gastronómico. Y del coraje de la buena vida. Para perderse una y y otra vez.