Medio Ambiente

A la caza de las construcciones ilegales en Madrid: El mayor foco está en El Molar, Chinchón, Mejorada, Colmenar o Fuente el Saz

La Comunidad ha restaurado una zona protegida de El Molar al demoler una construcción. Recuperar la finca, en Paraje Arroyo del Povo, ha supuesto una inversión de 414.000 euros

Imagen del proceso de demolición de una construcción ilegal en El Molar
Imagen del proceso de demolición de una construcción ilegal en El MolarComunidad de Madrid

El Molar y sus alrededores, Chinchón, Mejorada del Campo, Colmenar de Oreja y Fuente el Saz de Jarama se han convertido en focos que acumulan construcciones ilegales de viviendas o edificaciones en la Comunidad de Madrid por estar situadas en suelo no urbanizable o formar parte de zonas protegidas medioambientalmente.

Detectar alguna de ellas supone la demolición, un proceso administrativo largo hasta que logra concretarse, por garantista, pero que acaba ejecutándose, como es el último caso ocurrido en El Molar. En esta localidad, situada a 39 kilómetros al norte de la capital, la Comunidad de Madrid acaba de concluir las obras de demolición de una edificación situada en el Paraje Arroyo de Povo en una parcela de 670 hectáreas. Se encontraba en zona no urbanizable y se trataba de una construcción que estaba integrada por once instalaciones con un edificio de tres alturas sin terminar de edificar, una vivienda unifamiliar aislada y tres naves industriales.

La construcción se hizo sin ningún tipo de licencia, lo que supone un delito de ordenación del territorio y, además, se daba la circunstancia de que la edificación se había levantado en un suelo protegido, según puntualizó Sara Aranda, directora general de Urbanismo de la Consejería de Medio Ambiente, Agricultura e Interior. «Con esta actuación, se ha resuelto, por un lado, una problemática medioambiental, derivada del impacto visual del edificio en un suelo protegido. Y, también, a nivel de convivencia ciudadana, puesto que estaba siendo motivo de preocupación en la población, por la presencia de okupas y otras actividades ilegales», aseguró Aranda.

El objetivo, en el caso de la construcción localizada en El Molar, era devolver el suelo a su estado natural y realizar una naturalización de la parcela lo antes posible. Eso ha supuesto una inversión de más de 414.000 euros.

La iniciativa forma parte del plan de inspección previsto hasta este año y se calcula que en esta zona hay unas 1.500 construcciones ilegales, según la responsable de Urbanismo. «En su mayoría se trata de edificaciones de los años sesenta».

Otro foco es el que ha localizado l a Consejería de Medio Ambiente en Fuente Cárdenas, donde hay 200 edificios que incumplen la normativa y que cuentan con tamaños dispares. «Son edificios preexistentes que han devenido en ilegales y que tienen afección medioambiental porque son espacios protegidos que forman parte de la Red Natura».

Imagen de la construcción ilegal en El Molar
Imagen de la construcción ilegal en El MolarComunidad de Madrid

Ahora la Consejería de Medio Ambiente trabaja intensamente también en Chinchón, donde se ha apreciado un crecimiento de construcciones ilegales en zonas rústicas en las que se han ido creando viviendas.

También trabaja, en colaboración con la Guardia Civil, en Mejorada del Campo por los focos de edificaciones detectados en este municipio cerca del núcleo urbano que datan de los años cincuenta y sesenta y donde algunas personas han empezado a montar viviendas, cuando se trata de una zona de protección medioambiental.

Según Aranda, la Comunidad cuenta con 28 expedientes disciplinarios en marcha, otro sancionador y tres de ellos en los tribunales, un proceso largo hasta que se ejecuta la demolición.

Kilómetro cero

Pero, sin duda, uno de los grandes logros medioambientales ha sido devolver a su estado natural las parcelas con edificaciones ilegales utilizando los residuos orgánicos que había allí mismo. Es lo que se denomina «reutilización de kilómetro cero» que «no aportaban ningún tipo de perjuicio al entrono, pero sí muchos beneficios». De hecho, en el caso de la demolición de El Molar, se ha recuperado material de uso agrícola y ganadero, como pacas de paja, guano, estiércol y virutas de madera que se encontraban en las naves.

El aspecto que ofrece ahora la parcela de El Molar tras devolver el suelo a su estado natural
El aspecto que ofrece ahora la parcela de El Molar tras devolver el suelo a su estado naturalComunidad de Madrid

¿Cómo se hace todo este proceso? «Se extrajeron las pacas de paja limpias del resto de residuos como podían ser plásticos, cuerdas, etc…De igual manera se hizo con el guano procedente de las heces de paloma que había en la primera y segunda planta del edificio de tres alturas, el estiércol de caballo presente en las cuadras a ras de suelo y las virutas de madera en las naves».

Después, el guano, el estiércol de los caballos, las virutas y algo de paja se mezclaron para conseguir una mezcla uniforme que se emplearía en la restauración del talud. Así, «el guano y el estiércol ayudan a abonar la tierra aportada y favorecen el crecimiento de la hierba natural de manera más precoz. Además, el grano y las semillas que se encuentran en el estiércol, procedentes de la digestión de los diferentes animales, trozos que se caen de la boca al masticar o aquellos que no comen, generará tapiz natural al mezclarse con el estiércol y el guano en el suelo y generará tapiz natural», detallan desde la Consejería. Se da la circunstancia de que la paja siempre tiene algo de grano y eso hace que diversas aves, jabalíes o corzos acudan a ella movidos por su curiosidad y búsqueda de comida, la remuevan, volteen, etc. «Eso provoca una integración de la parcela en el entorno (naturalización-aceptación), así como una pequeña estercolación procedente de las heces y orines que estos animales pudiesen depositar. Por otra parte, se atraer fauna doméstica, ya que los ganaderos locales al ver la paja sobre la parcela pueden aprovechar y hacer que su ganado paste buscando algo de grano, así como las mejores espigas favoreciendo también el aporte de nutrientes con sus orines y heces».

Otras demoliciones

No es la primera vez que la Comunidad de Madrid realiza demoliciones por cuestiones medioambientales. Algunas de ellas han sido de gran impacto, como el del Hospital del Santo Ángel, situado en el Pinar de la Barranca (Navacerrada), una de las zonas más simbólicas del parque nacional, en la falda del Guadarrama, que se construyó hace 81 años (1941) por el Patronato Nacional de Antituberculosos. Se trata de uno de los últimos «edificios fantasma» de la sierra de Guadarrama. Ya en 1990, este edificio de grandes ventanales y luego de aspecto fantasmagórico por su situación de abandono, empezó a funcionar como hospital psiquiátrico. Se cerró en 1995 y, desde entonces, ha sido objeto de numerosos actos vandálicos.

Los trabajos se han realizado en varias fases y con ello desaparece el edificio de mayor impacto visual al paisaje de la zona en una una de las zonas más simbólicas del parque nacional». Su aspecto tenebroso ha dado lugar a multitud de historias siniestras y ha sido escenario de rituales satánicos. En septiembre de 2020, precisamente, fue noticia el caso de un joven de 29 años que quedó en estado grave tras caerse por un agujero del antiguo psiquiátrico desde una altura de diez metros, el equivalente a dos pisos. Tuvo que ser ingresado en el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda. Había quedado allí de madrugada con otros amigos de entre 25 y 30 años para beber y hacer espiritismo. Pero el lugar llevaba ya años siendo un punto de encuentro de jóvenes, especialmente durante los fines de semana, para hacer botellón y tratar de contactar con el más allá.