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Gastronomía

La cerveza, prost por ella

De Múnich a Madrid en la fiesta más popular sin necesidad de hacer las maletas

Un camarero sirve una cerveza La Razón

Rubia, negra, tostada…Aunque parezca otra cosa, no se me amontonen. Hablo por supuesto de esa bebida universal, que apetece a todas horas, y que cuando está bien tirada es de perder la cabeza: la cerveza. Refrescante, amarga, suave o con cuerpo; cada una tiene su punto y su momento. Lo notan ¿no? Sí, es ese nanosegundo en el que cierras los ojos y sientes ese placer que te recorre el cuerpo y que te provoca sin duda ese sorbo de cerveza. Sea invierno o verano, lo bien que ‘entra’ un trago de cerveza. Gloria bendita.

La cerveza es una bebida de esas que amas conforme te haces mayor. El primer sorbo a escondidas, siendo aún adolescente, sin duda te parece amargo, pero, amigo mío, es llegar la mayoría de edad y nos afiliamos a ella. Pero es que, además, la cerveza, más allá del color o del tipo, siempre tiene una historia que contar… y una ronda que compartir. ¿Quién no tiene una historia que empieza con ‘nos tomamos una cerveza’? Las cervezas son testigos de citas que no sabías si iban a salir bien, de charlas eternas en terrazas, de celebraciones improvisadas y de tardes que se convierten en noches.

Pero es que además es absoluta protagonista de una de las fiestas vinculadas a la gastronomía más populares: el Oktoberfest. Nacida en 1810 y con epicentro en Múnich, es la fiesta popular más grande de Alemania y una de las mayores del mundo. Pero es que además en Madrid tenemos la tremenda suerte de que uno de nuestros templos de la cerveza la celebra durante todo el mes de octubre para que todos tengamos la oportunidad de vivirla sin subirnos a un avión. Knight ‘n’ Squire, la mítica hamburguesería capitalina, tiene una propuesta especial con la que celebra su particular Oktoberfest. De lunes a jueves, El ‘Nait’ propone un combo formado por una pinta de Paulaner más un hot dog alemán —con salchicha Frankfurt o Bratwurst, queso, chucrut, pepinillos y mayonesa tipo kartofel— o una hamburguesa alemana —con carne, queso, chucrut, pepinillos y mayonesa tipo kartofel salad— por un precio especial de 13,90 y 16,90 euros, respectivamente. Este menú se puede disfrutar tanto en ‘El Nait’ como en su hermano pequeño, The Little Knight by Knight ‘n’ Squire, ubicado a pocos metros del estado Santiago Bernabéu. Un lujazo para aquellos que amamos la cerveza y la tradición culinaria alemana. Y es que en la cerveza, el Nait es un auténtico experto, por lo que la fiesta germana le viene como anillo al dedo. Abierto en 1974 en los aledaños de Plaza de Castilla, este local es uno de los templos cerveceros de la ciudad: cuenta con cerca de 60 variedades, entre nacionales y de importación. Con ambiente de pub tradicional, en su peculiar decoración —un santuario para los coleccionistas— se incluye una exposición de botellas y latas propia de un pequeño museo de la cerveza.

Pero seamos sinceros: reducir la cerveza a unas cuantas semanas entre septiembre y octubre es casi un pecado nacional. La bebida más democrática que existe —la que iguala al oficinista con el poeta de barra, al turista despistado con el parroquiano de toda la vida— no entiende de calendarios. La cerveza apetece siempre: en enero, cuando el frío aprieta y uno busca consuelo en la espuma; en agosto, cuando la ciudad arde y una caña fría se convierte en acto de supervivencia. Y en eso los madrileños jugamos con ventaja. Pocas ciudades tienen un repertorio tan vasto de bares, tabernas y cervecerías donde rendir culto al brebaje dorado. Cada una con su parroquia, su barra y su manera de tirar la caña perfecta. Porque, al final, los templos cerveceros cambian de acento y de barrio, pero todos comparten algo sagrado: la devoción absoluta por la cerveza bien servida. La ciudad cambia, se moderniza, se estira hacia arriba y hacia los lados, pero la caña sigue siendo su lenguaje común. Y un buen ejemplo de ello está en la renovada Plaza de España, que vive una segunda juventud y, con ella, un nuevo pulso gastronómico. Ese regreso de los ciudadanos a la plaza exigía también una oferta hostelera a la altura. Hoy, con la recuperación del espacio público, el barrio late a otro ritmo y propuestas como las del Grupo Asgaya han contribuido a dinamizarlo y a dotarlo de identidad propia. En febrero de 2025 Grupo Asgaya abrió las puertas de Cervecería Asgaya, en la esquina de Ferraz, 8. Se trata de una reinterpretación moderna de la cervecería castiza madrileña, con una gran barra cuadrada como epicentro del local, donde se sirven cañas bien tiradas, como acompañamiento de una propuesta gastronómica que gira en torno al picoteo compartido.

Y de una plaza saltamos a otra. Toca ahora la Plaza de Santa Ana, corazón palpitante del barrio de las Letras. Dicen —y no cuesta creerlo— que el mismísimo Hemingway mataba allí las horas, instalado en las sillas de una de sus tabernas más célebres, observando la vida pasar entre jarras de cerveza y conversaciones interminables. Hablamos de la mítica Cervecería Alemana, un auténtico pedazo de historia madrileña. Punto de encuentro taurino y refugio de intelectuales, por sus mesas desfilaron nombres como Valle-Inclán, Ramón y Cajal o el propio escritor norteamericano. Abierta en 1904 por un grupo de industriales alemanes en el entonces número 7 de la Plaza de Santa Ana, la Cervecería Alemana mantiene intacto ese aire de otro tiempo más de 120 años después, como si el reloj se hubiera detenido. Hoy sigue siendo uno de los templos cerveceros más reconocibles de la capital, con una oferta que combina referencias nacionales y cervezas de importación procedentes de medio continente europeo

Y, por supuesto, no podía dejar fuera a las cervezas artesanas, ese fenómeno que ha pasado de ser una rareza de iniciados a convertirse en parte esencial del paisaje cervecero madrileño. Uno de los nombres imprescindibles es Cervezas Patanel, la artesana de Carabanchel. Allí se sirve una amplia selección de cervezas de barril, y el equipo sabe cómo conducir al cliente hasta la pinta perfecta, la que se ajusta al gusto —y al ánimo— de cada uno.