Opinión
La chica de morado
La política actual se puede explicar mejor en clave de comedia de instituto que mediante sesudos análisis en lo que concierne a la izquierda
Tengo la teoría de que la política actual en la izquierda, que es donde está divertida, se puede explicar mejor en clave de comedia de instituto que mediante sesudos análisis. Algo así como aquella «chica de rosa» en modo podemita. La chica de Morado. Sinopsis: Pedro Sánchez, es el guaperas del insti, el capitán del equipo de baloncesto. Se pasea por los pasillo con sus dos amigotes, Patxi López y Félix Bolaños, dando collejas a los que ve como pringados, que son todos. Estaba liado con la animadora, Irene Montero. No estaba enamorado de ella, claro, porque él solo está enamorado de sí mismo, por eso tiene un espejo y un peine en la puerta de su taquilla, pero era la guapita recién llegada, pija pero jipi, y quedaba bien en la foto del anuario. A mitad de curso llegó la nueva, Yolanda Díaz, a la que la guapa y sus amigas miraban por encima del hombro porque como no hacía ruido y llevaba rebequita abrochada hasta el cuello, pues no le temían. Pero a la chita callando se fue soltando el pelo al tiempo que se desabotonaba la chaquetilla y, a la que se quiso dar cuenta la Montero, ya no era la reina del baile, ni la capitana del equipo de cheerleaders, y hasta le habían birlado el novio.
De pronto se sienta en la mesa del fondo, junto a los del equipo de ajedrez, y los nuevos loosers: Echenique y Pam. E Ione Belarra, su best friend desde que le dejaba llevarle el bocadillo, empieza a darle largas cuando la llama para ir al mall. Porque si la ven mucho con ella no la invitarán a las fiestas de Yoli. Fundido a negro, flashforward de la fiesta de final de curso, a Irene le da un jamacuco como a la Carrie de Stephen King. Acaba fatal.
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