Entrevista
De escritora confinada a empresaria de éxito en Maldivas
Ana Hernández escribió «Entre Azules», su tercera y última novela encerrada en una isla del Océano Índico, donde ha terminado por mudarse y vivir gracias a los viajes que organiza
«Cuando estaba en Madrid sentía que muchas de las personas que me rodeaban iban por delante de mí. Y en otras ocasiones, parecían ir por detrás. Me sentía lejos, muy lejos de la meta. [...] Ahora, con el encierro y la soledad, por fin he entendido que nadie está cerca o lejos. No hay ninguna meta. Cada uno está corriendo una carrera en su propio tiempo. Están en la carrera de sus vidas, y yo estoy en la mía. No estoy llegando tarde, ni tampoco temprano. Estoy llegando justo a tiempo». Este es solo un fragmento de «Entre Azules», la tercera y última novela de Ana Hernández Sarriá. Y lo que podría ser, un perfecto resumen de cómo se sintió después de tomar la decisión que cambiaría su vida por completo. «Tenía todo lo que te dice la sociedad que debes tener para ser feliz. Estaba lista para el siguiente paso y seguir las bases, pero me fui de viaje a Maldivas con mis amigas y desperté», confiesa la escritora a LA RAZÓN, durante unos días de descanso en la capital antes de volver al «paraíso». «He entendido que esa felicidad es para un tipo de personas, para mí lo es ahora viajar todo el rato. Esta experiencia me ha enseñado que cada uno tiene que buscar la suya».
Llegó a las islas Maldivas casi por casualidad, la primera opción que barajó con sus amigas fue Sri Lanka, pero lejos del concepto de cabañas de madera en un «resort paradisíacos» que todo el mundo espera, se enamoró de Maafushi. Una isla de arena de un kilómetro de largo, con no más de quinientos habitantes que viven de forma sencilla. También de su mar, aquel que siempre había sido un «hobby» para ella desde que su hermana mayor le regaló al cumplir los dieciocho años un curso de buceo, pero del que nunca se imaginó poder vivir. «La biodiversidad marina que tiene la isla es una locura, con un snorkel básico puedes ver tortugas, mantas o rayas en la barrera de coral. Pero lo que más me impactó fue nadar con delfines». Unos días le bastaron para tener más felicidad y adrenalina de los que había tenido en cinco años en Madrid o en Nueva York, donde vivió ocho. Fue justo en su regreso a la capital, extasiada y en una nube, cuando tomó la gran decisión: vivir en la isla.
Después de siete meses como guía, la pandemia explotó y en ella encontró la excusa perfecta para sentarse a escribir. «Sabía que quería hacerlo sobre los sentimientos que estaba viviendo en Maldivas; sobre la felicidad y la libertad de la gente de allí. No he conocido a nadie tan feliz como ellos», y añade, «y recordé que tenía las memorias que mi abuela escribió en un diario durante la Guerra Civil». El resultado fue una historia cruzada narrada por una nieta y su abuela. Dos mujeres de generaciones diferentes viviendo dos hechos históricos que han marcado un antes y un después en la vida de todos. Una pandemia mundial vivida en un país donde se podía caminar libremente; donde no accedían barcos ni personas, para evitar la entrada del virus y donde sus habitantes se alimentaron de lo que pescaban durante mes y medio. Frente a los recuerdos de la Guerra de Civil, contados en primera persona por una niña de familia acomodada. Escribirla fue según la escritora todo «un huracán de emociones». A la distancia con su familia, se sumó la muerte de su abuela a causa del virus y choque emocional que supuso para todos la pandemia. «Cuando regresé a Madrid en julio de 2021, detestaba la novela. Esperaba que me abriera camino en el mundo editorial, pero no quería oír hablar de ella y no creía que la gente quisiese leer sobre el covid. Estaba en el peor momento de mi vida, mi madre también falleció a causa del coronavirus», confiesa.
Sin embargo, fueron los mensajes de sus lectoras los que le ayudaron a recomponerse y sacar el lado positivo de la situación. «Recibí muchísimos mensajes sobre algo que había pasado por alto, importante para la sociedad y que trato en la novela: la maternidad. La decisión que toma la hermana de la protagonista de la novela de ser madre soltera». Inspirada en su hermana, a quién no pudo acompañar en el proceso por la pandemia, su relato llevó a que muchas mujeres de su edad se replanteasen esta posibilidad cuando antes no lo habían hecho. Fueron las muestras de cariño lo que le llevaron a reencontrarse con la isla el pasado verano.
Después de sorprender sus amigos maldivos con el manuscrito de un libro que hablaba sobre ellos, una amiga le sugirió organizar un viaje para conocer los escenarios y los personajes de «Entre Azules». Después de vender las dieciséis plazas en 48 horas, vinieron muchos grupos más. A día de hoy son casi dos mil las personas que han disfrutado de sus viajes, semana tras semanas, y en los que ha colgado el cartel de completo hasta el próximo mes de mayo. Las redes sociales han sido en gran parte responsables de esta revolución y de tal éxito, que le obligó hace solo unos meses a abrir su propio hotel en Maafushi. En cuestión de un año, se ha convertido en una empresaria de éxito, con un equipo de nueve personas que trabajan con ella, día tras día y casi sin descanso, por este sueño que nació en esa pequeña isla del Océano Pacífico.
«Todo el mundo ve el escenario azul y lo bonito del viaje en redes, pero hay mucho trabajo y noches sin dormir detrás. Ha sido un proceso increíble, no puedo estar más agradecida, pero no ha sido nada fácil», asegura. Si bien es un viaje de ensueño, lo que Hernández busca con ello es acercar el mar a todo el mundo y aprender sobre la importancia que tiene el en nuestras vidas y la conexión con la naturaleza. «Cada semana vienen viajeros sin tener ni idea de la importancia que tiene el mar en nuestras vidas y se van con los ojos abiertos». El cambio climático no puede ser más palpable en la isla, donde barreras de corales se ponen blancas y mueren o las migraciones de los animales cambian a causa de ello. «Está afectando muchísimo lo que estamos haciendo al planeta y no es hasta que estás en contacto con la naturaleza, cuando eres consciente de ello».
Su objetivo es cada año abrir un nuevo destino Entre Azules, seguir ayudando a la gente local y enseñando que el mar no es peligroso. Tras una primera inmersión con con delfines, tortugas y tiburones ballena en Maldivas, el cuerpo pide más. Este año han comenzado los viajes a Baja California, donde ya han viajado dieciséis grupos y donde es posible el avistamiento de ballenas y acercarse a cetáceos de mayor tamaño. Mientras que el año que viene, esperan poder abrir las plazas para viajar a Islas Mauricio, donde poder nadar con cachalotes y ballenas jorobadas. «Lo que nos diferencia es que no existen agencias de viajes donde el objetivo final sea siempre el mar. Por eso, en cada destino trabajamos con ONGS y fundaciones que ayudan y estudian el mar donando parte de nuestros beneficios». Cada uno de los destinos Entre Azules estarán acompañados por una novela; el borrador de la segunda que estará ambientada en México ya está escrito.
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