Historia

Felipe II e Isabel Clara Eugenia: unos preparativos y un libro (I)

Isabel fue la hija favorita de Felipe II. Tuvo otra, Catalina Micaela, a la que también adoraba, que partió para Saboya

Retrato de Felipe II
Retrato de Felipe IIMuseo del Prado

El pasado 17 de enero de 2025 se celebró en la Diputación de Valladolid y bajo la presidencia de don Conrado Íscar Ordóñez, presidente de la institución la «Primera reunión de expertos» con motivo de la organización de la Conmemoración del V Centenario del nacimiento de Felipe II en el palacio Pimentel de la ciudad de Valladolid.

Convocados varios historiadores especialistas en el reinado, se presentaron las líneas maestras que proponía la Diputación para celebrar en el año 2027 esa efeméride. Así, alrededor de cinco grandes ejes se podrían organizar los actos sociales, científicos, culturales y de divertimento: Historia y política del reinado; Arte y arquitectura; Gastronomía y tradiciones; Teatro, música y literatura; Recreaciones históricas y participación comunitaria.

Estos cinco ejes podrían haber sido otros, pero con lo propuesto se cubría cualquier demanda de conocimiento de lo acaecido en aquel reinado. En segundo lugar, la Diputación amparaba tanto los saberes científicos, cuanto los culturales o los de entretenimiento en las plazas de los pueblos de Castilla y León. Que el mundo académico no se asuste: a su alrededor ha de girar el conocimiento, qué duda cabe, pero la Diputación tiene una suerte de obligación de generar riqueza y despertar el interés por la vía del turismo, la gastronomía, la etnografía y lo que la imaginación potencia alrededor del Renacimiento. Porque, desde luego, a la provincia de Valladolid no le faltan lugares vinculados con Felipe II, desde el Palacio Pimentel, al Archivo General de Simancas, todo en las tres Medina(s); la administración de Justicia registrada en la Chancillería, o los usos cotidianos de la vida, en los protocolos notariales. Sacar todo ello a la calle, meterlo en palacios, claustros, iglesias o plazas, invadir los hogares con producciones televisivas o cualquier otro tipo de exposición, incluida la digital, y en fin, darnos vida a los científicos por medio de la divulgación del conocimiento, acaso a todos nos venga bien. Construir, deliberadamente, un verdadero y cabal Felipe II para la población del siglo XXI. Siempre ha pasado lo mismo: cada generación (si lo ha hecho) ha demandado su discurso histórico. Responsabilidad de los historiadores-científicos, no de los contadores de historias, es el ordenar ese conocimiento que debe caer como una pertinaz lluvia fina para calar en la población.

Tanto a la Diputación cuanto a los científicos presentes asaltaba la misma duda: la premura del tiempo. Pero, igualmente, la ilusión y la coordinación podrán soslayar los problemas que se susciten.

De los epígrafes aludidos, acaso se pueden echar en falta otros enunciados. Algunas ausencias pueden ser saludables (¡por fin no se habla de la Leyenda Negra; esto es, se ha superado el complejo!) y otros aspectos de importancia pueden tener cabida transversalmente en los epígrafes reseñados, porque en último término, la reflexión hecha por el equipo de cultura de la Diputación ha empezado por ser de alta calidad y esmerado. Otros lo harían de otra manera, como siempre: pues que lo hubieran hecho antes (algunos lo hicieron con las Sociedades Estatales de Conmemoraciones Culturales, pero no hay lugar a la comparación).

Como antes lo hubo hecho el profesor Enrique Martínez Ruiz que con su admirable capacidad de trabajo, su prosa pausada y, en general, su rigor y seriedad científicos, redactó para La Esfera de los Libros un monumental Felipe II, hombre, rey, mito en 2020 y ahora acaba de publicar una suerte de continuación de aquellas 838 páginas que como las firmaba un Martínez, tal vez no fueran las de «la biografía definitiva».

Efectivamente a finales del 2024 salió a la luz «Isabel Clara Eugenia. Favorita del rey, gobernadora de Flandes». No te asustes lector: «favorita» porque fue la hija favorita del rey, no por otra cosa.

Y, efectivamente, Isabel Clara Eugenia fue la hija favorita de Felipe II. Tuvo otra, Catalina Micaela, a la que también adoraba, que partió para Saboya para casarse con Carlos Manuel I, y que murió muy joven en Turín, a los 30 años de edad.

Ambas eran hijas de Isabel de Valois, la esposa que rubricó en el tálamo conyugal la paz de Cateau Cambresis, la certificación de la derrota de Francia después de San Quintín. Por cierto que los primeros versos de Cervantes están dedicados al nacimiento de Catalina y los primeros impresos, a la muerte de Isabel de Valois. Murió de sobreparto a los 23 años. Se había casado con Felipe II cuando este, dos veces viudo ya, tenía 32 años y ella, núbil doncella, 14.

(Continuará)