Entrevista
«El hambre es una amenaza real que afecta a la paz y seguridad global»
El responsable del proyecto «Hambre y Conflicto» defiende un alto al fuego estable y permanente para realizar las operaciones humanitarias
L A RAZÓN habla con Rafael de Prado, el madrileño y exjefe de la Oficina de Acción Humanitaria de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y responsable del proyecto Hambre y Conflicto de Acción contra el Hambre.
Dicho proyecto en el que Rafael de Prado está inmerso se centra en cinco contextos internacionales: Palestina, Mali, Níger, República Democrática del Congo y Colombia. Pero en este caso, desde Madrid dirigen las operaciones, donde se coordina toda la red que actúa en los países mencionados. «Aunque estemos presentes en otros lugares como París, Londres o Nueva York, la red la llevamos principalmente aquí, siendo un lugar que ocupa un peso muy fuerte en la organización».
En 2018 hubo una resolución (24/17) dentro del Consejo de Naciones Unidas que puso de manifiesto la importancia de luchar contra las situaciones de violencia y conflicto para mitigar los efectos en el hambre, pues «es una amenaza real que afecta a la paz y seguridad global».
Según explica Rafael de Prado, hay tres factores centrales en situaciones de hambre severa que, dentro de los cinco niveles de seguridad alimentaria, ocupan las posiciones 3, 4 y 5. Desde la situación de crisis y emergencia hasta la hambruna se encuentran el conflicto y otras formas de violencia; la degradación medioambiental y consecuencias de cambio climático; y problemas económicos. «En Gaza vemos el claro ejemplo de la degradación ambiental debido al conflicto y la violencia», objeta. En este sentido, Acción Contra el Hambre no solo se centra en el análisis de las causas de estas situaciones extremas de hambre sino también en llevar a cabo oficios e información para la toma de conciencia sobre lo que está ocurriendo.
También, a propósito de las alarmantes noticias sobre la escasez de agua en Palestina, la FAO confirmó que junto a la de alimentos, esto también forma parte de los principales problemas para la población de Gaza. Por su parte, el experto entrevistado informa de que la falta de agua también forma parte de esta amenaza y ya están habiendo reuniones para abordar el tema: «Al final, lo que vemos en situaciones como Palestina es la utilización del agua como arma de guerra, y lo tratamos en paralelo con otras iniciativas en curso».
Rafael de Prado, en nombre de la organización, apela al cumplimiento de la legalidad internacional y compromisos adquiridos por los estados para proteger a la población civil: «Son las normas de la guerra, el derecho internacional humanitario», comenta. Esto, dice, «se va consiguiendo poco a poco, se ve que cada vez tiene más aplicación, pero todavía queda un gran recorrido».
Existe un gran debate técnico con respecto al índice de clasificación de inseguridad alimentaria en Palestina, es decir, si se considera hambruna, detalla de Prado. Sin embargo, él lo tiene claro: «La situación es muy crítica y tiene que haber un alto al fuego para poder tener un acceso humanitario suficiente. No solo basta con que los camiones entren en la franja, sino que también puedan moverse dentro en unas condiciones mínimas de seguridad, sin impedimentos, con permisos de trabajo y visados que faciliten las operaciones humanitarias que den respuesta a los problemas más urgentes de la población civil». Un alto al fuego estable y permanente es lo que defiende el responsable de este proyecto, pues desde su experiencia, más allá de consideraciones técnicas, «la situación es de extremada gravedad y debemos tomar conciencia», añade.
Entorno estable y seguro
El hecho de que estos alimentos no tengan un acceso garantizado supone un riesgo para todos, tanto para la población civil palestina porque no recibe ayudas en cantidad y calidad suficiente, como para los propios trabajadores humanitarios que están en unas condiciones muy volátiles. «El énfasis también se necesita dentro de la franja, por ejemplo, con combustible suficiente para que los camiones se puedan mover, zonas seguras donde operar, trabajadores en condiciones seguras y protegidas con infraestructuras e instalaciones básicas, etc. para responder a las enormes necesidades inasumibles a día de hoy a más de dos millones y medio de personas». En un mercado que funciona de forma intermitente y poco fluida, dice de Prado, «hay una enorme dependencia de la ayuda humanitaria».
Actualmente en la franja asisten 20 trabajadores locales de Acción Contra el Hambre, «aunque la estancia fluctúa mucho porque la situación es complicada». «Nuestros colegas en territorio ocupado palestinos son el grueso de nuestras operaciones; luego tenemos expatriados muy condicionados a autorizaciones, por ejemplo, del tema del visado, que está siendo muy restrictivo y limita las posibilidades de llevar más personal».
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