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La historia de un barrio con mucho orgullo
Con motivo del Orgullo Madrid 2023, la región ofrece visitas guiadas para conocer el origen de Chueca
El barrio de Chueca está de celebración. Desde hace unos días, se vienen llevando a cabo actos y festividades con motivo de la semana del Orgullo gay y del Día Internacional del Orgullo LGTBIQ+. El miércoles 28, fue su día grande, pero la fiesta se alargará durante todo el fin de semana. Esta tarde, desde las 19:00 horas, tendrá lugar su manifestación, el acto central de esta celebración, bajo el lema «Abrazando la diversidad familiar: iguales en derechos». Un encuentro que convoca de manera recurrente a unos dos millones de personas, lo que la convierte en una de las más multitudinarias de Europa y de las más numerosas del mundo. Mientras que mañana, tendrá lugar el acto de clausura, el último de Madrid Orgullo. Pero no siempre ha sido uno de los barrios más exclusivos y caros de la ciudad; el que más turistas mueve y más dinero deja en los comercios. Han pasado muchos años y muchas cosas para que esta zona se haya convertido en lo que es hoy: referencia internacional y con gran reconocimiento por su fiesta del Orgullo. Es precisamente esto, conocer la historia de un barrio que se encuentra viviendo su máximo esplendor, lo que busca Madrid Turismo con sus visitas guiadas. Una vuelta a su pasado, un recorrido por sus calles y la historia de los personajes que vivieron en él o cómo ha sido su evolución a lo largo de los años, indispensables para entender en lo que se ha convertido hoy en día.
Lo primero es entender la importancia de su disposición. A raíz de su nombramiento como capital en 1561 por Felipe II, se desborda. Por entonces, esta zona de la ciudad se caracterizaba por ser una mezcla de barrio obrero, presencia de muchas huertas, conventos y algunos palacios. La vida del barrio cambia por completo con la construcción de la Gran Vía en 1924, el proyecto más importante hasta la fecha por ser la primera avenida monumental que iba a tener la ciudad y que conectaría la antigua estación de Medio Día –actual Estación Puerta de Atocha- con la del Norte –Príncipe Pío-. Su construcción, inspirada en los bulevares franceses y que se caracterizaba por la presencia de bancos, escaparates y galerías provocó que se derribasen 300 casas y 20 iglesias.
Una de sus calles principales, la de Fuencarral, y encargada de separar el barrio de Chueca con el de Malasaña es el fiel reflejo arquitectónico de lo que fue en su día gracias a sus edificios con corralas y balconadas. Mientras que en el el número 44 encontramos la Ermita Humilladero Virgen de la Soledad, de los pocos que se han salvado en Madrid y que servía de espacio de rezo para todos aquellos que salían de la ciudad. En una de calles paralelas, la de San Honofre, donde encontramos uno de los monasterios que aún queda en pie: El Convento de Don Juan de Alarcón. En él está enterrada una de las copatronas de Madrid, la Beata Mariana de Jesús. El barrio perdió este esplendor durante el franquismo y los años posteriores a la muerte del dictador, cuando se convirtió en una de las zonas más peligrosas y degradadas de la ciudad, a pesar de su privilegiada situación. A consecuencia de ello, los precios de los alquileres bajaron y esta fue una de las principales razones por las que la comunidad gay y lesbiana lo escogieron como zona para vivir. A pesar de que la inseguridad y la marginalidad en torno a la Plaza de Chueca, uno de los mercados de la heroína en Madrid, aún era patente a comienzos de los 90.
La apertura de locales comerciales y de ocio fueron claves para el comienzo de la transformación del barrio. Sin embargo, la ciudad se despedía de los años ochenta con bares LGTBI aún de tintes clandestinos y oscuros con timbre o mirilla. El Café Figueroa, la librería Berkana o el Black & White son algunos de estos locales, que puntos de encuentro para la comunidad gay y cuyos propietarios lucharon para que el barrio prosperara. Mili Hernández es la propietaria de la librería LGTBI de Madrid, y casi sin ser consciente de la trascendencia que tendrían se convirtieron en los primeros en colocar una bandera arco iris en la puerta. La calle Pelayo se convirtió en el lugar más variopinto de todo Madrid. Los negocios de toda la vida, casas de comidas, floristerías o zapaterías convivieron desde el primer momento con una tienda de sadomasoquismo o un bar de alterne.Entre muchos otros pioneros, están Miguel Ángel Sánchez -presidente de COGAM-, Alfonso Llopart, Miguel Ángel Fernández, Jordi Petit o Pedro Zerolo. Este último, por entonces presidente de los colectivos de gays y lesbianas de toda España, era un joven abogado y activista que consiguió juntar a los miembros para un proyecto común que acabaría siendo el alma de Chueca y el movimiento LGTBI. Un movimiento asociativo que abrió la puerta a los comerciantes y a los primeros grandes empresarios del mundo LGTBI.
Sin embargo, no fue hasta 1994 cuando la primera gran reivindicación de Chueca salió a la calle. Una festividad que tuvo su origen en Stonewall (Nueva York), el 28 de junio de 1969 como un movimiento por los derechos de personas homosexuales, bisexuales y transexuales que consiguió establecer los valores de la tolerancia en todo el mundo. En España, la primera marcha del Orgullo se celebró en 1977 en Barcelona y a Madrid llegó un año después. Estos primeros movimientos contaban con apenas varias decenas de miles de personas. En la primera manifestación del Orgullo LGTBI de Chueca, apenas contó con 500 participantes en una marcha que discurrió desde Tirso de Molina a la Puerta del Sol. La segunda ya reunió a unas dos mil en un recorrido que se inició en la Puerta de Alcalá y acabó en Sol. Durante los días de celebración el barrio se llenaba, pero todo cambió cuando llegó el Europride en 2007. Entonces, el Orgullo LGTBI se desbordó con más de 250.000 personas y la marca Chueca adquirió un carácter internacional.
La fiesta, la libertad de ser y vivir como quieras y la reivindicación se dieron la mano en una de las mayores transformaciones sociales de un barrio en apenas una década. Una ventana al mundo de toda la expansión de la visibilidad LGTBI. Desde entonces el Orgullo LGTBI va ligado a la recuperación del castizo barrio como epicentro de la diversidad y la tolerancia. Sus calles se caracterizan en la actualidad por la presencia del arte, comercios y sus plazas -de Chueca, de Pedro Zerolo, Santa Barbara y del Rey- vuelven a estar concurridas y llenas de esa vida de barrio que un día tuvieron.
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