
Cultura
Los lugares de Madrid más famosos que han servido como plató natural de superproducciones
Lo mismo han sido escenarios de películas de la antigua Roma, como de Grecia o el Oeste americano

Madrid celebra este año su legado como uno de los grandes escenarios cinematográficos del mundo. En Colmenar Viejo, se conmemoran 60 años del rodaje de La muerte tenía un precio, el emblemático spaghetti western de Sergio Leone protagonizado por Clint Eastwood. Esta localidad madrileña no solo acogió esta obra maestra, sino que también se consolidó como uno de los principales platós naturales de España, compartiendo protagonismo con Almería y Esplugues.
La Dehesa de Navalvillar de Colmenar, por ejemplo, se convirtió en 1955 en un paisaje clave para Alejandro el Magno, la primera gran superproducción de Hollywood filmada en el país. Dirigida por Robert Rossen y protagonizada por Richard Burton, esta película inmortalizó las colinas y praderas de la zona como un escenario épico.
En 1958, Colmenar Viejo fue pionero en la creación de un decorado desmontable de ciudad del lejano oeste para La rubia y el sheriff de Raoul Walsh. A partir de ahí, no hubo vuelta atrás: directores como Stanley Kubrick, Orson Welles y Win Wenders se dejaron seducir por la versatilidad de estos paisajes, que podían transformarse en la antigua Roma, Grecia o el árido Oeste americano.
Sergio Leone, uno de los mayores enamorados de la región, dejó su huella con películas como Los últimos días de Pompeya, rodada en la Plaza de Toros de Colmenar en 1959, y El coloso de Rodas, filmada en Manzanares El Real. Sin embargo, sería con Por un puñado de dólares y El bueno, el feo y el malo que las tierras de Hoyo de Manzanares y Colmenar Viejo alcanzarían fama internacional, con las inconfundibles notas de Ennio Morricone de fondo.
En los años 60 y 70, Colmenar Viejo fue testigo de rodajes de grandes epopeyas como las batallas de Espartaco o escenas de Campanadas a medianoche. Actores como Charlton Heston, Anthony Quinn y Sofía Loren desfilaron por sus paisajes, mientras que producciones como Tristana de Luis Buñuel o el debut de Pilar Miró aprovecharon los estudios y decorados de la región, tal y como informa Efe.
A pesar del declive del western europeo, Colmenar Viejo mantuvo su esencia cinematográfica. En los años 90, un poblado mexicano construido para la serie El zorro revivió su historia, y en 2016, Parada en el infierno de Víctor Matellano marcó el último capítulo del lejano oeste madrileño antes de que el decorado fuera desmantelado en 2021.
Hoy, gracias a iniciativas como la ruta "Comunidad de Madrid, Territorio Far West" de Film Madrid, se rinde homenaje a los 36 municipios que han servido como escenario de grandes producciones. De la Casa de Campo en Madrid a Chinchón, la región sigue siendo un testigo vivo del paso de las estrellas y las cámaras.
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