
Selectividad
Los mejores de la PAU: “Quiero usar la IA para hacer el bien y ayudar a las personas”
Santiago Quemada y Mariana Sánchez, dos alumnos madrileños de institutos de Pozuelo y Majadahonda, obtienen la máxima calificación

Santiago Quemada del Pino, alumno del colegio Retamar, de Pozuelo de Alarcón, y Mariana Sánchez Alonso-Sañudo, del instituto Carlos Bousoño, de Majadahonda, han conseguido las mejores calificaciones de Madrid en la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU): un 10 sobre 10.
“Estoy súper feliz”, cuenta Santiago a LA RAZÓN, que ha cursado el Bachillerato de Ciencias Tecnológicas. Presentarse a la PAU (antigua Evau o Selectividad), le resultó exigente, pero también una experiencia enriquecedora: “Me parece que se estudian cosas muy importantes, como la Historia de España, que es fundamental para entender lo que pasa en el país y en el mundo”.
Su vocación se inclina hacia las disciplinas técnicas y ahora valora dos opciones cuando piensa en matricularse en la universidad: “Me gusta muchísimo una carrera que está en ICAI, Ingeniería Matemática con Inteligencia Artificial, porque compagina las mates, que me fascinan, con la IA, que es lo que va a cambiar el mundo”, señala. Pero para él, lo más importante no es solo la innovación, sino su impacto: “Me encantaría poder ayudar a que la inteligencia artificial sirva al mundo y que pueda ayudar a muchas personas a hacer mucho bien”, afirma convencido.
También contempla la posibilidad de estudiar Ingeniería Aeroespacial en la Politécnica de Madrid. Aunque Santiago no descarta orientar su carrera profesional por otros derroteros que en nada tienen que ver con las dos opciones que ahora tiene sobre la mesa y en las que quiere matricularse: “Siempre me ha encantado la hostelería. Me gusta viajar, conocer gente y poder dar a otros grandes experiencias en restaurantes u hoteles”, explica. “No tiene nada que ver con lo que voy a estudiar, pero quién sabe si en algún momento oriento mi carrera profesional hacia ese sector”.
Sobre el reciente cambio en la PAU, que este año incluía como novedad un 20 % de contenido competencial, valora que se pida aplicar los conocimientos, especialmente en materias científicas: “En matemáticas, por ejemplo, el ejercicio competencial requería más razonamiento y menos repetición mecánica, y eso está bien”, opina. Aun así, considera que los cambios no han sido tan drásticos como otros años. “En Historia, por ejemplo, ahora hay que estudiar todo el temario, y me parece justo, porque te permite demostrar más conocimientos, a diferencia de lo que ocurría el año pasado”.
Santiago no es precisamente de los alumnos que pasan todo el día encerrado en su habitación entre libros, pero tiene claro que lo que le ha permitido alcanzar tan buenos resultados es la constancia. “No se trata de estudiar 13 horas los días antes, sino de trabajar desde el primer momento, con constancia y compaginándolo con familia y amigos”, subraya. Y en este punto aprovecha para mostrar agradecimiento a su entorno: “Mi familia, mis amigos y mis profesores del colegio, que han sido buenísimos...”, dice.
En su tiempo libre, se relaja con amigos y viendo fútbol. “Lo importante es encontrar ese punto medio. Estudiar mucho, sí, pero también disfrutar del proceso”, resume.
Mariana Sánchez, que ha estudiado el bachillerato de la modalidad de Música y Artes Escénicas, tampoco podía ocultar su alegría al conocer los resultados porque no se esperaba obtener la nota máxima. “Salí contenta de todos los exámenes menos de uno, literatura dramática. Pusieron un comentario muy moderno, postmoderno, y no estaba muy segura de lo que había hecho”.
Su camino no pasa por la ingeniería ni por la tecnología, sino por las artes. Mariana ha estudiado música desde pequeña y ahora se prepara para iniciar un grado de interpretación de música moderna, especializado en piano. “Voy a una escuela privada porque no hay oferta pública en esta especialidad. He tocado clásico toda la vida, pero me estoy centrando en el jazz, que es lo que quiero hacer”.
A pesar de tener claro que quiere orientar su formación hacia el mundo de la música, mantiene la mente abierta al futuro: “Siempre he soñado con tocar el piano para la gente y dar conciertos. Pero me gustan muchas cosas, dentro y fuera de la música. No tengo ni idea de dónde estaré en unos años”, cuenta a este periódico.
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