Historia
A Platerías Martínez se lo llevó la piqueta
Una fábrica de objetos de plata, que «se tuteaba» con el Museo del Prado, y que hoy forma parte del recuerdo arquitectónico de Madrid
El Paseo del Prado, patrimonio de la Humanidad, podría tener un plus. Otras edificaciones que unir al Museo del Prado o al Observatorio, o al Real Jardín Botánico... Hablamos de lo que fue la Real Fábrica de Platerías Martínez. Una institución que se inauguró hacia 1792 y estuvo en funcionamiento más de 70 años como fábrica. Todo hasta que fue derribada en 1920.
La Real Fábrica de Platerías Martínez era una construcción de estilo neoclásico, con un pórtico en la fachada y dos torreones laterales que servían como depósitos de agua. Una idea ingeniosa -y técnica- pero que, en conjunto, le hacía parecer más un monumento que una fábrica de objetos de plata... y un centro de formación profesional, en aquella época, pues allí algunos jóvenes aprendían el oficio de platero.
Todo aquello comenzó a desmoronarse cuando en 1866 los sucesores de Martínez pusieron en venta la fábrica. Ante la ocasión, el Estado compró el edificio en 1884 e instaló allí las oficinas de la Deuda Pública. Una buena jugada... pero aquello no fue suficiente para sacarlo de la ruina. Debido a su mal estado de conservación, en 1907 se sacó a pública subasta. Los nuevos propietarios lo derribaron. Fachada neoclásica incluida. Unas columnas que hoy en día se pueden apreciar en Valencia. La columnata del pórtico fue vendida y trasladada a esa capital, a instancias de su Círculo de Bellas Artes
Y es que en este espacio urbanístico del Salón del Prado, considerada la gran obra ejecutada en el reinado de Carlos III, bajo proyectos de José de Hermosilla, se levantaron notables edificios y se apostó por un gusto neoclásico de la mano de arquitectos de renombre como Francisco Sabatini, Ventura Rodríguez o Juan de Villanueva. Allí, entre esos edificios para la historia, se construyó la Real Fábrica de Platería, conocida popularmente como «Platería Martínez».
Fue en el año 1792 cuando comenzó a edificarse el neoclásico edificio, que albergaría fábrica y escuela, propiedad del maestro platero Antonio Martínez Barrio.
Con el paso de los años, el arquitecto municipal Juan José Sánchez Pescador, tomó el encargo de agrandar el edificio de la Platerías de Martínez
Las obras, que terminaron en el año 1836, dotaron al edificio de un nuevo almacén, ampliaron la vivienda de sus propietarios y proporcionaron un espacio para la instalación del novedoso espectáculo llamado Diorama. Una curiosa atracción que añadía un plus al conjunto.
La expresión diorama proviene de las palabras griegas: día, luz y visión, siendo un juego visual, al fin y al cabo, en el que se juega con la perspectiva. Con la ilusión podríamos decir también.
Louis-Jacques-Mandé Daguerre, inventor también del daguerrotipo, había estudiado a fondo la sensación de profundidad de las imágenes e ideó en el año 1822 un paisaje tridimensional, ubicado ante un fondo en curva y pintado de tal forma que simulara un entorno real, a lo que añadió efectos de iluminación y puso por nombre diorama. Todo ello se expondría en una gran maqueta, en aquel edificio de Platerías Martínez, que estaba acompañada por sonidos y otros oportunos efectos. Lo que se podía ver era el monasterio de El Escorial, por un módico precio, eso sí, y descuentos para los niños.
De todo aquello queda lo que cuentan los libros. En los años 20 del siglo XX el edificio, que amenazaba ruina desde hacía tiempo, fue derruido. En su lugar se levantó una nueva construcción que fue hotel en tiempos ya de la Guerra Civil y albergó a altos mandos soviéticos en aquel Madrid. Hoy, si vamos a este lugar, encontraremos en su pavimento unas formas geométricas más oscuras que indican el lugar en donde se ubicó esta fachada neoclásica y sus columnas. Poco más.
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