Covid-19
Ruiz Escudero: «La ministra Montero me llegó a decir: ‘‘consejero, ¿qué hacemos?’’»
El consejero madrileño de Sanidad durante la pandemia lamenta que «no solo teníamos que gestionar la crisis sanitaria, sino contrarrestar los ataques del Ejecutivo»
La gestión de la pandemia en Madrid fue un desafío sin precedentes marcado por la urgencia, la falta de recursos y la presión constante. El entonces responsable de gestionar la sanidad madrileña recuerda los 103 días de trabajo ininterrumpidos en los que la Consejería de Sanidad trabajó sin descanso para garantizar la atención a los pacientes. Cuenta cómo vivió aquellos momentos críticos, las decisiones más difíciles que tuvo que tomar, se emociona cuando recuerda la pérdida de compañeros y reflexiona sobre el legado de aquella etapa en la que también tuvo que responder a los ataques del Gobierno central durante uno de los episodios más críticos que ha enfrentado nuestro sistema de salud en los últimos tiempos.
Han pasado cinco años desde que gestionó una de las mayores crisis sanitarias en Madrid. ¿Cómo se ven las cosas desde la distancia?
Fue un momento tremendo no solo desde el punto de vista sanitario, sino también social, económico y familiar. Madrid estuvo a la altura, a pesar de contar con un Gobierno central que jugó en contra desde el primer momento. Se vivieron momentos clave, como el 8 de marzo, la apertura del hospital de Ifema, la realización de test de antígenos, la aplicación de las zonas básicas de salud y otras decisiones técnicas. Siempre actuamos midiendo bien la situación, apoyados por expertos, con la inestimable respuesta de los profesionales sanitarios y la responsabilidad de los madrileños.
¿En qué medida la administración central les dificultó la gestión de la pandemia?
Desde el principio lo vimos claro: cada vez que dábamos un paso, el Gobierno central se oponía. No solo teníamos que gestionar la crisis sanitaria, sino también contrarrestar los ataques del Ejecutivo en distintos niveles: el Consejo Interterritorial, los medios de comunicación, etc. No entendimos esa oposición, que personalizo en Salvador Illa y Fernando Simón, quienes actuaron como marionetas de Pedro Sánchez, anteponiendo la ideología a la gestión sanitaria de la pandemia.
¿Cuál fue la decisión más difícil que tuvo que tomar durante la pandemia?
Hubo muchas decisiones difíciles, pero la más complicada fue la creación del hospital de Ifema. En ese momento, la sanidad madrileña, con todos sus recursos públicos y privados, estaba al límite. Habitualmente teníamos entre 13.000 y 14.000 ingresados, pero las estimaciones indicaban que podríamos llegar a 22.000. Necesitábamos un recurso adicional y decidimos montar el hospital de Ifema el 19 de marzo. En solo 48 horas ya recibía pacientes y en siete semanas atendió a 4.000 personas, lo que permitió liberar camas en otros hospitales. Recuerdo que Juanjo Pérez Blanco, junto con el equipo de Ifema, hicieron un trabajo excepcional. Eduardo López-Puertas, director de Ifema, lideró una respuesta impecable. Los fontaneros instalaron 35 km de tuberías para oxigenoterapia en tiempo récord. Llegó a alcanzar un pico de 1.370 ingresados, el doble de la capacidad actual del Hospital La Paz. Además de Ifema, también habilitamos 14 hoteles medicalizados para liberar camas hospitalarias.
El modelo Ifema se tomó incluso como referencia en otros países...
Sí. De hecho, una semana después de su apertura, el Rey visitó Ifema y destacó que era una tarjeta de presentación de España ante el mundo. La Casa Real se comportó de manera ejemplar durante la crisis, contactando con gerentes de hospitales para dar ánimos. En otros países, como Reino Unido y China, se intentaron modelos similares, pero no tuvieron el mismo éxito. Además, la OMS reconoció a Ifema como un hospital de campaña ejemplar y un modelo de gestión eficiente, lo que marcó un punto de inflexión en la percepción de la respuesta madrileña ante la pandemia.
Y luego vino el Zendal. ¿Sigue teniendo sentido que se hiciera pensando en futuras pandemias?
Nadie sabe cuándo se producirá la próxima, pero es previsible que ocurra. Tener una infraestructura flexible cerca del aeropuerto de Barajas es una ventaja. Nosotros sabíamos que habría una segunda ola y, de hecho, hubo hasta siete. El hospital Zendal cumplió una función fundamental en ese contexto, actuando como un centro de emergencias para pacientes derivados desde urgencias, lo que permitió liberar camas en los hospitales para los casos más graves. Además, contó con la UCRI más grande de Europa, con 96 camas, y puestos de UCI que rondaban los 16. Gracias a su estructura flexible, se pudo adaptar a diferentes necesidades y atender a más de 10.100 pacientes ingresados, además de servir como centro de vacunación para más de 2.200.000 madrileños.
Tuvimos dos pabellones llenos con más de 700 pacientes. En plena crisis, se tomó la decisión de comenzar la vacunación. Contar con un hospital así nos permitió hospitalizar, vacunar y adaptarnos rápidamente a las necesidades del momento. Además, cuando llegaron refugiados de Ucrania en mal estado de salud, el Zendal también cumplió un papel esencial. Hoy en día, es probablemente el centro asistencial de ELA más importante en su especialidad en toda España.
[[H3:«Illa y Fernando Simón actuaron como marioneta de Sánchez anteponiendo ideología a la gestión sanitaria]]
¿Habría gestionado la pandemia de manera diferente ahora que han pasado cinco años?
Sí, sobre todo en la primera ola. Habría actuado de manera más independiente como Comunidad de Madrid. Desde el inicio, en nuestras reuniones con el Ministerio, se negaba la gravedad de la situación. Antes del 8 de marzo, ya advertíamos del aumento de neumonías y de pacientes en UCI. A pesar de ello, se celebró la manifestación del 8M. El 9 de marzo pedimos cerrar los centros educativos para reducir la movilidad, pero el Gobierno central lo rechazó. Sin embargo, dos días después decretaron el estado de alarma. Hubo una falta de control desde el primer momento. Recuerdo una reunión en el Ministerio en la que la ministra María Jesús Montero me preguntó: “Consejero, ¿qué hacemos?” Me sorprendió que no tuvieran una estrategia clara.
¿Hubo descontrol en la gestión del Gobierno central?
Sin duda. Nosotros tomamos decisiones basadas en la evidencia científica, como el uso de test de antígenos o la obligatoriedad de mascarillas en junio de 2020, mientras Fernando Simón y el ministro de Sanidad desaconsejaban su uso con argumentos poco sólidos. El Ministerio tardó 10 días en reconocer los test de antígenos como herramienta diagnóstica cuando ya se usaban en otros países. Gracias a estas medidas, Madrid pudo realizar miles de pruebas y tomar decisiones rápidas. La realidad es que Madrid marcó el camino para el Gobierno central. En el Consejo Interterritorial predominaba la línea del Partido Socialista, pero comunidades como Cataluña muchas veces coincidían con nuestra visión, porque la pandemia requería una respuesta sanitaria basada en hechos, no en política.
Intentaron apropiarse del éxito de IFEMA y criticaron el Zendal sin motivo. Nosotros solo queríamos contener el virus y salvar vidas. Eso es lo que importa.
¿Por qué cree que, cinco años después de la pandemia, se sigue hablando de los llamados «protocolos de la vergüenza» en las residencias? Sanidad ya manejaba un documento en 2020 que establecía cómo aislar a los mayores en las residencias...
Nosotros siempre actuamos con criterios médicos y profesionales. En la Comunidad de Madrid contamos con una de las mejores redes de geriatría en hospitales que decidían los traslados en función de criterios clínicos. Esa fue la realidad. De hecho, los datos del SUMMA reflejan que, de los 35.800 traslados realizados, 11.200 fueron de residencias en la primera ola. Peleamos por cada vida, estuviesen en residencias, en sus hogares o en cualquier otra situación.
Sin embargo, no se ha puesto el mismo foco en otras comunidades, algunas de las cuales tuvieron una tasa de mortalidad en residencias mayor que Madrid. Sería necesario un estudio a nivel nacional sobre lo que ocurrió, pero este Gobierno nunca ha hecho autocrítica sobre la pandemia. Ni siquiera ha proporcionado un número oficial de fallecidos fiable.
[[H3:«Peleamos por cada vida, estuviesen en residencias, en sus hogares o en cualquier otra situación»]]
¿Existieron realmente protocolos que impidieron el traslado de miles de ancianos enfermos de residencias a hospitales, como sostiene la izquierda?
Esos protocolos nunca existieron. Todas las derivaciones hospitalarias se hicieron siguiendo criterios clínicos y fueron gestionadas por geriatras de enlace. En la Comunidad de Madrid contamos con 28 unidades de atención a residencias en atención primaria y 38 hospitales que ofrecieron apoyo. Cuando la Consejería de Políticas Sociales se desentendió de la gestión, Sanidad y la Consejería de Presidencia tuvieron que asumir el control y evaluar la situación en cada residencia.
¿Entonces por qué el consejero de Políticas Sociales de aquel momento, Alberto Reyero (Cs), escribió el libro «Morirán de forma indigna», donde relata su experiencia y las decisiones tomadas durante ese período crítico en las residencias?
Ciudadanos jugó a ser oposición dentro del Gobierno desde el primer momento. No hablo de todos sus consejeros, pero en este caso en particular, el entonces consejero de Políticas Sociales no asistió a ninguna de las 20 reuniones de coordinación que propusimos entre ambas consejerías. Su directora general comenzó a acudir después de un mes. Creo que su prioridad fue protegerse políticamente.
¿Hizo dejación de funciones?
Sí. Mientras nosotros trabajábamos intensamente, él no mostró interés por la gestión de las residencias. No me llamó ni una sola vez para tratar el tema, a pesar de que estábamos en el mismo Consejo de Gobierno. Esto dice mucho sobre su actuación.
¿Cómo cree que ha cambiado la sanidad madrileña tras la pandemia?
La principal lección es la importancia de la flexibilidad y la rapidez en la toma de decisiones. La pandemia nos enseñó que los sistemas de salud deben ser dinámicos y adaptarse a circunstancias excepcionales. Los profesionales sanitarios demostraron esa capacidad extraordinaria.