Opinión

Sánchez y el mercado laboral

Según las estadísticas oficiales, en diciembre del año pasado había 2,8 millones de parados. También según las fuentes oficiales, en marzo de este año la cifra de parados correspondiente a diciembre de 2022 ascendió a… 3,2 millones de personas.

Pedro Sánchez
Pedro SánchezGeert Vanden WijngaertAP Photo

Que Sánchez era un ilusionista más preocupado por camuflar los problemas que de solucionarlos ya lo sabíamos antes de ser presidente. La sorpresa ha sido el fichaje de Calviño, Escrivá, Yolanda Díaz y María Jesús Montero como cómplices en esta ardua tarea.

¿Cuánto tiempo llevamos oyendo hablar de «datos históricos» en materia de empleo? Y, sin embargo, ¿cuántos «se vende» se ven en las calles de las ciudades más importantes de nuestro país? Algo falla en el Matrix que han montado desde Moncloa.

Los datos de empleo cada vez son menos fiables. Especialmente los de paro. Veamos algún ejemplo: Según las estadísticas oficiales, en diciembre del año pasado había 2,8 millones de parados. También según las fuentes oficiales, en marzo de este año la cifra de parados reales correspondiente a diciembre de 2022 ascendió a… 3,2 millones de personas. La diferencia son 440.000 fijos discontinuo que estaban en período de inactividad. En este mismo sentido se han pronunciado también Eurostat y la AIReF: En España hay 1 millón de parados más que lo que reflejan las cifras oficiales.

Sánchez deja tras de sí un país con más pobreza, con menos riqueza por habitante y con más dudas en torno a la veracidad de las cifras oficiales. La precariedad campa a sus anchas, pero se camufla de otras maneras. Veamos algunos ejemplos: Sólo en marzo se han firmado 33.000 contratos indefinidos que personas los han suscrito, es decir, el español medio acude al pluriempleo; hay 200.000 demandantes de empleo ocupados más que cuando Sánchez llegó a Moncloa; las bajas por no superar los períodos de prueba en contratos se están disparando; y la duración media de los contratos ha caído un 10% (casi una semana) en los últimos 2 años.

Con ejercicios como este, Sánchez nos aleja de las democracias liberales y nos acerca a los regímenes autócratas hispanoamericanos. Pero ya no estamos hablando de fotos con gobernantes condenados por corrupción, sino de algo más serio. El Tribunal Superior de Londres ya ha fallado en contra de Argentina por falsear índices oficiales como el PIB. ¿Seguiremos importando malas prácticas de regímenes fallidos?