Sol-Moncloa
Sánchez utiliza el calentón de Mónica García para topar el bono térmico a miles de familias numerosas
El Ejecutivo ha visto la oportunidad para caldear la demagogia. En horas bajas por su caída en las encuestas, los socialistas han abrigado sus esperanzas de recuperación a costa del incendio madrileño.
Enrique Ossorio, vicepresidente de la Comunidad de Madrid y Mónica García, portavoz de Más Madrid. Son los protagonistas del monumental enredo de la semana. A dos meses para las elecciones autonómicas cualquier agujero es susceptible de ser utilizado para enterrar las aspiraciones del adversario o, al menos, eso debió pensar la líder del partido de Errejón cuando se vino arriba pidiendo la dimisión del número dos de Ayuso sin contrastar su situación familiar.
La utilización del Qué es y a cuánto asciende el bono social térmico que cobran Mónica García y Enrique Ossorio para atacar al contrincante no pasaría de marrullería política, pero cuando al rival se le critica lo que se aplica uno mismo, el termostato puede acabar estallando. Es lo que le ha ocurrido a García, quien en un calentón en redes sociales pidió la renuncia de Ossorio por cobrar la ayuda a la que tenía derecho para pagar la calefacción por ser familia numerosa. Incidió la portavoz de Más Madrid en que es una «vergüenza» que el vicepresidente obtuviera el bono térmico pese a su abultado patrimonio, sin saber que ella misma también lo cobraba, según reconoció después.
La doble moral de la que se aventuraba como líder de la izquierda madrileña no se justifica con la excusa del desconocimiento de sus finanzas domésticas ni con el reconocimiento de que tardó varias horas en descubrir que también es beneficiaria de la ayuda pública. Se podría pensar incluso que si no sabe que recibe esta suma para calentarse es porque ni le preocupa lo que consume ni necesita la ayuda. Además, para recibirla no tuvo más remedio que solicitarla. Reclamar explícitamente el bono eléctrico es requisito previo para percibir el otro y no, como ha pretendido difundir, una prestación automática.
Mientras más explicaciones daba García más se quemaba, pese a su consternado discurso del perdón. «Lo hipócrita es que usted vive a todo trapo. Yo no tengo nada en contra de la riqueza, lo que quiero es que todo el mundo viva como usted. Le pido que sea coherente», le espetó la presidenta, Isabel Díaz Ayuso, en un pleno incendiario.
El socialista, Juan Lobato, también con familia numerosa, justificó que no ha cobrado los 195 euros porque nunca los solicitó, poniendo en evidencia a la portavoz de Más Madrid, aunque se dirigiera al vicepresidente de la Comunidad a quien pretendieron utilizar para subir los watios del relato de los ricos y los pobres, tan socorrido en precampaña. Fue decir Ossorio que la ayuda recibida no la obtuvo de la Comunidad si no del Gobierno de Sánchez, que transfiere el dinero a las autonomías, y anunciar la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que modificará la Ley que las otorga. El número dos de Ayuso quiso zanjar cualquier atisbo de favoritismo por parte de su Gobierno y encendió la llama del populismo.
Ya se sabe que la política legislativa del bloque de investidura es manifiestamente mejorable como demuestra, entre otras, la Ley del Sólo Sí es Sí. Con el bono térmico, el Ejecutivo ha visto la oportunidad para caldear la demagogia. En horas bajas por su caída en las encuestas, los socialistas han abrigado sus esperanzas de recuperación a costa del incendio madrileño. Que un miembro del Gabinete de Ayuso cobre una ayuda es una presa que no hay que dejar escapar, se maliciarían en Ferraz. Que lo cobre una representante de Más Madrid es una ocasión para desmarcarse de los herederos de Pablo Iglesias. «Pedro Sánchez estableció un bono térmico a favor de todas las familias numerosas (…) sin límite de renta, y no le critican por eso. Me critican a mí», le afeó Ossorio al secretario general de los socialistas
Hasta tres ministras se han pronunciado tras el rifirrafe madrileño. A Ribera, autora de del texto legal, le faltó tiempo para anunciar que estudian cambiar la norma para modificar los requisitos y dejar a miles de familias numerosas sin ayudas. No miró debajo de las alfombras de sus compañeros para comprobar si alguno lo cobraba, aplicando la misma indagación moral y señalamiento que a los políticos madrileños. A Ribera se sumaron la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, para subrayar que toparán, verbo yolandista donde los haya, estas ayudas introduciendo límites de renta.
Hasta esta semana, nadie en el Ejecutivo se percató de que las familias numerosas con bono social podían solicitar la prestación o, al menos, así se desprende de su repentina decisión de reformar la Ley. La inminente cita electoral ha acabado con la amnesia monclovita e incentivado la agenda de la doble moral que tanto gusta exprimir al presidente del Gobierno. Legislar al calor de criterios morales es una apuesta peligrosa. ¿Se cambiarán los criterios por el nivel de renta o por ser familia numerosa? ¿Se modificarán también los requisitos de acceso a la cultura para jóvenes o mayores por serlo o por sus ingresos? ¿Las ayudas a jubilados para el transporte se seguirán concediendo por ser jubilados o por la pensión que cobran?
La sobreactuación de Mónica García ha facilitado a Sánchez una baza inesperada para desplegar su mantra populista y aparentar la diligencia que no tuvo en el cambio de otras leyes con consecuencias terribles. La portavoz de Más Madrid llegó a justificar su posición a la deriva aduciendo que percibía la prestación, pero no criticaba otras ayudas mientras el popular, sí, y por ello debía dimitir. ¿Debe dimitir quien obtiene ayudas de manera legal o quién miente? La respuesta, en el próximo pleno.
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