Medio Ambiente

La nueva agricultura

Ramón Tamames
Ramón TamamesGonzalo PerezLa Razón

Ahora que la pandemia entra en una nueva fase de incertidumbre, con los rebrotes y los renacidos intentos de confinar a grupos de población determinados, debemos reflexionar sobre lo mucho que en el estado de alarma y confinamiento ha contribuido la agricultura española a que el abastecimiento haya funcionado casi a la perfección, sin aumentos sensibles de precios. Haciéndose valedor todo el sector agropecuario del aprecio de unos españoles que tan pocas veces muestran su interés por las cosas del campo. En esa dirección, el Gobierno tendrá que verse las caras, más pronto que tarde, con los representantes de las organizaciones agrarias. Para poner remedio a situaciones en que los mecanismos productivos y comerciales no ayudan al progreso del sector agrario; especialmente por los bajos precios en origen, que contrastan con los de destino, por igual en el pequeño comercio y las grandes superficies.

No cabe duda que lo primero es la Política Agrícola Común (PAC) de la UE. Con una subvención que llega de la UE al 25 por 100 de la producción final agraria española, sin la cual –y el riego de casi cuatro millones de hectáreas—, gran parte del campo español estaría abandonado. En ese sentido, es preciso potenciar, aún más, los cultivos en riego, bajo plástico y de invernadero. Hacen falta, además, nuevos patrones de explotación, con empresas agropecuarias mucho más amplias. Pudiendo decirse que, en vez de las 700.000 que debemos tener ahora, habríamos de situarnos en no más de 100.000, ganando así en economías de escala e introducción de nuevas tecnologías; y con suficiente asociacionismo para capturar valor añadido. Finalmente, la sostenibilidad, de modo que las prácticas agrícolas tiendan a conservar el suelo y mantener el paisaje. Haciendo de los agricultores verdaderos guardianes de la naturaleza.