Ecológicos y «ecocaros»

La oferta de alimentos ecológicos ha crecido especialmente en la última década, espoleada por una demanda también en aumento, a pesar del lastre que para una parte importante de los bolsillos puede suponer su precio normalmente más elevado respecto a los convencionales.

No solo son ecológicos sino también «ecocaros», y tienen motivos. Su elaboración artesanal, a baja escala, sin presencia de químicos, con procesos de producción más largos, complejos y costosos, tanto en recursos como en mano de obra, materias primas o en obtención de certificados, elevan la cesta de la compra de estos productos, que así y con todo llegan a representar el 3,6% del volumen total de la alimentación en España. Un porcentaje que sin duda podría ser mayor si los precios fueran más asequibles, resultara más fácil encontrarlos y hubiera una mayor sensibilización entre la población.

España se ha consolidado como el primer productor europeo, con una superficie ecológica que ya se sitúa en 2,4 millones de hectáreas, equivalente al 10 por ciento de la extensión agraria útil. Sin embargo, estos productos pueden ser hasta tres veces más caros que los habituales, según un reciente informe de la OCU, y bastante más caros también que en otros países europeos quizás más habituados a ellos, como han evidenciado otros análisis.

El impulso a la producción y el consumo sostenibles podría ayudar a normalizar y extender estos alimentos. Medidas políticas que, unidas a gestos individuales como la compra de productos de temporada y de proximidad, a granel y procedentes de cooperativas agrarias contribuirían a animar un consumo que, más allá de los efectos saludables que pueda o no tener, respeta los procesos naturales y protege el medioambiente.