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Los valles de hidrógeno o cómo reactivar el sector industrial en España
Los llamados valles del hidrógeno son ecosistemas donde se reúnen productores y consumidores de este vector energético. Una especie de economía kilómetro cero, basada en la producción de hidrógeno renovable en el entorno industrial donde se va a utilizar. España parte como gran favorita en la carrera por desplegar un modelo económico basado en estos valles
Cuando pensamos en economía local, quizá, automáticamente se nos vienen a la cabeza los muy variados productos gastronómicos que se hacen en España. Lo más probable es que pocos se imaginen que la producción local también pueda ser muy fructífera en otros bienes, por ejemplo, los energéticos. Aquí es donde entra en escena el hidrógeno renovable. ¿Y para qué va a querer nadie consumir hidrógeno?, puede pensar el lector. Pues porque esta sencilla molécula puede ser un importante aliado en la lucha contra el cambio climático al tiempo que supone una oportunidad para el desarrollo industrial y económico de nuestro país.
El hidrógeno es un vector energético, es decir, es capaz de almacenar energía y luego liberarla de forma controlada. Esto le da la capacidad, por ejemplo, de guardar el excedente de la producción de energía a través de fuentes renovables y utilizarla después cuando se necesite. El hidrógeno también puede usarse como combustible para movilidad de varias formas, tanto en motores convencionales, que podrán usar combustibles sintéticos, como en coches eléctricos de pila de combustible. Eso por no hablar de su potencial para liberar de CO2 la actividad industrial. Y es que a día de hoy el 80% del hidrógeno que se genera en el mundo alimenta a sectores como el químico o el de producción de fertilizantes.
Esta molécula ha sido una solución prometedora durante años, pero es ahora cuando empieza a despuntar debido a la posibilidad de producirla de forma más sostenible y a menor coste. Hasta este momento, el proceso llevaba emisiones de CO2 asociadas. Sin embargo, la mayor incorporación de energías renovables ha habilitado su producción a partir de la electrólisis (separación de la molécula de agua en hidrógeno y oxígeno con la aplicación de electricidad). Si la electricidad utilizada procede de fuentes de energía renovables no habrá emisiones. Y ahí está la clave, el desarrollo que están experimentando las renovables permitirá disponer de energía a coste relativamente asequible para producir hidrógeno renovable.
Una vez resuelta la producción de hidrógeno de forma respetuosa con el planeta, se puede desarrollar su economía de escala. Y para ello lo más conveniente es empezar por establecer valles del hidrógeno, es decir, por producirlo y consumirlo de forma local. Al menos eso es lo que consideran las autoridades europeas que definen estos valles como ecosistemas en los que colaboren empresas e instituciones y donde convivan los productores de hidrógeno renovable y sus consumidores (los primeros, los sectores industriales que más uso hacen de él a día de hoy). De hecho, Europa es una de las economías que más está apostando por el desarrollo del hidrógeno de baja huella de carbono. “Si en el mundo hay unos 200 nuevos proyectos de hidrógeno, el 55% de ellos está ahora mismo en la UE”, decía la presidenta de la Comisión Europea Ursula Von der Leyen durante la inauguración de la Semana Europea del Hidrógeno.
En Holanda, Francia, Italia… en toda Europa, decenas de regiones se postulan para convertirse en los primeros valles del hidrógeno. Sin embargo, España es la que parte con mayor ventaja para convertirse en el gran productor local de hidrógeno de Europa. “La disponibilidad de recursos renovables supone una gran ventaja. En Europa no tienen las mismas condiciones climáticas”, explica Tomás Malango, director de Hidrógeno de Repsol. La compañía energética está implicada en el desarrollo de algunos de los primeros valles que están surgiendo en la Península, entre otras cosas, porque, debido a su actividad, se trata del primer productor y consumidor de hidrógeno del país. De hecho, estos primeros desarrollos están ubicados en la proximidad de los complejos industriales de Repsol en el País Vasco, Cataluña y Región de Murcia. Según el plan estratégico de Repsol en el 2025 los proyectos relacionados con el hidrogeno renovable generarán del orden de 552 MW y 1,9 GW en el 2030. Esto supone una inversión de 2.500 millones de euros y la creación de miles de puestos de trabajo, evitarán la emisión de más de un millón de toneladas de CO2 a la atmósfera.
El siguiente paso, una vez establecidos los valles de hidrógeno, será conectarlos de manera que se puedan respaldar unas zonas de producción con otras y “aumentar los factores de utilización y la rentabilidad de las inversiones en hidrógeno. En una tercera fase, vendrá la exportación y la movilidad masiva. Cubriendo aproximadamente el 3 % de la superficie de España con renovables, nos abasteceríamos y podríamos exportar”, matiza Malango.
Las posibilidades que brinda el hidrógeno son inmensas. De hecho, los proyectos en la Península se multiplican y en las diferentes Comunidades Autónomas están ya apareciendo los primeros “productores locales”. Así, la Hoja de Ruta del Hidrógeno Renovable en España hace referencia a más de 20 iniciativas relacionados con esta molécula. Los hay de todos los tipos y se centran tanto en su producción de forma renovable o de baja huella de carbono como en extender sus posibles aplicaciones. Desde el uso en el sector industrial, como en el refino, química, cemento, acero, hasta diversos usos en la movilidad. Existen ya proyectos para las necesidades de flotas de autobuses, camiones e incluso una iniciativa para impulsar el tren de hidrógeno que promoverán Repsol y Talgo.
El mundo sueña con una economía descarbonizada, un camino que será retador y requerirá de inversión e investigación. En este proceso el potencial del hidrógeno es enorme. Además de sus múltiples usos, el desarrollo de la economía del hidrógeno se considera una oportunidad para la reindustrialización de nuestro país. “España tiene la oportunidad de ser un actor relevante en el sector energético europeo que se está construyendo en torno al hidrógeno. Tenemos capacidades, industriales, tecnológicas y climáticas, que nos dan ese recurso renovable necesario para poder hacer un hidrógeno a un coste competitivo. Y la oportunidad está ahí” afirma Malango. Eso sí reindustrialización hecha a la medida del siglo XXI, es decir, libre de CO2. “Es un momento apasionante para el sector de la energía. El hidrógeno va a venir a sumarse a la paleta de soluciones en una economía descarbonizada, tendremos unos gases renovables como el biogás, productos líquidos derivados del hidrógeno, combustibles sintéticos o biocombustibles avanzados… Cada uno de ellos tendrá su nicho de aplicación en el que tenga mayor sentido económico y tecnológico”, concluye Malango.
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