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Medio Ambiente
Las altas temperaturas registradas en los polos alertan a los científicos
Los termómetros de las bases de la Antártida señalan hasta cuarenta grados de aumento de la temperatura media
Las zonas polares de la Tierra han dado una sorpresa a los científicos que los estudian. En ambos se han registrado en las últimas semanas temperaturas muy superiores a las habituales: 40° más por encima de la media en la Antártida y 30° en el Ártico. Unos episodios que no se habían visto antes con esa intensidad ni tampoco al mismo tiempo.
Ciertamente, en ambos polos se llevan años registrando aumentos en sus temperaturas medias anuales, incluso en el Ártico se dan con relativa frecuencia algo parecido a olas de calor. Por ello, los científicos especializados consideran que puede tratarse de fenómenos extremos concretos y que, aunque hayan ocurrido al mismo tiempo, no estén conectadas entre sí.
El problema es que, justamente, los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos y que ocurran con una mayor frecuencia son situaciones asociadas al cambio climático, como en reiteradas ocasiones han advertido los científicos del clima y los informes del IPCC, (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, en sus siglas en inglés), organismo del PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) y de la OMM (Organización Meteorológica Mundial) que, entre otros cometidos, reúne y evalúa la información científica sobre el cambio climático.
Ríos atmosféricos
Por ello, la consideración general en la comunidad científica es que se trata de aumento de temperatura muy preocupante y sobre el que habrá que atender a su evolución y a los resultados de diversas investigaciones. Un aumento de temperatura tan serio «como el que se está registrando en la Antártida, cuya masa de hielo alcanza más de tres kilómetros de profundidad, - explica la investigadora María Gema Llorens, del Departamento de Geología de la Universidad Autónoma de Barcelona-, de 40º C más de lo habitual de forma continuada, implicaría un aumento brutal también de la temperatura del hielo en la base, superando los 0º C y produciendo una fusión masiva. Toda esa agua fundida en la base favorecería el deslizamiento del casquete polar hacia el océano, produciendo una gran aceleración y una llegada masiva del hielo».
En el caso de la Antártida, las temperaturas anormalmente altas altas tienen su origen en un fenómeno meteorológico conocido como ríos atmosféricos, unas corrientes de aire cálido y vapor de agua, que recorren largas distancias a una altura de entre 10 y 15 kilómetros desde zonas cálidas hacia otras zonas latitudes o hacia los polos, donde causan nevadas y, en las zonas costeras, lluvias. En general, no es habitual que estas corrientes de aire cálido lleguen hasta la Antártida, se lo impiden los vientos fríos que la suelen rodear. Sin embargo, por esta vez los vientos cálidos se han colado y en varias estaciones científica se alcanzaron alcanzaron –55º, frente a los -12º que normalmente se darían en esta época del verano austral en la zona más fría del planeta.
Que estas anomalías se repitan en frecuencia e intensidad es lo que hace que la alarma cunda en la comunidad científica, por su capacidad de alterar los modelos climáticos que recogen los informes del IPCC.
El deshielo como efecto y causa Porque las olas de calor pueden provocar en ambos polos importantes procesos de deshielo de las enormes masas heladas de ambos continentes, lo que, a su vez, provoca la subida del nivel del mar, alteración de las corrientes oceánicas, etc.
Así lo explica el catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Alcalá de Henares, Antonio Ruiz de Elvira: «el calentamiento de los polos es muy preocupante. Unos polos calientes cambian radicalmente la circulación de las masas de aire, incrementando los extremos meteorológicos sobre todo en las latitudes españolas:
más olas de frío y de calor, más sequías y más lluvias torrenciales e inundaciones. Si se deshelaran totalmente dejarían de reflejar la radiación solar, que se absorbería calentando aún más la Tierra». No obstante, ambos continentes helados, tienen características diferentes y, por tanto, en ellos el aumento de temperaturas produce algunos efectos específicos, como señala Ruiz de Elvira, «en el Ártico se produce una realimentación de año en año en la tundra deshelada, que aumenta su deshielo cada verano, y reduce el efecto espejo del hielo. Además, una región polar más caliente en el hemisferio norte implica una mayor emisión del metano retenido hasta ahora bajo el hielo, cuyo efecto de calentamiento es 40 veces superior al del CO2. En la Antártida, el mar más caliente se acerca cada vez más al continente».
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