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Medio Ambiente

Cuando China despierte

Ramón Tamames
Ramón Tamames Cristina BejaranoLa Razón

Se atribuye a Napoleón, según parece con todo el fundamento, la frase de «Dejad que China siga durmiendo... porque cuando despierte, el mundo temblará». Esa y otras sentencias lapidarias análogas configuraron lo que durante mucho tiempo se conoció como el posible «peligro amarillo».

Cuando este artículo se publique, habrá finalizado la resonante conferencia de la OTAN en Madrid. Con el resultado de aumentar la presión militar sobre Rusia, por su agresión a Ucrania. Si bien es verdad que también se manifiesta que China debe seguir manteniendo su postura de contención de Rusia en el curso de la guerra. Estando claro que sin el apoyo que Moscú está prestando al enigmático Putin, éste ya habría puesto fin a su agresión.

Es la conclusión más importante del documento estratégico aprobado en la reunión de la Alianza militar en la capital de España: dar la sensación de que la OTAN va a seguir fortaleciéndose, y que ha dejado de ser el cadáver semoviente que Macron decía de ella hace poco tiempo. Para reconvertirse en una fuerza que, dejando atrás Afganistán y otros notables fracasos, aspira a desarrollar una estrategia mundial en la que prevalecen las pretensiones hegemónicas de EE.UU. Un panorama en el que, a la postre, Rusia va a quedar muy disminuida y China va a pasar a ser el verdadero rival de la OTAN.

China no está dormida, no. Ni tampoco el mundo está temblando. En eso, las acertadas previsiones de Napoleón, ya no son la espada de Damocles de otros tiempos. Siendo cierto que en medio de la guerra de Ucrania y todas sus complejidades, el gran dragón oriental sigue creciendo en capacidades económicas y poderes efectivos. Muy lejos, en verdad, de las presunciones de que hay una desaceleración en los propósitos más ambiciosos del antiguo Celeste Imperio. Al tiempo.

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