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Medio Ambiente

Sigri Sandberg, periodista y escritora: «El exceso de luz me asusta más que la oscuridad»

Sigri Sandberg periodista y escritora.
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Sigri Sandberg (47 años) ha visto el hielo hundirse bajo sus pies –después de hacerlo ella misma– y la han rescatado en helicóptero. Pero su miedo más profundo, sin embargo, era a la oscuridad. De modo que, para combatirlo, se sumergió cinco días en Finse, en el corazón de Noruega, un pueblo de menos de 300 habitantes donde reina la noche. De aquella experiencia y tras una profunda investigación, escribió Oda a la oscuridad (Capitán Swing, 2022), un íntimo ensayo en el que analiza nuestra relación con lo oscuro. Por qué nos asusta, por qué lo necesitamos y por qué la luz, siempre prevalente, perjudica nuestro bienestar.

Se ha convertido en una erudita en el tema, así que huelga preguntar: ¿qué es la oscuridad?

Depende de con quién trates. Si hablas de oscuridad en el Universo hay una definición; si hablas de teoría del color, otra. La más universal sería esta: «la oscuridad es la falta de luz». No obstante, un astrofísico la completó cuando me dijo que, en realidad, es una falta «imaginaria» de luz. Con nuestros ojos y nuestro cerebro solo podemos observar un poco de la energía que nos rodea. El resultado es que siempre hay luz, aunque no podamos sentirla. Con este pensamiento intentaba reconfortarme a mí misma en la cabaña cuando el sol caía y comenzaba a no ver nada. «Nunca hay oscuridad total, siempre hay luz. Solo que no puedo verla».

Siendo acluofóbica, ¿cómo es que le dedica una oda a la oscuridad?

Si bien el libro va sobre mi propio miedo, también resume los hallazgos encontrados a través de entrevistas con expertos de distintos campos: biólogos, médicos, físicos, psicólogos, etc. Ahora sé a ciencia cierta que la falta de oscuridad en el mundo asusta más que la oscuridad en sí misma. Así que el título, más que el inicio del libro, es su conclusión: la oscuridad es muy importante para la vida, pero no somos conscientes de cuánto. Así que esta «oda» se convirtió en mi pequeña contribución a la concienciación.

¿Es la falta de oscuridad lo que debería «asustarnos»?

Ahora, el exceso de luz me preocupa más que la oscuridad. Pero antes de empezar a escribir no era consciente de que la contaminación lumínica acarreara problemas por todo el mundo. No solo afecta negativamente a los seres humanos, también a los ecosistemas. Por ejemplo, la luz artificial está provocando que los insectos del verano no puedan polinizar las plantas, porque éstas florecen cada vez más tarde y no se encuentran. También es una amenaza importante para las aves. El mundo necesita oscuridad. Cuando fui consciente de esto, mi miedo hacia ella decreció y la preocupación por la falta de oscuridad creció y acabó sustituyéndolo.

¿Por qué necesitamos la negritud en nuestras vidas?

Un biólogo me dijo que somos animales diurnos. Estamos diseñados para vivir más como en España que como en Noruega [ríe]. Esto significa que la luz también es importante para la vida, pero eso lo sabe todo el mundo. No es nada nuevo. Lo nuevo es asumir que necesitamos la oscuridad tanto como necesitamos la luz. Así, desde que implementamos la electricidad y las luces LED, el insomnio y los trastornos del sueño se han incrementado. Se está investigando si el aumento de la depresión también guarda relación con la falta de oscuridad.

¿Hasta qué punto?

Un tercio de la humanidad no puede ver la Vía Láctea. Más del 80% de la población mundial vive bajo un «cielo alumbrado» y, en Europa, la cifra se acerca al 99%. Nuestras ciudades, casas, trabajos... todo está sobreiluminado. Estamos expuestos a la luz todo el tiempo y nuestro cuerpo no está preparado físicamente para esta exposición. Decir que somos animales diurnos también significa que necesitamos la noche, porque nuestro sistema biológico está diseñado para dormir. La producción de melatonina, la hormona del sueño, depende de la oscuridad y sirve para regular los ciclos de sueño-vigilia (además de prevenir enfermedades). Pero si usas el móvil antes de dormir, la luz envía una señal al cerebro y la producción de melatonina se detiene. Por suerte, arreglar todos estos problemas es tan fácil como apagar el interruptor de la luz. Los gobiernos pueden actuar a través de medidas asequibles y todos podemos hacer algo a nivel personal.