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Reciclar

Detener el rastro invisible y tóxico de las colillas: sí, pueden reciclarse

Proyectos pioneros en España convierten este residuo del cigarro en nuevas fuentes de energía o filtros para impresoras 3D

Algunos datos sobre la contaminación de las colillas, formadas por papel, filtro, restos de tabaco y sustancias tóxicas
Algunos datos sobre la contaminación de las colillas, formadas por papel, filtro, restos de tabaco y sustancias tóxicasTania Nieto

«El mundo es un cenicero», cantaba Fito Cabrales en «Muero por vivir» de Platero y Tú. No le faltaba razón si atendemos al hecho de que, cada año, los habitantes del planeta se fuman 6 billones de cigarrillos. De ellos, 4,5 billones de colillas terminan en el medio ambiente, según la ONU. Son más de 8 millones por minuto.

El mismo número que personas fuman todos los días en España, según la Asociación Española Contra el Cáncer. Es decir, que cada 24 horas se tiran al menos 8 millones de colillas, a la basura o al suelo. Además del impacto en la salud de la ciudadanía, huelga preguntarse: ¿qué hacemos con todas ellas? Lo cierto es que la mayoría de las colillas que logran recogerse (a través de ceniceros, basura doméstica o limpieza de calles) se incineran, lo cual emite más CO2.

Esto es así porque, al fumar un cigarrillo, la colilla actúa como un filtro capaz de retener y acumular miles de sustancias químicas dañinas. Esta variedad de compuestos químicos tóxicos –entre los que se incluyen más de cincuenta cancerígenos– permanecen dentro de ella como una caja de Pandora. Si este excedente acaba en la naturaleza, las sustancias vuelven a liberarse y pueden afectar al crecimiento de plantas o ser ingeridas por animales cercanos.

Es por esto que, desde hace muchos años, se advierte a la población de que las colillas son «imposibles» de reciclar. Sin embargo, lo correcto sería decir que es complicado, pero posible. En este sentido, nuevos proyectos aparecen para probar sus soluciones de reciclaje en nuestra geografía. Es el caso de Keenat, empresa de origen francés que cumple un año en España, y de 3DKala, una cooperativa vasca.

Ambas ofrecen soluciones integrales de recogida selectiva de colillas para empresas e instituciones. Suministran los ceniceros a y se encargan de trasladar su contenido. Además, trabajan en darle una segunda vida a este residuo mediante procesos en los que no utilizan agua.

Los productos que logran son muy diferentes. 3DKala recicla el acetato de celulosa (los hilos que componen el filtro blanco de la colilla) para generar materia prima que puede servir como aislamiento para las construcciones, para la confección textil e, incluso, como filtros para impresoras 3D. Por otro lado, afirman que es posible utilizar el tabaco restante para producir abonos, mientras que los líquidos sobrantes del proceso podrían servir para insecticidas o pesticidas. Eso sí, esta última idea está en fase de testeo.

En Keenat, por otro lado, son capaces de transformar las colillas en energía. En concreto, en un tipo de Combustible Derivado de Residuos (conocidos como CDR) no peligroso. Pero antes, las colillas deben recorrer un largo trayecto. En su caso, la recogida es especialmente importante. Adrien García, responsable de Keenat en España, explica: «Solo trabajamos con empresas de integración social que emplean a personas de colectivos con dificultades a la hora de acceder al mercado laboral. Ellos recogen las colillas. Después, se llevan al punto de separación y valorización». Desde allí, pueden tomar dos caminos.

Por un lado, llegan a los 11 centros españoles que utilizan los restos de las colillas para hacer una especie de «cubitos». Su función es similar a la de las pastillas de encendido para barbacoas: y es que se utilizan para calentar las chimeneas de las cementeras y evitar que, en su lugar, quemen petróleo y generen más gases de efecto invernadero.

Por otro lado, se traslada el acetato de celulosa a una fábrica situada en Burdeos. Allí se transforma en material reciclable con el que Keenat fabrica paneles que alquilan a ayuntamientos y empresas. Estos carteles contienen mensajes medioambientales y de sostenibilidad.

«El objetivo es que la gente deje de tirar su colilla en la calle o al suelo, pues son pequeñas y se dispersan con facilidad, el viento y la lluvia hacen que puedan acabar su camino en las alcantarillas, ríos y mares. De hecho, un 40% del total de los residuos del mar Mediterráneo son colillas», afirma. A su vez, una colilla puede contaminar entre 8 y 10 litros de agua salada y hasta 50 de la dulce, ya que el filtro conserva la mayoría de la nicotina y el alquitrán del cigarrillo.

Para separar estos componentes químicos normalmente se utilizan disolventes, pero en Keenat el proceso prescinde de ellos y utilizan hornos de vapor para su descontaminación. No es una empresa sencilla y falta asistir a su expansión. «Sin embargo, nuestra cartera de clientes se incrementa cada año. Tenemos un gran potencial para aumentar la capacidad de reciclado. Nuestro objetivo es que en 2024 tengamos una planta aquí, en España, donde podamos realizar la clasificación y la trituración de las colillas», augura García.