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Clima

Chemtrails: los meteorólogos desmontan los bulos sobre las estelas de los aviones

"El principal impacto de las estelas es visual, siendo su efecto en el tiempo meteorológico y en el clima insignificante", han asegurado.

Estelas de aviones
Estela de aviónJesús G. FeriaJesús G. Feria

En los último meses se han viralizado numerosos bulos sobre los chemtrails o estelas químicas de los aviones. Según las teorías conspirativas, estas estelas son agentes químicos con los que somos "fumigados" a diario para modificar el clima.

Esta teoría nace con el objetivo de manipular y sembrar el miedo entre la población y, en muchos casos, lo ha conseguido.

La alarma desatada ya ha provocado la presentación de medio centenar de denuncias por este motivo en la Fiscalía de Madrid, según ha asegurado laSexta.

Ante el aluvión de desinformaciones que circulan por internet, la Asociación Meteorológica Española (AME) ha emitido un comunicado en el que desmiente y matiza estas noticias falsas.

Así, explican que la respuesta a estas estelas se encuentra en que la mayoría de los aviones comerciales funcionan con motores a reacción, cuyas turbinas emiten diferentes gases y material como subproductos de la combustión interna del queroseno que tiene lugar dentro del motor. Entre los principales gases emitidos se incluyen el dióxido de carbono, el vapor de agua, etc.

Según explican las estelas que se observan en el cielo se producen a la salida de las turbinas por el "efecto combinado del descenso de temperatura (debido al brusco descenso adiabático de la presión a la salida de las turbinas) y la aportación de vapor de agua al exterior". Ambos factores, por razones termodinámicas, favorecen la condensación del vapor de agua en la atmósfera, formando las denominadas estelas de condensación. Las bajas temperaturas existentes a los niveles de vuelo de los aviones hacen que el vapor de agua se condense en forma de cristales de hielo.

Nube cirriforme

En cuanto a la duración de las estelas de condensación, los meteorólogos explican que pueden persistir en el tiempo, "dependiendo de las condiciones de temperatura y humedad de la zona de la atmósfera en la que se forman".

De esta forma si estas estelas persisten en el tiempo y se ensanchan dan lugar a un tipo de nube cirriforme, que la Organización Mundial de Meteorología (OMM) ha incorporado en 2017 a su “Atlas Internacional de Nubes”, calificándola como especie homogenitus, es decir, generada por el hombre.

La AME asegura, además, que estas estelas, al igual que todas las formaciones nubosas cuando se interpretan convenientemente, ayudan a diagnosticar el estado de la atmósfera.

Así, los expertos pueden estimar la formación de estelas de condensación a partir de radiosondeos, o bien predecir mediante modelos numéricos considerando las condiciones atmosféricas de temperatura y humedad.

Por otra parte, explican que el rastro que dejan los aviones, como todas las formaciones nubosas, "interaccionan tanto con la radiación solar de onda corta (aumentando la reflectividad solar) como con la radiación terrestre de onda larga contribuyendo al efecto invernadero". Aunque matizan que su contribución al calentamiento global es mucho menor que el conjunto de gases de efecto invernadero emitidos por actividades humanas. "Se puede decir que el principal impacto de las estelas es visual, siendo su efecto en el tiempo meteorológico y en el clima insignificante", han asegurado.

En cuanto a los bulos sobre la modificación del clima, la Asociación Meteorológica Española niega que tenga que ver con cualquier cambio artificial del tiempo, ya que su efecto es prácticamente despreciable comparado con otras causas –tanto naturales como antropogénicas– de alteraciones meteorológicas y/o climáticas.

Efecto invernadero

En este sentido, reconocen que algunos productos de la combustión del queroseno emitidos por aviones son gases de efecto invernadero (principalmente, el dióxido de carbono), y que, por tanto, al cambio climático antropogénico. En este caso, explican que "el dióxido de carbono (incoloro) y otros gases de efecto invernadero no dejan ninguna huella visible en la atmósfera, al contrario de lo que sucede con las estelas de condensación formadas por cristales de hielo.

Por tanto, concluyen que que son esas emisiones invisibles las que se deben mitigar.

Los meteorólogos advierten que estas emisiones han crecido de forma notable con el aumento de los vuelos comerciales, hasta representar una parte relevante de las emisiones totales de gases de efecto invernadero.