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Biodiversidad
La comida de los osos de mañana crece ya en los montes cantábricos
El proyecto LIFE Osos con Futuro plantará 175.000 árboles en zonas oseras de Asturias y Castilla y León
Hace 30 años los osos pardos en España estaban en peligro crítico de extinción, de hecho en los Pirineos así ocurrió, mientras que en la zona cantábrica la especie llegó a ser de solo unos 100 individuos. La caza furtiva hizo estragos en las poblaciones de este animal y sus pocos ejemplares, la mayoría machos, poco podían hacer para que la especie continuara adelante por sus medios. Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo, describe la situación muy gráficamente: «La especie, literalmente se nos iba». Máxima protección y lucha intensa contra el furtivismo fueron los primeros pasos para salir de esa situación.
Todos estos años después, la especie se está recuperando en el área cantábrica y ha salido del máximo riesgo. Actualmente, según el último censo genético, 370 osos campean por un territorio cada vez más amplio que abarca las zonas montañosas de Orense, Lugo, Asturias, Cantabria, norte de León y de Palencia.
La satisfacción de quienes dedican sus esfuerzos a que siga habiendo osos pardos en los bosques, es lógica y bien merecida. Ahora un foco de atención es el cambio climático, cuyos efectos «sobre la biodiversidad van más deprisa que las previsiones científicas. Y ya se están produciendo cambios en las zonas oseras y en su propia conducta. Por ejemplo, hibernan menos tiempo y algunos, incluso, ni lo hacen».
Asegurar los alimentos
Estos hechos, más el aumento de la población que estará activa más tiempo, más la evidencia de que hay menos arándanos, uno de los frutos silvestres que más consumen los osos, en sus territorios, por lo que ya ha cambiado su dieta, están en la base del proyecto LIFE Osos con Futuro.
Con él se trata de afrontar dos cuestiones: por una parte, asegurar los recursos alimenticios y facilitar la adaptación de los osos al cambio climático; y, por otra, promover soluciones de gestión forestal basadas en la naturaleza que favorezcan la expansión de especies productoras de frutos con los que estos animales se puedan alimentar en el futuro.
Para acometer la primera parte hay todo un plan meticulosamente previsto. Partiendo de la base de que «los osos tienen gran capacidad de adaptarse, así que dejarán de comer una cosa y comerán otra porque será más abundante y les solucionará las mismas necesidades», explica Palomero, el proyecto contempla la plantación de 150.000 árboles de interés para los osos en 225 terrenos , con un total de 155 hectáreas. Además de porque son muy apreciados por los osos, las especies se han elegido teniendo en cuenta cuando dan los frutos: primero los cerezos, luego los arraclanes y, al final del verano, los manzanos.
El castaño, alternativa idónea
También va a ser necesario que haya alimento en cotas más altas de las montañas cantábricas en las que viven osos. Para ello se perfila como favorito el castaño, porque sus frutos son muy calóricos e idóneos para que los osos engorden y pasen el invierno y las osas preñadas lleguen a término. Así, plantarán 25.000 castaños autóctonos, en 75 bosquetes con una superficie total de 55 hectáreas. Para ello, se ha recolectado castañas de variedades locales e identificado los terrenos en los que mejor crecerán los nuevos árboles.
El proyecto, que finalizará en 2025, es más ambicioso aun. También prevé acciones de experimentación en silvicultura, para diseñar planes de gestión de futuras plantaciones forestales, y campañas de información con asociaciones de deportes de invierno, fotógrafos de naturaleza, cazadores y otros usuarios habituales de los montes, para dar a conocer la actividad de los osos y su forma de comportarse, para fomentar la buena convivencia.
Como dice Palomero, «es un proyecto muy querido, en el que trabajamos codo con codo diversas entidades», como son la Fundación Biodiversidad, la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León, el Gobierno de Asturias y la Fundación Tierra Pura.
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