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¿Es posible restaurar la naturaleza por ley?
La Ley de Restauración de la Naturaleza se enfrenta en Bruselas a semanas decisivas para su aprobación o desaparición en un ambiente de enfrentamiento entre ONG, productores agrarios, científicos e, incluso, empresas
A la Ley de Restauración de la Naturaleza que se negocia en Europa se la considera, entre los conservacionistas, una parte fundamental del Pacto Verde. Y eso porque a diferencia del grueso de las medidas medioambientales propuestas en la UE en forma de estrategias o directivas, esta Ley fue planteada por la Comisión como un reglamento, que de ser aprobado en julio tendría que aplicarse directa e inmediatamente en los estados miembros. Lo hizo a propuesta del Parlamento que en enero de 2020 pedía a la Comisión que abandonara los compromisos voluntarios y propusiera una estrategia ambiciosa e integradora con objetivos vinculantes. El motivo era que «no se ha podido detener la pérdida de biodiversidad y no se ha alcanzado el objetivo de restaurar al menos el 15 % de los ecosistemas degradados en 2020». Según los datos que manejan en Bruselas, el 81% de los hábitats europeos se encuentran en mal estado, lo que provoca pérdidas de productividad de hasta 1.250 millones al año. «Una Ley ambiciosa y oportuna puede cambiar las reglas del juego para la naturaleza, las personas, el clima y la economía ya que cada euro invertido en restauración suma entre ocho y 38», recoge una carta abierta que un grupo de científicos y organizaciones conservacionistas remitían hace unos días a las instituciones de Bruselas para que saque adelante la ley.
La Comisión lanzó la propuesta legislativa en 2021, pero el enfrentamiento se ha agravado las últimas semanas, porque la Ley entra en una fase decisiva para su aprobación. Ya ha habido tres votaciones dentro del Parlamento Europeo. En las dos primeras, las Comisiones de Agricultura y Pesca rechazaron la propuesta y en la tercera, que tuvo lugar en la Comisión de medio ambiente el pasado 15 de junio, se votó y rechazó la enmienda a la totalidad propuesta por el Partido Popular Europea. Los conservadores la consideran inaplicable porque pone en peligro los medios de subsistencia y la producción de alimentos en la UE. Niels Peter Nørring, de la organización agraria europea Copa-Cogeca, declaraba que «no se puede diseñar una buena Ley sin el compromiso claro de agricultores y pescadores».
El día 15 la Ley se salvó de desaparecer, pero todavía le quedan varios escollos por superar. El próximo 27 se tiene que votar de nuevo en esta Comisión si se acepta o no el texto enmendado (ha habido unas 300 modificaciones). Si se acepta, en julio pasaría al Plenario, donde un solo voto en contra podría tumbar el texto definitivamente. En tal caso, la Comisión tendría que plantear una nueva propuesta, pero ya no daría tiempo a hacerlo antes de las elecciones europeas en 2024 y de un posible cambio político en la Comisión. «No tenemos tanta esperanza en que se apruebe la ley como hace unos meses. Puede que salga adelante, pero con un texto menos ambicioso. Entendemos que la situación del sector agrario es delicada, pero también que no es, como se dice, por las medidas medioambientales, sino por los mercados internacionales y los precios. El medio ambiente es solo la cabeza de turco. Es cierto que la ley habla de restaurar un 30% de espacios, pero los porcentajes pueden ser variables», opina Ana Carricondo, coordinadora de Programas de Conservación de SEO/BirdLife y miembro de la Coalición Por Otra PAC.
Hay que recordar que la propuesta establece objetivos de conservación para al menos el 30% de las zonas terrestres y marítimas de la UE a 2030 y para todos los ecosistemas que necesitan restauración de aquí a 2050, es decir, que exige a los Estados que restauren también los ecosistemas que no pertenezcan a la red Natura 2000. Y este es uno de los argumentos que más ha despertado el recelo de las organizaciones agrarias. «La ley cubre todos los ecosistemas, no solo las zonas protegidas por la Red Natura 2000, que ya suponen casi el 40% del total de la superficie de España; estas tierras pasarían a ser improductivas para la actividad agrícola. Tampoco se ha llevado a cabo una evaluación de impacto real. La Comisión admite que perderemos ingresos. Además, dicen que todo esto se va a financiar con fondos de la PAC cuando estos presupuestos ya están sobrecargados. Estamos de acuerdo en proteger a la naturaleza pero no así. Se vuelve a poner en el punto de mira en el sector agrario y cada vez somos menos. En 15 años se han perdido un 37% de agricultores y ganaderos en Europa», opina Jaume Bernis, ganadero y portavoz de la Coordinadora de organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG).
Zonas de pesca
La Ley de restauración habla también de protección de zonas marinas, algo que a los pescadores les suena a nuevos cierres de caladeros. David Voces, director general de Europêche (el órgano de representación de los pescadores de la UE) explica que «la Comisión se ha sacado unos objetivos propios que exceden los acuerdos internacionales. No es lo mismo la restauración del 20% de las áreas marinas y terrestres que el 30% de las zonas degradadas. Eso sería como el 6% de la totalidad, mucho menos que el 20% al que alude esta Ley. Además, faltan datos sobre el impacto socioeconómico, cuando acumulamos ya muchos cierres como el reciente de estas 87 zonas del Atlántico. Los palangreros de Galicia han sufrido entre un 30 y un 50% de pérdidas de facturación solo con esta medida. Marruecos también está cerrando zonas, Noruega lo pone cada vez más difícil y el Brexit se tiene que revisar en 2026... Todo esto va en detrimento de las zonas de pesca y recordemos que se ha reducido la flota pesquera en un 28% desde el año 2000. Las ONG han convertido la defensa de esta Ley en una cuestión de estar a favor o en contra de la naturaleza, pero se están haciendo esfuerzos como demuestran los datos de los stocks. Los últimos datos del Directorio General de Asuntos Marítimos y Pesca de la UE afirman que se están recuperando los stocks en el Atlántico. En 2009 sólo había cinco especies en situación óptima y en 2020 son ya 60. En el Mediterráneo, aunque estamos peor, también van mejorando las cosas. Del 90% de especies en estado de sobreexplotación hemos pasado al 70%». Sin embargo, Helena Álvarez, científica de áreas marinas protegidas de Oceana matiza que «esta ley contempla una serie de medidas. Una de ellas es la restauración, pero no es la única. Sin embargo, nosotros creemos que cuando se cierra una zona y se da tiempo al espacio a restaurarse tiene repercusiones positivas también en la pesca, aumentan la rentabilidad y las capturas y eso podría repercutir en las importaciones que ya representan el 70% de la proteína de pescado que se consume en Europa». Curiosamente en el caso de la Ley, las reacciones no solo enfrentan a conservacionistas con productores, sino que se han sumado administraciones, empresas y científicos. Un total de 1.400 empresas (entre ellas Danone, Inditex, Ikea, Nestlé o Unilever) han publicado una carta conjunta en la que instan a los legisladores a adoptar medidas de protección de la naturaleza. «Los costos de la inacción traerán desafío mucho mayores para la economía… El Foro Económico Mundial estima que los modelos comerciales que buscan revertir la pérdida de la naturaleza podrían ofrecer oportunidades para productos y servicios por un valor de 10.000 millones al año», dicen en el texto. Incluso, la Asociación Eólica europea Wind Europe ha publicado su propio comunicado afirmando que «la restauración de la naturaleza y la expansión de la energía eólica van de la mano».
Polinizadores y ríos
La Ley tiene en cuenta la Estrategia de la UE para la protección del suelo y contiene propuestas para invertir el declive de los polinizadores. En el artículo 6 se establecen objetivos para garantizar que no se produzcan pérdidas netas y que aumenten los espacios urbanos verdes en las ciudades, municipios y zonas suburbanas y el 7 establece la obligación de eliminar las barreras fluviales. Esta medida contribuirá a aumentar, dicen, la conectividad natural longitudinal y lateral de los ríos y a alcanzar el objetivo de la UE de contar con 25.000 km de ríos de flujo libre.
Además, recuerda la Comisión, la restauración de los ecosistemas también ocupa un lugar destacado en la agenda internacional: La visión de 2050 del Convenio sobre la Diversidad Biológica, la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Decenio de la ONU sobre la Restauración de los Ecosistemas.
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