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Economía circular

Prevenir residuos... mejor que gestionarlos

La prevención es la gran aliada para alcanzar la circularidad total de los aceites industriales

Probetas con aceite industrial usado y bases regeneradas
Probetas con aceite industrial usado y bases regeneradasSIGAUS

El concepto de economía circular destaca como una poderosa solución para abordar el problema del consumo de materiales y, a la vez, de la también exponencial generación de residuos. La economía circular aspira a romper con el modelo lineal tradicional de producción y consumo, en el que se extraen recursos y se fabrican productos que, al final de su vida útil, se desechan como residuos. Al contrario, pretende ser un sistema sostenible en el que los recursos se mantengan en el ciclo económico el máximo tiempo posible, mediante la reutilización de productos y materiales, su reciclaje y vuelta al ciclo productivo en lugar de terminar en vertederos o incineradoras.

Priorizar el diseño circular

Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, solo en la UE se generan más de 2.200 millones de toneladas de residuos cada año. A este ritmo de consumo y explotación de recursos, se estima que en 2050 serían necesarios tres planetas para mantener la demanda de materiales.

En este 2023, ocho años después del primer Plan de acción para la economía circular de la UE, el Tribunal de Cuentas Europeo ha evaluado la eficacia de estos planes de acción. La conclusión es que los estados miembros no destinaron eficazmente la financiación hacia inversiones centradas en el diseño circular de productos y procesos de producción, que debería ser prioritario; sino que se centraron en la gestión de residuos. Según dicha evaluación, el diseño de un producto determina en torno al 80% de su huella ambiental.

Es aquí donde el concepto de prevención alcanza todo su sentido, ya que afecta a todo el ciclo de vida del producto, desde el consumo de los recursos necesarios para fabricarlo a la generación del residuo.

El axioma de que el residuo menos contaminante es aquel que no se produce sintetiza el denominado ‘principio de jerarquía’ en el ámbito de los residuos: la prevención, orientada a generar el mínimo residuo posible, es prioritaria. Y, sólo después, tratar de aprovechar los que inevitablemente se producen.

La prevención en los aceites industriales

Los aceites industriales son un ejemplo paradigmático de cómo Sigaus, -el Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor, (SCRAP)-, encargado de la gestión del residuo, también impulsa las iniciativas de prevención. Son aquellas destinadas a diseñar lubricantes menos contaminantes, más duraderos y/o más fáciles de reciclar. Sigaus promueve los esfuerzos y el compromiso del sector de los fabricantes de lubricantes, para el que la vida útil o la eficiencia del producto es una exigencia medioambiental, pero también una demanda –y muy intensa– del propio mercado.

Desde 2010, Sigaus elabora planes empresariales de prevención para impulsar y registrar medidas en la fase de diseño y producción de los aceites industriales que favorezcan la circularidad del producto.

Solo en 2022, gracias al IV Plan Empresarial de Prevención impulsado por Sigaus, 159 empresas declararon 657 actuaciones que permitieron, por ejemplo, utilizar más de 17.000 toneladas de bases regeneradas en la formulación de nuevos aceites, manteniendo las características de un aceite de primer refino. También se desarrollaron otros con fórmulas más duraderas, gracias a la sustitución de aceites minerales por sintéticos, lo que permite alargar los periodos de cambio y, por tanto, prolongar su vida útil; y aceites más respetuosos con el medio ambiente, como los low saps (bajos en sulfuros) o los libres de cloro, que pueden ser más fácilmente regenerados.

El sector también es muy activo en la introducción de nuevas técnicas de microlubricación o lubricación nebulizada en algunos procesos industriales, como corte y mecanizado de materiales. Consiste en aplicar el lubricante en el punto exacto donde es necesario, en lugar de un gran volumen de emulsión de agua y aceite. Así se reduce la cantidad de producto utilizada anteriormente en esa fase y, consecuentemente, la generación de residuo. Asimismo, en 2022 se comercializaron cerca de 3.000 toneladas de aceites biodegradables de base vegetal, que no dejan residuo y que minimizan el riesgo en caso de vertidos accidentales.

De igual modo, las empresas adheridas a Sigaus llevaron a cabo distintas iniciativas de comunicación y formación a clientes y distribuidores, sensibilización directa al consumidor final y divulgación de mejores prácticas o asesoramiento técnico para, por ejemplo, la sustitución de productos de base mineral por otros de base sintética.

Fabricar nuevos lubricantes

A este esfuerzo se suma la labor para el máximo aprovechamiento del residuo que finalmente se genera: el aceite usado. El 80% de estos residuos gestionados por Sigaus se utilizaron para fabricar nuevos aceites, -concretamente, bases lubricantes, que son su componente fundamental-, en España. Con ello se evita recurrir al refino de petróleo para producir nuevas bases lubricantes. Por ejemplo, en 2022 fue posible ahorrar 30 millones de barriles de crudo. Además, la

fabricación de lubricantes a partir de aceite usado requiere menos energía: la estimación es de 1.300 GWh menos en el último año (equivalente al consumo anual de más de 300.000 hogares) y la emisión de 70.000 toneladas menos de CO2.

En definitiva, Europa ha alertado sobre el riesgo de poner el foco exclusivamente en la gestión de los residuos. Producir y consumir de otra manera es indispensable para construir la transición real hacia una economía circular. Y para ello, la prevención deberá ser la prioridad.