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La Contra
«Quitar subsidios a los combustibles fósiles hace caer gobiernos»
Verónica Arias, directora ejecutiva de CC35
Esta semana se ha celebrado en Madrid la Conferencia Internacional de Energías Renovables, SPIREC23. Representantes de gobiernos, empresas y sociedad civil de todo el mundo han hecho balance del estado de la transición energética y de los desafíos para conseguir los objetivos climáticos, así como compartido iniciativas y conocimiento. Verónica Arias, directora ejecutiva de la Coalición de Ciudades Capitales de las Américas, CC35, ha participado en esta conferencia aportando la experiencia, las dificultades, ejemplos de buenas prácticas y necesidades de las ciudades de un continente tan grande como diverso.
¿Que es la CC35 y cuáles son sus objetivos y funciones?
La organización nació en 2019, y la integran la mayoría de las capitales de los países de América, incluidos Canadá y Estados Unidos. Nació por la necesidad de los alcaldes de las Américas de llevar la voz de las ciudades a las discusiones globales sobre cambio climático y medio ambiente. Hay un sentimiento de que la agenda la marcan los países desarrollados, el Norte. Si la voz de las ciudades ya es más bajita que la de los gobiernos, y más siendo de Latinoamérica, se quedan perdidas. Se trata de tener y ser una voz frente al cambio climático, cómo afrontar los problemas ambientales que ya están sucediendo globalmente y ante los que Latinoamérica es muy vulnerable.
En la organización también está el Norte, ¿se trasladan las tensiones habituales del diálogo Norte-Sur?
Justamente la idea es integrar esa discusión Norte-Sur. De hecho, en abril vamos a hacer la primera Miami Climate Week, en el marco de las Naciones Unidas. Porque, precisamente, Florida es un vínculo muy importante entre Latinoamérica y Estados unidos. Con muchos hispanos en puestos políticos importantes, por doquier hay alcaldes latinos.
A propósito de Norte-Sur, en la última COP en diciembre, por fin, se creó el fondo de pérdidas y daños, las compensaciones a los países del Sur por los efectos del cambio climático y para adaptación, ¿cómo se ve en el Sur la demora del Norte en asumir sus responsabilidades?
Obviamente está muy mal visto. Desde que se reconoció este problema en el Acuerdo de París las consecuencias del cambio climático avanzan y los daños continúan, pero han pasado y pasan los años y los 100.000 millones no aterrizan. Solo hay que mirar a Centroamérica y el Caribe, con los ciclones. Es bárbara la destrucción. Y los países no tienen plata para afrontarlo. Con la pandemia, por ejemplo, deben preguntarse si le dan prioridad a la salud o a los desastres causados por el cambio climático.
Comprendiendo que es un continente enorme y diverso, ¿qué destacaría de la transición energética en Latinoamérica?
Primero, que un gran porcentaje de las energías limpias provienen de las hidroeléctricas. Que también hay que verlo con pinzas, porque el cambio climático afectará mucho al agua, lo que nos lleva a la seguridad energética. Además, todavía existen muchos subsidios a los combustibles fósiles y hablar de quitarlos es muy difícil. ¡Se caen gobiernos por eso! Y, tercero, las ciudades tienen un rol muy importante frente a los gobiernos, porque el 70 por ciento de las emisiones proceden del transporte, que es competencia de las ciudades. Hay mucho por hacer.
Además hay unas cuantas macrociudades...
¡No más México DF tiene 20 millones de habitantes! Y están Sao Paulo, Buenos Aires, Bogotá... Y hay que pensar en 2050, porque ya hoy es la zona más urbanizada del planeta y vamos a seguir creciendo. Tenemos que tener ciudades con energía más eficiente, aguas residuales recicladas, economía circular, etc. Todo eso es tecnología, que la hay. Pero necesita inversión y ahí tenemos una brecha importante.
¿Qué buenas prácticas destacaría?
Hay varias. En Santiago de Chile, Medellín y Bogotá han implementado parques automotores de vehículos eléctricos. En Quito, de donde yo vengo, tenemos ya el nuevo metro, que ha generado más de 1.000 puestos de trabajo y las ciclovías de Medellín y Barranquilla. Además, hay iniciativas muy bonitas, como una pequeña empresa de Guatemala que ha creado una app para abastecer de energía eléctrica solar a las familias pobres de las zonas rurales de alrededor de la ciudad.
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