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La contra

«La risa libera al hombre de sus miedos»

Cristina Martín Jiménez, escritora y periodista

Cristina Martín Jiménez, escritora y periodista
Cristina Martín JiménezPepo HerreraPepo Herrera

Si ves algo, di algo. No te calles. Nunca. Si acaso, ríe. Ríete de «Ellos». Esa es la máxima de Cristina Martín Jiménez (Sevilla, 1974), pionera en la investigación del Club Bilderberg y un alma inamordazable. Periodista y escritora, su tesis doctoral sobre esta sociedad semisecreta obtuvo un cum laude. Desde entonces, ha rastreado la «huella del dinero» y ha plasmado los intereses de «Los dueños del planeta. Ellos contra nosotros» (Ed. Martínez Roca) en un abanico de obras no mayoritarias, sino únicas. Y, quizá, verdaderas.

La entrevista es oportuna. Hoy se reúne el Club Bilderberg.

Me he levantado algo mareada. Debe ser que me ha llegado el aire de Lisboa [ríe].

Para usted, ¿qué es el club?

Hay un Comité Directivo formado por 33 miembros al que pertenece Ana Botín, presidido por María José Kravis, esposa del dueño KKR. Ellos eligen a los invitados y durante 4 días se reúnen en un hotel blindado de lujo, este año en Lisboa. Es una asamblea del Olimpo, en la que los «dioses» debaten hacia dónde debe ir el mundo.

¿Cuántos de los protagonistas de tu libro estarán allí?

Bill Gates, Larry Fink de BlackRock [la gestora de fondos más grande del mundo]... Pero no en persona, sino «personalmente representados» por accionistas o por los CEOs de sus medios. El editor jefe de Bloomberg, la de The Economist... siempre están. Dice mucho del poder que ejercen en los medios de comunicación globales, que utilizan para tachar de teoría de la conspiración a las notas discordantes.

¿Cómo reacciona ante la ridiculización a la que la someten?

Me lo tomo a risa. Más aún después de obtener un cum laude por mi trabajo. A fin de cuentas, el nuevo orden necesita ser apoyado por relatos fabricados. Es un matrimonio feliz: el poder y el relato. El poder y el mensaje. Los medios son las armas de estos plutócratas. Los que ataquen serán denigrados.

En el libro habla de 10 plutócratas, aunque hay quienes le dicen que «ellos son solo títeres»...

Eso también me provoca una carcajada porque es la mentira perfecta. Si no podemos ver a quienes están tomando las decisiones, no podemos denunciarlos ni criticarlos. Es una teocracia, un dios invisible. Nadie sabe quién es y, por lo tanto, estamos inermes, sin defensas. Yo elijo 10 con apellidos. Es un «bestiario», un decálogo. No están todos, pero son todos los que están.

Elon Musk, Bezos o Mohamed bin Salmán son un modelo, un paradigma de clase social extremadamente adinerada que no está interesada solo en lo empresarial, sino que quiere el control social. Apropiarse todo. De las personas, de la identidad, de la propiedad privada. Su lema es «no tendrás nada y serás feliz».

¿Hay españoles entre los dueños del mundo?

Realmente Bilderberg nace del gran capital estadounidense. Los españoles entran en los 80. Uno de los primeros fue Fraga. Luego Javier Solana, que llegó a secretario de la OTAN y presidente del Consejo de la Unión Europea. Al final, la UE es una colonia financiera estadounidense. Se creó como una especie de muro de contención para frenar el expansionismo soviético. Hoy lo vemos. ¿Sabes quién se va a llevar el botín de la guerra de Ucrania? BlackRock, a quien Zelensky ha convertido en la gestora oficial del «plan de reconstrucción de la guerra». Tendrá acceso a la deuda; a las tierras negras, a sus recursos. El país entero en sus manos. Qué casualidad que ese fondo de inversión lo controle Larry Fink. Ahí se ve la estafa de la guerra; de los medios, que nos convencieron para defender los valores de Ucrania.

Una guerra nunca la ganan los soldados.

Amén. A ellos, a los ucranianos, les han vendido una tierra prometida: que se les iba a incluir en la OTAN, en la UE... todo mentira. Y ahora Forbes ha sacado que Zelensky ha incrementado su fortuna a raíz de la guerra. Todo era una trampa.

«Ellos contra nosotros».

Y nosotros absolutamente rebelados. ¿Sabes? Llevo 20 años denunciando todo esto. Tuve que comprender y asimilar la inmovilidad de la sociedad, pero hoy estoy muy contenta. Cada vez hay más descreídos. Y ellos no entienden por qué hay gente que ya no le compra el relato. Por eso, en el último capítulo del libro, animo al «ríete de ellos». Mira cómo fallan en sus objetivos. La risa libera al hombre de sus miedos. No compres sus productos, sus apps, sus fármacos, su Radar Covid, su crisis climática, su Agenda 2030, su IA que te dice qué necesitas, su feminismo cuando ellos son todos hombres. Ríete.