Videos

La Policía publica el impresionante vídeo del atropello mortal de Uber

Según se desprende de las imágenes, el accidente era inevitable porque la víctima cruzó por un lugar indebido y sin iluminar

La víctima, instantes antes de ser atropellada
La víctima, instantes antes de ser atropelladalarazon

La Policía de Tempe (Arizona) ha hecho público el vídeo del accidente en el que un coche autónomo de la compañía Uber atropella mortalmente a una mujer que cruzaba andando la carretera con su bicicleta.

La Policía de Tempe (Arizona) ha hecho público el vídeo del accidente en el que un coche autónomo de la compañía Uber atropella mortalmente a una mujer que cruzaba andando la carretera con su bicicleta.

Las imágenes muestran el atropello desde dos puntos de vista. En el primero se observa cómo el vehículo circula por una zona oscura. De repente, como salida de la nada -no se la podía ver por estar en un lugar en penumbra- una mujer cruza corriendo agarrando su bicicleta rosa y el impacto es inevitable.

En el segundo, se puede ver lo que hacía el conductor en los momentos previos a la colisión. El ocupante del vehículo va despreocupado de lo que ocurre en la carretera, mira varias veces hacia abajo e instantes antes del impacto mira a la carretera y pone cara de sorpresa ante el inevitable choque. Las imágenes dejan claro que el atropello era inevitable y que ni el coche ni el conductor pudieron hacer nada por evitarlo.

Este accidente supone un serio revés para las empresas de transporte que están apostando por prescindir de los conductores, pero también para la industria automovilista, volcada en los últimos años en la fabricación de vehículos cada vez más autónomos.

La víctima, Elaine Herzberg, de 49 años, cruzaba por un lugar indebido y falleció poco después en el hospital a consecuencia de las heridas. Esta no es la primera vez que un vehículo sin conductor se ve implicado en un accidente con víctimas mortales. Basta recordar el Tesla que impactó contra un camión en mayo de 2016, provocando la muerte del ocupante del coche. En aquel momento la compañía, pionera en el desarrollo de vehículos no tripulados, explicó que «el automóvil estaba en una autovía con el piloto automático cuando un camión cruzó la carretera perpendicularmente al Modelo S. Ni el piloto automático ni el conductor percibieron el lado blanco del remolque del tráiler al confundirlo con la tonalidad del cielo, por lo que el freno no fue aplicado. La altura de marcha del remolque combinada con su posición al otro lado de la carretera y las circunstancias extremadamente raras del impacto hicieron que el Modelo S pasara debajo del remolque, con la parte inferior del remolque impactando contra el parabrisas del Modelo S». Año y medio más tarde de un accidente que impactó a la industria, Dara Khosrowshahi, director de Uber, ha usado Twitter para referirse a lo ocurrido en Tempe. Por si acaso Uber ya ha explicitado que suspende sine die todos sus ensayos con coches no tripulados en Tempe, San Francisco, Toronto y Pittsburgh, las ciudades donde los modelos automáticos se estaban probando.

El gran problema no es tanto lograr potentes ordenadores a bordo de los vehículos, parapetados tras un complejo sistema de cámaras y sensores, alimentados por la información suplementaria de los satélites espaciales y aleccionados para seguir sin mácula la letra del código de circulación. Eso hace tiempo que parece al alcance de la tecnología actual. La cuestión, empero, tiene que ver con la dificultad de enseñar a los ordenadores móviles cómo reaccionar a las infinitas y no siempre lógicas posibilidades derivadas de circular en carretera, y entre las que siempre cabe subrayar la posibilidad de que el conductor del coche de enfrente o el peatón que en eso momento cruza la calle se comporte de forma ilógica y cruce cuando no debe. O cómo escribió en 2017 Eric Adams para la revista «Wired»: «Para sobrevivir en las calles, los coches robot deben aprender a pensar como humanos». Porque resulta que los humanos no siempre rigen su conducta por el raciocinio.