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Cayetano arrebata en la despedida de Rivera
Cortaron una oreja cada uno en la Maestranza de Sevilla.
Cortaron una oreja cada uno en la Maestranza de Sevilla.
Sevilla. Octava de abono. Se lidiaron toros de Daniel Ruiz, desiguales y terciados de presentación. El 1º, noble y muy manejable; el 2º, rajado; el 3º, de calidad pero muy flojo y de escasa transmisión; el 4º, buen toro, bravo y repetidor; el 5º, brusco y desigual de ritmo; y el 6º, noble y rajado. Lleno en los tendidos. Se guardó un minuto de silencio por los 25 años de la muerte de Montoliú.
Rivera Ordóñez «Paquirri», de azul pavo y oro, estocada (saludos); estocada baja, descabello (oreja).
El Juli, de burdeos y oro, media, descabello (saludos); pinchazo, estocada buena (silencio).
Cayetano, de nazareno y oro, estocada baja y tendida (silencio); estocada (oreja).
Se despedía de Sevilla. Que no es cualquier cosa. Y se anunciaba con su hermano menor. Francisco Rivera y Cayetano, juntos en el día del adiós. Mucha historia torera en las venas. De azul y oro. Intenso el ambiente en Sevilla, de feria, con sol y radiante. Y El Juli para colmar un cartel que llenó la Maestranza. Francisco no se lo pensé mucho y justo antes de que saliera el primero cruzó el ruedo para esperar al de Daniel Ruiz en la boca de toriles. No sé si impresionaba más esa imagen o ver cómo Cayetano, su hermano, hacía el mismo recorrido, pero por dentro del callejón hasta llegar al burladero más cercano de toriles, y de Francisco. Se avecinaban los segundos del miedo y los solventó con aparente facilidad. Pareó y cumplió en el último tercio con oficio, pero sin ligar las manejables arrancadas del animal, por lo que la faena no llegó a conquistar. Perfecta la estocada. De corazón y técnica. Abajo se le fue la espada en el cuarto. Gran toro, bravo y repetidor en la muleta de Francisco, a la medida de una despedida. Ni soñarlo. Tiró el torero, 22 años después de convertirse en matador, de oficio y voluntad aunque la faena quedó liviana para la intensidad de las arrancadas del animal. Con un trofeo dijo adiós a más de dos décadas y se le vio emocionado. Cayetano arrebató. Méritos propios los suyos. El tercero se lo puso difícil, era el de Daniel Ruiz un super clase pero sin fuerza ninguna. El presidente decidió dejarle en el ruedo y lo pagó después con la cero transmisión del animal. Lejos se quedaba esa portagayola con la que le recibió y que fue su carta de presentación. Y el milagro de salir ileso mientras el toro le saltaba por encima. En el sexto se le notaba arrebatado e incluso enfurecido. Era su tarde y no la iba a pasar por alto. Lo demostró en el quite por gaoneras en el que tuvo que aguantar el frenazo del toro dos metros antes de entrar al engaño. Muy seguro, muy de verdad se vio a Cayetano. Bordaron Iván García y Alberto Zayas el tercio de banderillas. Palabras mayores. Y Cayetano brindó el toro al hermano. Para ellos quedó, pero la emoción trepaba. Se echó de rodillas el torero, aguantó los tiempos de espera del toro, que había que llegarle mucho, y se entregó de lleno. Al acabar la tanda. Era la primera. El público en pie. Ya en la vertical siguió por derechazos relajado, encajado, seguro de lo que hacía y por lo que había venido hasta aquí. Empaque y entrega que conectaron directamente con la nobleza del animal y con el público. Lástima que de pronto, cuando toreaba al natural, el de Daniel Ruiz se rajó. Se fue detrás de la espada y cortó una oreja de mucho peso (dos pidieron). Más allá de los trofeos hubo emoción.
De vacío se fue El Juli, a pesar de que anduvo perfecto con un segundo rajado. Ahí residió la magia de ser capaz de retenerlo en la muleta. El brusco y cambiante quinto no le puso tampoco el camino recto y El Juli anduvo mandón. Era la tarde de los Rivera y Cayetano arrebató en la despedida de Francisco. Se les notó que no era un día más.
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