Patrimonio

La espectacular ermita barroca del siglo XVIII construida en Murcia tras la peste de Valencia

El Centro de Visitantes de San Antonio El Pobre se encuentra ubicado en el Parque Regional de El Valle y Carrascoy, a tan sólo siete kilómetros de la ciudad de Murcia

Centro de Visitantes de San Antonio El Pobre
Centro de Visitantes de San Antonio El PobreTurismo de Murcia

Uno de esos lugares considerados "sagrados" y a los que hay que peregrinar alguna vez en la vida, es la Ermita barroca de San Antonio el Pobre, situada en la Región de Murcia. Se trata de un viaje a la Murcia del siglo XVIII, donde la paz y la soledad atrajeron a los eremitas desde los albores de la Edad Media.

Tal y como recoge la web oficial de Turismo de Murcia, esta ermita barroca toma su nombre de San Antonio Abad, fundador de la vida eremítica y en ella se puede ver la cueva horadada en la montaña que dio cobijo al ermitaño Juan el Pobre en el siglo XVI. El Centro de Visitantes de San Antonio El Pobre se encuentra ubicado en el Parque Regional de El Valle y Carrascoy, a tan sólo siete kilómetros de la ciudad de Murcia y enclavado en la ermita del mismo nombre.

Esta ermita está asociada al conjunto de construccionesreligiosas que forman parte del conjunto de Santa Catalina del Monte. Su aspecto actual data del siglo XVIII, según los cánones del barroco popular murciano. Se trata de un edificio que consta de iglesia y dependencias para albergue del ermitaño y una cueva excavada en la montaña. La iglesia es de planta central y está cubierta por una bóveda de arista.

Este incomparable entorno geográfico supone un claro ejemplo de integración paisajística entre arte y naturaleza. Goza de un singular encanto en el que se recrea una caída de agua natural y el tránsito del sendero que une la ermita con los Centros de La Luz y El Valle.

El espacio expositivo es un recorrido histórico por la vida de los monjes ermitaños. Desde la Baja Edad Media, los montes de El Valle fueron residencia de estos eremitas que vivieron entregados a Dios en obediencia, silencio, pobreza y castidad. Se alojaban en cuevas y oquedades y llevaban una vida de oración y recogimiento en la naturaleza. Los ermitaños tuvieron que dejar las cuevas para ayudar a los enfermos en la epidemia de la peste de Valencia, la ermita se construyó precisamente para conmemorar el milagro del final de la epidemia de la peste de Valencia gracias a la intercesión de San Antonio.