Opinión
Entre el 11S y el 11M
Tras Perejil, El Prestige, el «NO a la guerra» y la Moción, vino el 11M. Y cambió el Gobierno y no hubo «nueva Europa»
El atentado terrorista islámico del 11-S de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York tuvo un efecto similar en la Historia al bombardeo de Pearl Harbour, que marcó la entrada de EE UU en la Segunda Guerra Mundial. Por su parte, el 11-S supuso el inicio de una guerra global contra el terrorismo islámico comenzando por Afganistán, base principal de Al Qaeda y Osama Bin Laden. En España, Aznar consideró beneficioso para nuestro país unirse a los EEUU en esa contienda, quedando inmortalizada esa alianza en la conocida como «foto de las Azores» en marzo de 2003 junto al Presidente Bush jr y el P.M. británico Tony Blair. Cuatro días después se produjo la invasión de Irak tras el ultimátum que se le lanzó por la presunta posesión por Sadam Husein de armas de destrucción masiva. Aunque España no intervino militarmente, su apoyo político contrario al establecido por el eje París-Berlín significó un enfrentamiento extraordinario entre lo que el Secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld calificó como «nueva Europa», que pivotaba sobre este eje Londres-Madrid sumado al «vínculo transatlántico», y esa «vieja Europa».
Esta referencia es necesaria para entender que Francia y Alemania no estaban precisamente complacidas ante ese nuevo papel secundario que se les quería imponer en esa nueva Europa. Tras Afganistán y con España alineada con EEUU, la respuesta a esa pretensión hubiera sido militar, pero no era posible un enfrentamiento de ese tipo en la actualidad.
Once meses después del 11S, en julio de 2002, se produjo el incidente del islote Perejil, abortado por una operación de un comando militar español, que pacíficamente expulsó a los ocupantes que esperaban el desarrollo de una rueda de prensa allí mismo con los corresponsales extranjeros acreditados en Rabat. De haberse producido, muy posiblemente Aznar hubiera dimitido de la Presidencia del Gobierno por la ofensa y amenaza que suponía a la soberanía nacional. Cuatro meses después, se produjo el hundimiento del petrolero Prestige frente a las costas gallegas vertiendo 77.000 toneladas de crudo. Sin tener ningún punto de conexión con España, una despiadada campaña de prensa consideró a su Gobierno como el responsable de la catástrofe, exigiendo su dimisión.
Tras superarlo llegó el «NO a la guerra» (de Irak) y una fallida Moción en el Congreso que exigía una nueva dimisión, para la que el grupo socialista pidió votación secreta. El resultado dio el voto contrario de todo el grupo Popular sin fuga alguna.
Tras Perejil, El Prestige, el «NO a la guerra» y la Moción, vino el 11M. Y cambió el Gobierno y no hubo «nueva Europa».
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