Opinión

Más libertad para los jóvenes

De acuerdo con un reciente estudio del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, los jóvenes españoles son los quintos de la UE con menor facilidad para emanciparse (sólo por delante de Italia, Eslovaquia, Croacia y Malta). En concreto, en nuestro país, sólo el 14% de los menores de 29 años han logrado independizarse del hogar familiar, por debajo del 20% que lo conseguían en 2009 y del 38% que lo hace en el resto del Continente. Los autores del informe atribuyen buena parte de la responsabilidad de esta deficiencia a la falta de políticas públicas en favor de los adolescentes. Sin embargo, las causas reales de este fracaso son otras: por un lado, el desastroso mercado laboral español, que penaliza especialmente a los trabajadores sin empleo; por otro, el restrictivo mercado inmobiliario, que encarece artificialmente los precios de la vivienda. Recordemos lo fundamental. Primero, nuestra regulación laboral hiperprotege a aquellos trabajadores con contratos indefinidos (a través de unas enormes indemnizaciones en caso de despido), dejando a la intemperie a desempleados y trabajadores con contrato temporal. Esta alta tasa de paro y de temporalidad impide que millones de personas –sobre todo, jóvenes– puedan planificar con una mínima certidumbre su futuro y que, en consecuencia, se lancen a asumir el riesgo de emprender una vida independiente. Segundo, el mercado inmobiliario español se caracteriza por una creciente escasez de oferta de vivienda, algo que, unido a la expansiva demanda, se está traduciendo en un alza de precios: tanto el coste de la vivienda en propiedad como las rentas del alquiler están repuntando con fuerza, volviendo harto complicado el acceso a un techo propio entre aquellas personas con contratos precarios. ¿Cuál es entonces la solución a un problema tan enquistado? En esencia, liberalizar nuestro mercado laboral y liberalizar nuestro mercado inmobiliario. Con mayor libertad en las tipologías contractuales, los jóvenes podrían disfrutar sin grandes obstáculos de un contrato indefinido que, conforme fueran promocionando profesionalmente dentro de sus compañías, se traduciría en remuneraciones incrementales. Con mayor libertad urbanística –sobre todo en materia de oferta de suelo–, podría aumentarse la oferta inmobiliaria y, como resultado, abaratar la vivienda. Los jóvenes no necesitan más ayudas estatales: lo que necesitan es mayor libertad en todos los ámbitos para que puedan tomar las riendas de sus propias vidas.