Opinión

Petroestafa

El gobierno chavista de Nicolás Maduro ha aprovechado el actual boom que están viviendo las criptodivisas para emitir su propia moneda digital, denominada «Petro».

El nombre no es casual, dado que los Petros prometen estar respaldados por las reservas de petróleo y de oro del país: de este modo, buscan diferenciarse del resto de criptomonedas como Bitcoin o Ethereum, las cuales no están «respaldadas» específicamente por nada.

Siendo así, ¿por qué motivo podría alguien preferir el Bitcoin al Petro teniendo en cuenta el magnífico efecto colateral del que disfruta el segundo? Sin ir más lejos, el propio Nicolás Maduro acaba de anunciar que, durante los últimos días, se han llegado a vender Petros por valor de hasta 1.000 millones de dólares: un auténtico «éxito» que vendría a acreditar el intenso grado de su demanda.

Sin embargo, no deberíamos dejarnos engañar ni por las apariencias ni, por supuesto mucho menos, por la propaganda bolivariana. El resultado de la emisión de Petros no ha sido en absoluto reseñable por tres razones.

Primero, porque, por mucho que las criptomonedas sean, en general, una innovación disruptiva que ha llegado para quedarse y para mejorar nuestras vidas en el largo plazo, en la actualidad su demanda se encuentra a todas luces sobrecalentada: casi cualquier activo remotamente relacionado con ellas tiende a ser objeto de inversión, por irracional que éste pueda llegar a ser.

Segundo, y pese a lo argumentado anteriormente, el mercado de Bitcoin o Ethereum es enormemente superior al de los Petros pues, frente a una capitalización de 1.000 millones de dólares en el caso de los Petros venezolanos, Bitcoin alcanza los 173.000 millones de dólares y Ethereum los 84.000; es decir, el Petro bolivariano sigue a una distancia sideral de las principales criptodivisas privadas y descentralizadas.

Y tercero, el respaldo con el que presuntamente cuenta el Petro es totalmente ficticio: Venezuela es un Estado narcopetrolero fallido puesto que no sólo es incapaz de rentabilizar la extracción de la mayor parte de sus reservas de crudo, sino que incluso ya ha comprometido por adelantado la entrega de la mayor parte de sus reservas a Rusia y a China.

Algo similar sucede con sus posesiones de oro, las cuales están siendo liquidadas a un ritmo treméndamente acelerado para tratar de capear transitoriamente la carestía interna de dólares.

En otras palabras, pese al discurso oficialista del Gobierno de Maduro, el Petro no está respaldado por nada: es una deuda impagable del Estado venezolano que terminará arruinando a cuantos confíen en él.

En definitiva, una auténtica petroestafa cuyo propósito no es otro que el de arramblar el ahorro de los ciudadanos para proporcionar algo de financiación a la autocracia bolivariana.