Opinión

El coche autónomo, más cerca

El coche autoconducido será una de las innovaciones que cambiará de un modo más radical nuestras sociedades. No ya por la enorme disrupción que supondrá en muchas industrias (tanto la automovilística como la del transporte de personas y mercancías), sino también por la forma en la que pasaremos a vivir y a interactuar con nuestras ciudades. Si podemos alquilar en cualquier momento los servicios de un coche autónomo a un precio enormemente asequible, ¿seguiremos interesados en mantener coches en propiedad? La mayoría de las personas no hacen un uso muy intensivo de su vehículo, de modo que los gastos vinculados a su adquisición y conservación podrían terminar resultándoles demasiado elevados en relación con su pago por uso. Segundo, si la densidad en la propiedad de vehículos desciende y quienes sigan siendo propietarios no sienten la necesidad de aparcar en la cercanía de sus hogares (dado que el vehículo autónomo puede desplazarse solo hasta nuestras casas), entonces las ciudades no necesitarán tanto espacio de aparcamiento, que podrá destinarse a otros usos como viviendas, comercios o zonas verdes. Tercero, si no necesitamos conducir mientras nos desplazamos, podremos dedicar todo ese tiempo a tareas más productivas o entretenidas, por lo que es probable que a la gente le importe menos residir en el extrarradio de la ciudad, impulsando a la baja los precios de los inmuebles en núcleos urbanos. Cuarto, el pequeño comercio, que ante el empuje de Amazon y del resto de la distribución on-line parecía condenado a desaparecer de nuestras ciudades, podría experimentar una segunda juventud: si los desplazamientos se vuelven más cómodos y ya no necesitamos perder tiempo en buscar aparcamiento (pues el coche autoconducido se aparca solo), entonces la predisposición a trasladarse al centro de la ciudad para efectuar compras en pequeños comercios será mayor. Quinto, si el coche autoconducido se combina con el coche eléctrico, las ciudades sufrirán de mucha menos contaminación, por lo que las actuales restricciones medioambientales al tráfico que decretan muchos ayuntamientos dejarán de ser necesarias. En suma, los cambios que traerá el coche autoconducido serán numerosos y muy profundos: menos vehículos en propiedad, más espacio urbano disponible, menores precios de la vivienda, más actividad comercial y menor contaminación. Tan profundo parecen los cambios venideros que, a ojos de muchos lectores, podrían sonar a pura ciencia ficción. Sin embargo, la realidad es que probablemente lleguen mucho más pronto de lo que esperamos. Hace unos meses, el estado de Arizona ya autorizó en la ciudad de Phoenix que los vehículos autónomos circularan por sus calles sin un conductor de seguridad. Y, más recientemente, el estado de California (con 40 millones de habitantes) también ha autorizado su circulación sin necesidad de contar con un conductor de apoyo. Semejante liberalización del mercado (especialmente de un mercado tan grande como el de California) permitirá que las empresas del ramo, como Waymo o Uber, prueben mucho más intensamente esta tecnología y terminen de refinarla para convertirla en un producto de masas. Ahora sólo queda que los legisladores europeos (y españoles) se pongan las pilas para permitir que esta incipiente innovación llegue a nuestras sociedades.