Opinión
La mentira como arma podemita
La profesora Roca Barea debía estar pensando en Rita Maestre, Irene Montero, Iglesias y Espiblack cuando afirmó, con la rotundidad propia de los sabios, que «siempre ha habido analfabetos, la diferencia es que antes no salían de las universidades». Los miembros y miembras de este quinteto calavera son analfabetos funcionales como demuestra el capo de la banda cada vez que abre su no muy limpia boca. Un teórico profesor de Ciencia Política que en medio de un debate electoral soltó que «en Andalucía hubo un referéndum de autodeterminación en la Transición» y pronunció zarrapastrosamente el nombre de la mayor auditora mundial. Tal vez es que le dieron el título en una tómbola o se lo regaló a escondidas Monedero en su despacho. Son unos iletrados lo cual no quita para que echen un vistazo de vez en cuando a su única fuente del saber: Wikipedia. El jueves, al enterarse que un senegalés había fallecido en Lavapiés, pusieron en marcha su formidable máquina de posverdades. Intentaron trazar un paralelismo entre el triste pero pacífico final del mantero Mame Mbaye y el terrible a la par que violento destino que la vida deparó al vendedor tunecino Mohamed Bouazizi, que se quemó a lo bonzo harto de que la policía del dictador le robara. Aquel suceso prendió la mecha de una Primavera Árabe que acabó con Ben Alí, Mubarak y, ahí es nada, Gadafi. La red podemita comenzó a hablar de «torturas» y «salvajismo» policial y despacharon a 200 salvajes a Lavapiés. Los medios, que en un 75% están en primera posición de saludo, cayeron como pichones. Dieron por buena la versión que transmitían los Monedero y cía y santas pascuas. De contrastar, ni hablamos. El lío estaba servido. Arrasaron el barrio cual Atila y los hunos mientras Carmena y los demás barandas municipales ponían a caer de un burro a sus agentes. Obviaron que la patraña tiene las patas más cortas que un pony. El viernes supimos que Mbaye expiró al salir de su casa y no tras una persecución de la Policía Municipal. La autopsia los retrató definitivamente ayer: «El deceso se produjo por una cardiopatía congénita». Son, en paleto, purito Lenin, el de la psicopática frase: «La mentira es un arma revolucionaria». El kalashnikov con el que apuntan a su gran objetivo: el enfrentamiento civil.
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