Opinión

El poder de China

Paulatinamente se acrecienta el poder de China en la escena internacional. La debilidad que expresan algunos Estados, en particular EE UU, se corresponde precisamente con la fortaleza que tienen las autoridades de Pekín. Cada día la situación es más nítida y se aprecia que la política exterior china está produciendo muy buenos resultados para quienes la sustentan. Los graves errores de Occidente y, en concreto, de la política exterior anglosajona permiten que el poder chino se expanda y que se observe con complacencia por buena parte de la comunidad internacional. La ausencia de democracia y la falta de criterios que supongan el respeto a los derechos humanos, curiosamente, no menoscaban el poder de China. El camino que se ha emprendido no tiene límites y, por segundos, China tiene un mayor poder en las relaciones internacionales. Además, se está forjando el «primer emperador» de la nueva era, con lo que la permanencia indefinida de Xi Jinping en el poder supone el adelanto de lo que le espera a la comunidad internacional a lo largo del siglo XXI. Los aciertos de las autoridades de Pekín también están en la base del éxito. Nada es más inteligente que enfrentar a EE UU ante sus propias limitaciones y situar el acento en la soberbia del poder anglosajón. El presidente norteamericano se ha visto envuelto en las redes de la diplomacia china y ha aceptado una reunión con el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, siendo así que hubiera bastado una relación directa con Pekín para acabar con las provocaciones del régimen de Piongyang y con su programa nuclear. La torpeza es una de las cualidades que exhiben, en ocasiones, las grandes potencias. El vacío de EE UU lo ocupan otros. En algunos casos, como sucede con Rusia, resulta preciso hacer aspavientos, pero en otros, como acontece con China, la fórmula mágica consiste tan sólo en acumular poder sin que nadie lo advierta.