Opinión
Si hay sorpasso, se acabó el PP
Malos tiempos para lírica pepera. Lo que tenía que haber representado el ascenso a los cielos del gran partido del centroderecha español, la aplicación del 155, se ha convertido paradójicamente en su tumba por haber dado inicialmente la sensación de timoratos y por haber metido sólo la puntita cuando finalmente dijeron ¡adelante! Y, por extensión, a más drama popular, más se dispara exponencial y demoscópicamente el sueño naranja de Albert Rivera. Pero lo del Partido Popular va más allá de Cataluña. Parece que les ha mirado un tuerto. Génova 13 se ha convertido en un sinvivir, en un circo al que le crecen como setas los enanos, en un colectivo en el que el escándalo es la regla y no la excepción, en definitiva, en la peor de las pesadillas posibles. Tanto que recuerda peligrosamente a esa UCD de Leopoldo Calvo-Sotelo que pasó del todo a la nada en 21 meses en los que se cayó en eso que los psicólogos denominan la estrategia del error permanente.
Es decir, cometer un gran error e intentar solucionarlo con más y más errores convirtiendo la vida en una permanente metedura de pata.
La única gran diferencia entre la UCD y el Partido Popular es que aquello era un cóctel de ideologías y familias (azules, democristianos, liberales, socialdemócratas...) en el que cada cual iba a lo suyo y lo de ahora es una formación militarizada que funciona como el Ejército soviético.
Pero tan cierto es que cuando las cosas funcionan, no se tocan, como que cuando se tuercen hay que cambiar el modus operandi y los actores.
No queda mucho tiempo teniendo en cuenta que las generales serán como muy tarde en otoño de 2019. Vamos, el mismo que tuvo Calvo-Sotelo para gobernar e intentar reflotar la nave. Su paisano Mariano Rajoy, que sabe más por viejo que por sabio, no debe olvidar que la desaparición de la UCD se produjo por el brutal sorpasso que le propinó Alianza Popular el 28 de octubre de 1982. Los centristas tenían 167 diputados, se quedaron en 11 y se volatilizaron en una tragedia que deja reducidas las griegas de Sófocles a la condición de juego de niños. Y los de Manuel Fraga pasaron de 10 a 107. Ojito porque los que olvidan la historia están condenados a repetirla.
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