Opinión

Aberración judicial

Un jurado popular ha condenado a Jacinto, un hombre de 83 años que disparó en legítima defensa contra los dos individuos que asaltaron violentamente su casa, torturaron salvajemente a su mujer y amenazaron con matarles. Uno de los asaltantes murió. El otro reconoció que él hubiera hecho lo mismo que Jacinto, o incluso más. Pero el jurado estima que el acusado «podía haber utilizado otras alternativas igual de efectivas para salvar su integridad física y la de su esposa, evitando la muerte». A ellos me gustaría verles en la misma situación. Si hay justicia, quizá algún día suceda, justicia divina porque terrenal se ve que no, ni con juez de carrera ni con esa aberración del jurado popular. Sobre todo, por ver cuáles son esas otras alternativas igual de efectivas que proponen.

Lo que queda claro ante este despropósito, es que un mal jurado popular es igual de efectivo que un mal juez, sobre todo a la hora de desacreditar a la justicia. No sé si la deidad que embarga a algunos jueces –a los malos, a los buenos no les pasa– se le transmite al jurado por ciencia infusa, pero todo parece indicar que sí. Si esta decisión tiene sentido, que baje Dios y lo vea, y de paso, que se lleve al jurado y a las leyes que hacen nuestros políticos, que ya sabemos cómo estudian.

Así que ya saben: si se ven en el caso de Jacinto, intenten no defenderse con todas sus fuerzas de su asesino, su torturador o su violador, porque seguro que encuentran otras alternativas igual de efectivas para salvar su integridad física. Por ejemplo, llamar a los miembros del jurado y preguntarles. A ver qué cuentan.