Opinión

El baile de Puigdemont

Puigdemont impone sus tiempos a sus socios. La situación le permite seguir teniendo la sartén por el mango ante el horror de ERC. Liderando un grupo de fieles hooligans
–prepolíticos según definición de un veterano líder de los republicanos– sigue manteniendo activo el 155, evita que se forme un nuevo gobierno y acusa al Ejecutivo central de intentar forzar elecciones en Cataluña. Lo cierto es que el 155 no se levanta porque no hay Gobierno. No lo hay porque Puigdemont evita una mayoría independentista. Y la evita porque quiere seguir mandando. Mientras, se pasea por Alemania como zarina despechada aireando su persecución política, mirando desde la distancia a sus compañeros que siguen en prisión clamando que forme gobierno como única manera de salir de la prisión preventiva. Puigdemont es el responsable, pero sigue vendiendo, y la gente comprando, que la culpa es de la pérfida España.