Opinión

El salvavidas internacional del presidente

La reunión al más alto nivel entre las dos Coreas fue el anticipo de lo que va a venir: la reunión de Kim Jong Un con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Hasta hace poco, la comunidad internacional sentía el temor fundado de que se produjese un enfrentamiento en la Península de Corea y, sobre todo, se despertó el pánico por las pruebas nucleares que llevaban a cabo las autoridades norcoreanas. La situación ha cambiado radicalmente o, por lo menos, ha disminuido la preocupación internacional.

Han bastado pocas reuniones para que esto sucediera y para que, de manera sorprendente, el Gobierno de Pyongyang anunciase que se iba a producir un cambio fundamental en su política exterior. No resulta fácil entenderlo ni tampoco encontrar las últimas causas que expliquen comportamientos de este tipo. Pero, por lo menos, la comunidad internacional puede estar un poco más tranquila, y esto es sumamente importante, porque Corea del Norte ha declarado que su intención es respetar las normas del Derecho internacional. Pero no es posible, a la luz de lo que ha sucedido, dejar de prestar atención a la situación que se vive en las relaciones entre las dos Coreas y, muchos más, entre Corea del Norte y Estados Unidos. Debe producirse inmediatamente la desnuclearización en la Península y, además, se debe contar con el firme compromiso de Corea del Norte de no ensayar con armas nucleares.

El destino de la humanidad está en juego cuando se abordan las cuestiones relativas al desarme y no debe dejarse en manos de coyunturas políticas. La reunión que marcará lo que debe suceder, si es que se celebra, que confiamos en que sí, deberá determinar el futuro de las dos Coreas y asegurar, ante todo, que reine una relación de amistad y cooperación. En las relaciones internacionales casi todo es impredecible, pero debemos tener la prudencia de evitar el conflicto. La diplomacia debe actuar con vigor en el asunto de Corea y alejar para siempre el riesgo de enfrentamiento bélico.