Opinión

Catalá no se entera

Vaya por delante mi aprecio a los jueces y fiscales españoles, que conforman uno de los mejores esquemas jurisdiccionales de la UE, digan lo que digan los magistrados de Schleswig-Holstein o el lamentable ministerio público belga.

Trabajan con medios manifiestamente mejorables y, como suele recordar el gran Pepe Castro, «en medio de un sistema que eterniza los fallos porque no es garantista sino hipergarantista». Dicho todo lo cual en la magistratura, como en botica, tiene que haber de todo. Y haberlo, haylo. Claro que lo hay. Como en el periodismo o cualquier otro ámbito laboral.

Caso obvio es el del juez Ricardo González, que tiene todo el derecho del mundo a emitir un voto particular si así lo considera oportuno pero no a pasarse por el forro de sus caprichos la asepsia terminológica inherente a cualquier veredicto en materia de violencia sexual. Sus expresiones «jolgorio» y «regocijo», amén de sus dardos envenenados a la víctima durante el juicio a La Manada («Está claro que daño y dolor usted no sintió»), son sencillamente impresentables. Habérselos ahorrado no le hubiera ahorrado las críticas en este país podemizado hasta la náusea pero sí le hubiera evitado el descrédito infinito que ha acumulado en 10 días.

Porque tan cierto es que los únicos que han visto todas y cada una de las pruebas, incluido el vídeo de marras filmado por los cinco hijos de Satanás, son ellos como que hay que guardar un respeto escrupuloso a justiciables y denunciantes. Rafael Catalá tiene razón. Eso es inopinable.

Que Ricardo González tiene un «problema singular» es obvio, basta con leerse los 200 folios de su razonamiento. Como opinable es el hecho de que el ministro de Justicia deba o no mojarse hasta ese punto. Con todo, lo peor no es eso sino que el Notario Mayor del Reino aún no sabe (y lleva 22 años en esto) que los populares no tienen derecho a la libertad de expresión. Yo iría más allá: no deben tener voz ni voto. Si respetan o elogian la sentencia, porque la respetan y la elogian.

Si la critican porque la critican. Si no se mojan porque no se mojan. Si defienden al verborreico juez, porque lo defienden. Y si dicen lo mismo que opina el 90% de los españoles, por decirlo. No se puede ser del PP. A ver si te enteras, Catalá.