Opinión
¿Hacia dónde?
Tengo un hijo adolescente y sufro la forma en que le educan, no sólo en la escuela, sufro hasta como le educo yo. Lo que a mi me transmitieron lo tengo tan adentro que lo practico sin querer. Y la educación solo se puede encaminar en dos sentidos: o para triunfar en ganar dinero, o para triunfar en ser feliz. Aspectos que no son siempre compatibles. Desde luego en una sociedad en la que te cobran hasta por mirar la luna, es peliagudo tener muy poco y vivir en la dicha, pero es seguro que los que tienen mucho, marcados por exigencias de otros, tampoco lo son. Porque lo verdaderamente importante es que podamos elegir. Elegir el nombre, la identidad sexual, los juegos, el pensamiento, el lugar en el que nos sentimos mejor.
¿Y cómo se hace eso? Desde luego, no con los modelos educativos presentes y pasados. No se hace sin dar menos alumnos, más independencia y mejor pago a los profesores. No se hace en la mitad de una ciudad contaminada. No se hace en pupitres colocados en filas. No se hace con uniformes de tela y criterio. No se hace advirtiendo a los niños que el mejor es el que más estudia. No se hace dando más importancia a unas materias que a otras. No se hace sin asumir que la diversidad en el aula es riqueza. No se hace sin trabajar la empatía y el arte en todas sus facetas. No se hace sin un huerto en el patio. No se hace sin abrazos y cantos en otras lenguas. No se hace robándoles la libertad. Hay que enseñar a nuestros pequeños a conocer para elegir. Y aceptar lo que elijan.
✕
Accede a tu cuenta para comentar