Opinión

Colombia y la normalidad

Todos interpretan que la sociedad colombiana está polarizada tras la primera vuelta en las elecciones presidenciales. El triunfo del uribista Iván Duque y del izquierdista Gustavo Petro, para pasar a la segunda vuelta, se ve como expresión de un profundo enfrentamiento ideológico en el país.

En todo caso, ninguna duda de que las posiciones más centradas de Juan Manuel Santos han sido derrotadas y que la sociedad pide un cambio en determinadas políticas que también podrían afectar al proceso de paz. Nada es, sin embargo, como parece. El país está entrando en el camino de la normalidad, también en el campo político, después de que tras muchos años la izquierda no tuviera representación significativa en las principales instancias y que la derecha dominara el espectro político.

Colombia ha iniciado el camino de lo habitual, de tal manera que las disputas ya no se resuelven a través de la violencia; el proceso de paz es irreversible. Nada de los elementos centrales que definen los acuerdos de paz va a sufrir cambio alguno. No hay una pugna entre las posiciones de la antigua guerrilla y una derecha recalcitrante. Lo que comienza a vislumbrase es un panorama más abierto en el debate político que lleve a una más amplia representación. Colombia está ya en la línea de lo cotidiano y, de ahí, su espectacular desarrollo económico que comienza a tener traducción en el campo de lo social, aunque todavía quede una ingente labor.

Está en la dirección de más común, lo que le lleva a ser uno de los países más innovadores y atractivos de América Latina. Pronto conoceremos el resultado final de las presidenciales tras la segunda vuelta. Aunque Duque parte como favorito, siempre hay que esperar. Gane quien gane, sin embargo, Colombia, como gran país, transita desde hace tiempo por la senda de la más absoluta normalidad.