Opinión
A la espera de Rajoy y de Aznar...
Soraya va delante, pero Pablo confía en repetir la sorpresa. El aparato del PP –los que controlan la organización– están con Santamaría, la mujer para la que siempre fue territorio hostil, porque en teoría –solo en teoría– dependía de su rival, Dolores de Cospedal. La ex ministra de Defensa, lo constató la primera vuelta de las primarias, hace tiempo que dejó de tener poder en el PP, si es que alguna vez lo tuvo. Apoya a Casado, aunque nadie sabe cuánto suma eso.
Santamaría va delante, pero gane quien gane, el resultado será muy justo y, el día después, muy complicado. Los compromisarios son profesionales de la política y sus sueldos dependen del PP. Votarán con la cartera. Maillo y sobre todo Arenas tienen mucha experiencia en recordárselo a quien tenga memoria frágil. Es una campaña electoral y hay presiones y juego subterráneo. «Contaré con gente de tu confianza, no se van a quedar sin trabajo», cuentan que le dijo Santamaría a Cospedal en la reunión del martes. La ex vice también habría dicho
–según sus críticos– en un foro conservador que «España no puede permitirse ahora tres yogurines, Sánchez, Rivera y Casado». Espera un gesto, sutil pero reconocible y favorable de Rajoy. Cree que se lo debe. Columbra que pudo ser presidenta como salida a la moción de censura, pero que la sobremesa de Arahy lo truncó. Algún día quizá se sepa la verdad de una tarde que protege sus secretos. Casado no tiene nada que perder y también enreda, con y sin vídeo polémico. Representa otra generación y contra eso poco puede hacer Santamaría, salvo airearle orígenes y tutela aznaristas. En el PP, los más preocupados por la fractura del partido, esperan una señal de paz de Rajoy e incluso de Aznar. Poco probable, pero posible como las sorpresas en las primarias.
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